Bipolaridad emergente y nuevo contexto internacional
"El único incentivo para distender la relación entre EEUU y China es un cambio en la Casa Blanca"
“Pese a los dichos o a los tuits, Trump siempre cuidó la relación con Pekin porque temía que un deterioro del vínculo hiciera caer en recesión a la economía Norteamérica”, dice Esteban Actis, doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario e investigador del Conicet.
Gentileza entrevistado Esteban Actis, investigador del Conicet
“Es central pensar que estamos en un contexto de disputa política y económica por el poder global entre los dos países más poderosos del sistema. En la historia de las relaciones internacionales, cuando hay una potencia en ascenso que empieza a converger con la establecida se produce una conflictividad sistémica. Graham Allison es un profesor de Harvard que estudió los dieciséis casos en la historia de la humanidad donde hubo una transición de poder y mostró que trece terminaron en un conflicto bélico. La conflictividad es inherente al momento que vive el mundo porque China ha acumulado recursos de poder, creció económica y militarmente en los últimos tiempos y está disputando con EEUU, que ha sido el poder hegemónico en los últimos 70 años. Con un colega mío, Nicolás Creus, hablamos de una bipolaridad emergente”, dice Esteban Actis.
-Tenemos una nueva bipolaridad pero no una nueva Guerra Fría ¿Por qué?
-Soy bastante crítico del concepto de Guerra Fría, porque confunde más de lo que aclara, ya que hay varias diferencias. La primera es que se trata de una disputa intra capitalista entre uno más liberal y moderado que confía en el sector privado y otro con una conducción estatal; pero en ambos el mercado juega un rol importante. En segundo lugar, porque hay una interdependencia mutua entre China y EEUU, una relación comercial, de inversiones y financiera, que la hacen una de las más imbrincadas del sistema, y eso no existía entre EEUU y la Unión Soviética. Una vez que desapareció la amenaza del nazismo, formar dos bloques autónomos fue muy fácil. Y la tercera gran diferencia es que en la Guerra Fría se vivía un momento de certidumbre, los estados eran casi los únicos actores del sistema; y actualmente estamos en un mundo entrópico, donde hay otros factores como empresas transnacionales, banca transnacional, crimen organizado, terrorismo o agendas como la pandemia de Covid19 y el cambio climático que están por afuera de los estados, inclusive de las grandes potencias, que hacen más complejo el mundo.
-Hasta ahora la disputa entre China y EEUU era básicamente comercial, donde por arriba todos tiraban de la cuerda pero por abajo negociaban, se decía una cosa pero se hacía otra. ¿Que detonó para que el secretario de Estado norteamericano dijera que su país quiere inducir un cambio en el Partido Comunista chino o que se vuelva a hablar de “mundo libre”, un lenguaje propio de la Guerra Fría?
-La pandemia. La interdependencia siempre existió y en EEUU siempre la consideraron positiva. Pasa que China está comenzando a disputar el liderazgo de la cuarta revolución industrial, sus empresas se están convirtiendo en un actor de punta en el 5G, la inteligencia artificial, la internet cuántica, la automatización.
-La más visible es la disputa por Huawei, pero no es la única.
-Son un montón de sectores. A partir del plan “Made in China 2025”, que pensó Xi Jinping cuando asumió en 2013, el objetivo fue poner el país a la vanguardia del capitalismo que se viene. Quien controle el saber hacer, el know how, es el que tiene la llave del progreso en sus manos. EEUU se ve amenazado seriamente por un actor no occidental y ambicioso como es China, con unos recursos de poder muy importantes. Ahí está la cuestión. La interdependencia se volvió muy cara. Hasta el año pasado cuando vía twitter o con algunas medidas Trump avanzaba, empresas le advertían sobre los costos económicos de profundizar la disputa y entonces retrocedía, buscando evitar que la economía norteamericana cayera en una recesión. La pandemia hizo que la economía estadounidense entre en recesión y los incentivos por cooperar o evitar la retórica con China desaparecieron. Trump en noviembre tiene las elecciones y la carta china es una de las pocas que tiene para intentar lograr ser reelecto. Creo que eso explica por que ya no hay treguas y a mi entender hasta noviembre vamos a tener una situación de conflictividad y tensión permanente.
Potencias y poder
-Hablás de los recursos de poder de China. ¿Cuales son? ¿Donde se ven en América Latina y en Argentina?
