Trabajar como árbitro de fútbol no es sencillo, pero al mismo tiempo puede ser una carrera profesional de éxito con la que sentirse totalmente realizado.
Con el paso de los años, el árbitro va cosechando experiencia y eso es algo que él mismo ya aporta para un colegio que sigue formando jueces con proyección nacional.
Trabajar como árbitro de fútbol no es sencillo, pero al mismo tiempo puede ser una carrera profesional de éxito con la que sentirse totalmente realizado.
Gastón Freyre nació el 7 de mayo de 1981 en la ciudad de Santa Fe. Pasó su infancia y parte de la adolescencia en el barrio de Ciudadela y ahí gran parte del tiempo lo hizo en el club Gimnasia y Esgrima. Después, con el paso del tiempo, vivió algunos años en el barrio Guadalupe Oeste, donde integró, como arquero, algunos equipos de ese lugar. Finalmente, y con una carrera arbitral en pleno ascenso se mudó a Santo Tomé, lugar donde reside en la actualidad.
—¿Cómo comienza tu actividad deportiva?
—Siempre me gustó el fútbol. Gran parte de mi adolescencia jugué al básquet pero siempre me mostré interesado en el fútbol. Mi viejo era árbitro de fútbol y de a poco comencé a ir a verlo. Compartía los entrenamiento y me fui enganchando. Después, a los 17 años, me decidí a probar y ver cómo era. Entonces comencé a concurrir a las clases teóricas, prácticas y físicas dónde conocí a Adrián Franklin, otro de los buenos árbitros que dio nuestra Liga Santafesina.
—¿Tu primer partido?
—Mi primer partido fue en una liga libre que en ese momento se jugaba detrás de la cancha de Newell’s, en barrio Roma. Allí seguí por un año hasta que fui convocado por la Liga Esperancina, en la que estuve solo seis meses. Después dejé de arbitrar por un tiempo hasta que en julio de 1999 llegué a Liga Santafesina. Ahí me encontré con el “Negro” Álvarez que en ese momento era el Instructor.
Esa es una de la anécdotas que no voy a olvidar jamás y por eso la quiero contarla. Álvarez me dijo “pibe, vos, ¿qué querés acá?”, asombrado le respondí: “Yo quiero dirigir liga oficial. Solo dirigí en Liga Esperancina”. Álvarez: “¿Y que categoría dirigías ahí?”. Yo: “Dirigía quinta división y llegué a hacer cuatro reservas”. Álvarez: “Ah, pero una reserva de ahí es como una sexta división de Liga Santafesina. No creo que estés preparado para dirigir acá”. Con una charla así, lo único que hice fue no volver a ese lugar. Lo primero que pensé era que Álvarez no me quería ahí. A las dos semanas recibo un llamado de Edgardo Arce (que lo conocía de la primera agrupación donde comencé) donde me decía que quería que asistiera a clases, que José Álvarez era así y que era su forma de probar a los árbitros. Entonces, como yo tenía ganas de dirigir, asistí a clases y esa misma semana me designó con una sexta división, como asistente de reserva y también en primera división.
—¿Cuándo dirigiste primera división y en qué partido?
—En el año 2003 debuté como árbitro de primera división en cancha de Independiente de Santo Tomé donde el “rojo” hacía de local y recibía a Floresta, un clásico. De esta forma continúe alternando en reserva, primera y haciendo de asistente. Así fui sumando experiencia y aprendiendo de grandes árbitros del momento.
—¿De quién te acordás?
—De Ezequiel Blanchet. De él aprendí muchas cosas del arbitraje pero especialmente lo destaco como una gran persona. Durante un año, hice de asistente suyo todos los fines de semanas.
—¿Cuándo llega el curso de árbitro nacional?
—En el año 2009 se abrió la posibilidad del curso nacional. Estábamos en condiciones de concurrir al mismo Carlos Córdoba, Adrián Franklin, Martín Mendoza y yo. El inconveniente era que la Liga solo mandaba dos árbitros para hacer el curso. Pasamos momentos difíciles porque queríamos ir los cuatro porque habíamos hecho méritos suficientes para eso, pero desde la dirigencia de la Liga nos decían que no era posible y que teníamos que hacer un examen para eliminarnos entre nosotros. Párrafo aparte para esto. Un día José Álvarez, ya internado, nos llamó a los cuatro al sanatorio para decirnos que “ahora me puedo morir tranquilo, los cuatro van a ir al curso nacional” y al otro día falleció. Gran enseñanza fue la que nos dejó José Álvarez.
Después, llegué a hacer el curso de árbitro nacional durante dos años. Teniendo como instructores a personas que también me dejaron muchas enseñanzas como Juan Carlos Crespi, Abel Gnecco y Carlos Córdoba. Al mismo tiempo me trataba de consolidar como árbitro de primera división en la Liga y comenzaba a sumar experiencia como asistente en lo que era el Argentino B. Cuando finalizó el curso y ya recibido de árbitro nacional, en diciembre de 2011 junto a Rubén Veggetti e Iván Rodaro debuté como árbitro en el Argentino B en el partido de Chaco For Ver vs Atlético San Jorge. De ahí en adelante tuve la posibilidad de conocer gran parte del país y sumar experiencia hasta los días actuales en los que seguimos teniendo la posibilidad de salir designados.
Para Freyre, muchos fueron los buenos momentos que fue compartiendo a lo largo de su carrera: “Un partido que me marcó fue el Chaco For Ever vs. Mandiyú en Resistencia junto a Maxi Moya y Mariano González. Partido importante por la instancia y por el marco por tratarse de un clásico, pero además de eso yo había viajado sabiendo que tenía mi abuela muy enferma y en el entretiempo de ese partido me informaron que había fallecido. Ése es un partido que me marcó por la mezcla de sensaciones que se presentaron en ese momento. Y un caso feo que viví fue en Coronda cuando al término de un partido de Liga un grupo de personas y un jugador me agredieron tanto a mí como a mis asistentes. Una situación que no viví nunca, porque fue a varias cuadras de la cancha cuando nos dirigíamos a buscar mi auto particular. Fue una especie de emboscada. Hoy ya tengo 39 años y estoy convencido de que todavía no me voy a retirar, igual estamos para sumar, colaborar y apoyar al Colegio de Árbitros. Hay una camada de jueces interesantes que vienen pidiendo pista”
“En cuanto a la pandemia, es una situación única nunca vista. Esto se lleva como se puede. Entreno todos los días con los trabajos que nos pasa nuestro profesor. Todo lo tenés que hacer en tu casa y llega un punto en que se hace tedioso, pesado y es difícil porque no motiva lo suficiente pero también la realidad es que hay que cuidarse y que hoy hay otras prioridades”. Gastón Freyre , arbitro Nacional