Exploración de los cimientos para construir la escuela que queremos
La campaña “Conexión Educativa” reunió, de forma virtual, a los integrantes de la comunidad para contar sus experiencias en la pandemia. Docentes y familiares de distintas localidades santafesinas brindaron una perspectiva desde las bases del sistema. Especialistas aportaron su opinión del tiempo transitado y del que vendrá.
Lucas Cejas En pausa. En el tiempo sin aulas, hubo coincidencia plena en que la educación debe ser un pilar para un mejor porvenir; los debates se ubican entre los objetivos deseables y los materiales disponibles.
Un contexto impensado para preguntas postergadas. La pandemia del Covid-19 afectó a las grandes estructuras humanas, entre ellas la escuela. La virtualidad por sobre la presencialidad trajo nuevos desafíos, expuso viejos problemas y habilitó la distancia para replantear los pendientes. Buscando elaborar respuestas integrales a estas inquietudes, esta semana se desarrolló una jornada virtual que reunió a especialistas, directivos, docentes y familiares de estudiantes de distintas localidades de la provincia de Santa Fe, bajo la premisa de narrar las experiencias vividas a lo largo de estos cuatro meses.
La iniciativa forma parte de una serie de encuentros realizados en todo el país, en donde se propone construir desde las bases del sistema un diario de testimonios en época de coronavirus. Es impulsada por el Observatorio Argentinos por la Educación. Y para la edición santafesina, recibió el apoyo de la ONG local Hablemos de Bullying, además de la compañía de Cruz Roja filial Santa Fe, Aasef, Entretejiendo Vidas, Familias Leonas, Cursos y Congresos, Solidarydar, Fundación Actitud Solidaria, Movimiento Los sin Techo, FOS, Defensoría del Pueblo de Santa Fe, Siendo Puentes, Aiesec, Enredando Salud para Nosotres, Manitos Solidarias, Pensamientos en Movimiento y Banco de Alimentos Santa Fe.
Obstáculos materiales
Como hilo conductor de las complicaciones en cuarentena figuró que una buena parte del alumnado no ha podido seguir el modelo a distancia. Aunque hubo coincidencia respecto de que se trata de una crisis generalizada, los efectos se presentaron de distinto modo en cada localidad y con impacto desigual para cada grupo. La conexión resultó un problema para aplicar esta estrategia principalmente por parte de los docentes rurales y de zonas de bajos recursos. Y los dispositivos electrónicos fueron el catalizador de esas diferencias de la realidad virtual, sea por su falta de adquisición como de recursos para su aprovechamiento.
Desde Avellaneda, Liliana Flores contó que “afortunadamente, contamos con internet y tuvimos una buena comunicación con los docentes”, pero que no fue igual para todos. Sus hijos y nietos secundaria tuvieron tratos distintos según niveles: “En la secundaria armaron un grupo de tutores que sirva para despejar dudas. En inicial y primario organizaron por horarios la conexión para consultas”.
Sobre las desigualdades en la localidad del norte, manifestó que “muchos chicos manifestaron no tener banda ancha”, por lo que “tenían que usar datos móviles de celulares que a veces es el único en la familia”. Ante esto, explicó que la dinámica se modificó “organizando que las tareas se envíen en los primeros días del mes que es cuando cargaban el celular”.
Competencias y contenidos
Además de lo digital, se vio comprometido el contenido de la enseñanza. Así lo consideró Andrea, docente y madre de la ciudad de Rafaela. Dijo que “con mi hija, compartimos los elementos que tenemos en casa”, por lo que fue testigo de las actividades a través de Class Room y las videollamadas por Zoom.
Además, fue parte de quienes no tienen esa posibilidad.
“Como madre, al principio noté el entusiasmo, pero también el agotamiento también al final del cuatrimestre. Me daba cuenta que había clases que se hacían extensas, donde no le servía estar dos horas frente a una pantalla. Como docente, tuve alumnos que no se han podido contactar en todo el período. Acercamos los cuadernillos, pero es claro que no es lo mismo. Será un tiempo de reinventarnos”, dijo Andrea.
Por su parte, Cecilia, docente de 1ro y 6to grando en la zona norte de Santa Fe, comentó que “tuvimos muchos chicos que no tenían cómo ni con qué conectarse”. Ante ello, dispusieron “entregar las actividades impresas a las familias los días que venían al comedor”. Sin embargo, sostuvo que “no es lo mismo”.
“Muchos padres nos decían que no tienen las herramientas necesarias para acompañar a sus hijos en el estudio. Buscamos hacer actividades simples y de textos cortos, mezclando actividades propias y de los cuadernillos, para que los chicos los puedan comprender solos, porque hay padres que directamente no saben leer. Los resultados no son los mejores”, completó.
