Mientras la provincia transita sus peores días en materia sanitaria, los referentes de las distintas fuerzas políticas entablan negociaciones, bosquejan estrategias y hasta ensayan candidaturas.
Mientras la provincia transita sus peores días en materia sanitaria, los referentes de las distintas fuerzas políticas entablan negociaciones, bosquejan estrategias y hasta ensayan candidaturas.
Hojean el calendario y ratifican que aunque públicamente sea desatinado plantearlo, las definiciones electorales para 2021 esperan a la vuelta de la esquina.
Ya lo habían adelantado las autoridades del Ministerio de Salud; julio y agosto serían los meses “más álgidos y críticos” como consecuencia de la pandemia. Y no se equivocaron. La semana anterior quedará registrada hasta aquí como la que contuvo los días con cifras récord de contagios. La curva empezó a crecer y no ha cesado.
Aun en ese contexto, el propio oficialismo reunió mediante videoconferencia a referentes de las 19 departamentales con el gobernador. En una extensa -y para algunos, catártica- charla de tres horas, se convino encarar un trabajo territorial que derive, esencialmente, en los armados electorales para los comicios intermedios de categorías locales -concejales, comisiones comunales-. Las candidaturas nacionales -diputados y senadores- exigirán otros ámbitos de discusión, aunque preliminarmente los “conectados” al cónclave se manifestaron proclives a replicar la estrategia de unidad que le permitió al peronismo recuperar el poder.
En el arco opositor, la clave sigue siendo cómo se reconfiguran las principales coaliciones. ¿Se reducen, se amplían o confluyen? En el Frente Progresista, la UCR, en tanto pueda sostener la unidad de todos sus sectores, intentará constituirse en actor principal del espacio para promover la incorporación de otras fuerzas, como el PRO. Pero la discusión no está del todo saldada ni en el seno del propio radicalismo. Hay allí, de todos modos, un estado de efervescencia que se traduce en los intentos por instalar públicamente potenciales candidatos -al menos, cuatro- para el Senado de la Nación. La espuma obligó a que algunos referentes socialistas le reclamaran al radicalismo bajar los decibeles y recuperar la calma. Les aclararon que el partido de la rosa no precipitará definiciones de candidaturas ni sus líderes -en especial, Miguel Lifschitz- bendecirán a otros postulantes, hasta febrero de 2021.
En el devenir, la gestión provincial. Y un desacople entre poderes y entre las propias cámaras legislativas, que obligó a diputados y senadores a detener el juego. La descoordinación parlamentaria entre los dos cuerpos tuvo varias evidencias. Por citar algunos ejemplos, dos medias sanciones cruzadas en la misma tarde sobre donación de plasma para Covid-19; y otras dos medias sanciones -una de Senado, otra de Diputados- por reformas al Código de Faltas para sancionar a quienes agredan a personal de salud. De allí, la decisión de promover una agenda legislativa común entre oficialismo y oposición que permita avanzar con la sanción de leyes concretas.
Paralelamente, la Legislatura también reclama mayor articulación con la Casa Gris. La determinación del Poder Ejecutivo de enviar su propio proyecto de Ley de Góndolas cuando Diputados había votado por unanimidad dos meses atrás una iniciativa en el mismo sentido, generó gran malestar. “Solía ser de uso y costumbre que el Ejecutivo adelantara verbalmente cuanto menos a los presidentes de bloque los proyectos que enviaría. Eso hoy no existe. No hablan con nadie y nadie sabe tampoco cuáles son las prioridades del gobierno”, se quejó un legislador. Y advirtió que no fue un buen comienzo, si la pretensión pregonada desde la Casa Gris de reconstruir el vínculo con la oposición había sido sincera.