Familia y escuela
Más allá de custionamientos puntuales, tanto las familias como docentes valoraron el trabajo de la otra parte, en ocasiones compartiendo tareas, por lo que hubo reconocimiento de las funciones de la escuela y del hogar.
Desde Rosario, Marcela Goro, mamá de dos adolescentes de 3ro y 5to año, consideró que todo resultó “una prueba para todos”. “Vivimos en un departamento y fue difícil coordinar todas las actividades en un mismo lugar durante tanto tiempo. Tratamos de estar encima y manejarlo poco a poco, pero noté que ellos estaban agotados. Hubo hasta un cambio de horario en sus rutinas. Uno de mis hijos hace una tecnicatura y se hizo difícil coordinar con las consignas, compras de materiales y las entregas. Fue un poco estresante”, agregó Marcela.
En tanto que Jésica, docente y madre de la ciudad capital, reconoció que resultó “difícil combinar las dos facetas”. “Fue demasiado todo lo que estamos atravesando. Quedó todo en nuestras manos, con nuestra conectividad, tiempos desfigurados, tratando de encontrarle la vuelta para llegar a todos. Las familias se fueron adaptando, haciendo su esfuerzo. Pero creo que a veces romantizamos el esfuerzo docente”, manifestó.
Chat alerta - Riesgos
“Soy profe de secundaria en NRESO (núcleos rurales de escuelas secundarias orientadas) y es muy difícil conectarse con los alumnos de la ruralidad, ni por WhatsApp. En la ruralidad, la mayoría de los alumnos -en su mayoría varones- abandonaron por ir a trabajar con sus padres”, advirtió uno de los tantos comentarios con esta preocupación.
Descuido
“La modalidad de secundaria adulto nunca estuvo incorporada en ningún programa de conectividad, sumado a tener dos años en uno (como el caso 2°-3° y 4°-5°) que contempla inscripciones a mitad de año, por lo que la problemática que se vive en los EEMPA es mucho mayor”, se lamentó un integrantes respecto de las oportunidades en este nivel.
Mirada de galardón
Archivo El Litoral
Foto: Archivo El Litoral
María Cristina Gómez es rosarina, maestra de historia, directora de la Red de Educadores Innovadores y una de las mejores 50 docentes del mundo según el Global Teacher Prize 2019. Bajo su lema de que “el mejor maestro tiene que estar en los lugares más difíciles”, enseña en zonas postergadas del sur provincial y fue galardonada por ello.
Desde su perspectiva, sostuvo que “Santa Fe es una de las cuatro provincias que desplegó una plataforma virtual, aunque tenemos un alto nivel de desconexión que dificulta el acceso a los contenidos, por lo que hay un gran porcentaje de chicos sobre los que no sabemos qué, cuánto ni cómo aprendieron”.
“En consultas que hicimos a profesores por herramientas que utilizaron en estos meses, respondieron mayormente por Facebook, Drive o videollamadas. Esas no son opciones para el juego. Cuando se les presenta una alternativa interesante, los chicos aprenden el doble. Debemos superar las barreras de resistencia ya que la innovación permite resolver problemas creativamente y despertar el interés”, agregó.
En ese sentido, consideró: “La presencialidad va a ser la llave de salvataje de los desconectados. Pero no podemos esperar solamente que se baje línea del ministerio o la jurisdicción. Cada escuela debe ser el centro del aprendizaje en su comunidades y los directores tienen que ser los líderes pedagógicos”.
Visión de gestión
Archivo El Litoral / Pablo Aguirre
Foto: Archivo El Litoral / Pablo Aguirre
Juan José Llach es economista, sociólogo, miembro de las academias nacionales de Educación y de Ciencias Económicas y exministro de Educación bajo la presidencia de Fernando De La Rúa. Desde la premisa “escuelas ricas para los pobres” analiza que se puede llevar equidad a la segregación social en la educación argentina.
“La desigualdad en el acceso a la educación es uno de los grandes problemas del mundo, pero especialmente en los países emergentes. En el caso de Argentina, el nivel educativo es preocupante. Si nos remitimos a las últimas pruebas PISA, el mejor alumno argentino tiene el mismo nivel de aprendizaje que el peor de los estudiantes de los países desarrollados”, sostuvo Llach.
Respecto de los efectos de la pandemia, opinó que “es una gran amenaza, pero también una gran oportunidad”. “Creo que vivimos un tiempo de transformación. Lo mismo sucedió con la invención de la imprenta, que marcó grandes diferencias entre los que sabían leer y los que no; pero que a la vez extendió la educación a quienes nunca habían tenido la oportunidad”.
Apelando a su perfil administrativo, sostuvo que evitar las desigualdades dependerá de “políticas apuntadas a mejorar la brecha educativa, en equipamiento y conectividad. Además de una nueva ley de financiamiento educativo, para sortear un contexto de mucha restricción fiscal”.