-Hay que diferenciar el poder como atributo del poder como ejercicio. Todo el mundo piensa el poder como posesión de recursos, pero en verdad es ejercicio: es la capacidad de un actor de moldear las preferencias e inducir al otro a que actúe como quiere. China se está transformando en una súper potencia porque tiene esas dos características. Es la segunda economía del mundo, tiene un mercado de 1300 millones de habitantes, cada vez más empresas multinacionales y vinculadas a la industria 4.0, es el mayor acreedor internacional y tiene 300 mil millones de dólares de reservas, muchos de los cuales son bonos del tesoro de EEUU, lo que muestra la interdependencia. También tiene desarrollo nuclear y es el tercer país del mundo con mayor capacidad militar, después de EEUU y Rusia. Y a diferencia de otros países como Alemania y Rusia, tiene la capacidad de ofrecer bienes públicos globales. Acá aparece este megaproyecto chino que es el de la “Ruta de la Seda”, que consiste básicamente en movilizar el ahorro de sus empresas para construir una infraestructura que le sea funcional a su desarrollo. A partir de este proyecto es que decimos que el mundo se divide entre el atlantismo de EEUU y la Ruta de la Seda de China, entre la capacidad histórica norteamericana de ofrecer a través de los organismos internacionales financiamiento y bienes públicos y el intento de China de equiparar ese lugar que EEUU via Trump tiene vacío o viene pensando que no es funcional.
-¿La pérdida del liderazgo de EEUU tiene que ver con un proceso que empezó hace años o con Trump?
-En el siglo XXI, EEUU tuvo una saga de fallas de liderazgo. Hay tres importantes. La primera fue la respuesta al atentado del 11 de setiembre de 2001, la sobre expansión imperial en Medio Oriente que llevó al país a una pérdida de liderazgo muy fuerte. Esto movió el tablero de Medio Oriente y hoy está pagando las consecuencias. La primavera árabe, la guerra de Siria, es producto inicial de su falta de liderazgo. El segundo fue la respuesta a la crisis financiera de 2008/09 donde mostró una economía apuntalada por el sistema financiero internacional, con una desigualdad creciente que ha deslegitimado la idea de EEUU como una potencia de igualdad de oportunidades y la tercera es la crisis del coronavirus y la ineficacia de Trump para manejar la situación. Lo que ha cambiado es que la respuesta de EEUU a esta situación es el repliegue a partir de la idea del “american first”, de que EEUU debe dejar de tener un rol protagónico en los organismos internacionales, dejar de financiarlos, hacer a un lado un conjunto de alianzas que siente que son disfuncionales como la OTAN. Hay una idea de que EEUU para recuperar protagonismo tiene que retrotraerse a si mismo. Esto es lo que cambia con Trump.
-Hay como una serie de hechos que vienen sucediendo cada vez mas graves entre EEUU y China ¿Dónde termina?
-Es la gran pregunta. Me parece que hasta noviembre que son las elecciones norteamericanas vamos a tener esta retórica encendida de ambos lados, con muchos fuegos artificiales como el cierre de los consulados que es más simbólica que efectiva, porque Beijing hasta que no sepa quien va a estar en la Casa Blanca no va a avanzar a negociar cuestiones estructurales como el vínculo comercial o el tecnológico.
-¿También incluís la disputa que se da en el Mar de China?
-Las cuestiones estratégicas militares llevan su tiempo. Lo que es verdad es que todos los actores involucrados se están preparando y movilizando recursos para una zona de eventualidad caliente. Pero insisto que hasta noviembre vamos a ver este tipo de comportamiento. Si Trump es reelegido creo que vamos a entrar en una etapa de inestabilidad sistémica muy fuerte en esta idea de bipolaridad rígida, con una tensión que puede escalar en otras dimensiones. Si gana Biden el enfoque no va a cambiar, EEUU no va a volver a pensar que China es un actor benévolo y la interdependencia es positiva. Lo que va a cambiar son los métodos, va a haber una vuelta a pensar a EEUU con sus aliados, a intentar contener a China con otros estrategias. Lo que estoy convencido es que el único incentivo para que esta situación distienda es un cambio en la Casa Blanca, no hay otro en el corto plazo una fue la gran tregua de Buenos Aires en 2018 o de Osaka en 2019.
Archivo El Litoral Trump y Xi Jinping se dan la mano durante la reunión del G20 en Buenos Aires.
Trump y Xi Jinping se dan la mano durante la reunión del G20 en Buenos Aires.Foto: Archivo El Litoral
Europa tras el acuerdo
-¿En este contexto que rol ocupa la Unión Europea, sobre todo después del histórico acuerdo al que llegaron la semana pasada?
-El acuerdo fue fundamental porque le aire y vida al proceso europeo. Sin él, tendríamos un proceso de integración en estado de coma. Por primera vez Alemania cedió en emitir una deuda comunitaria que es a lo que siempre se opuso y fue un tema central en la crisis griega de una década atrás. Esto permite que el liderazgo alemán que venía siendo cuestionado pueda sobresalir. En un mundo “hobbesiano”, de todos contra todos, que algunos actores se sienten, negocien y acuerden es simbólicamente muy importante. En un contexto donde nadie se pone de acuerdo y todos miran fronteras adentro, que la UE con sus problemas a cuestas haya logrado ese acuerdo es importante. En términos del lugar que ocupa en este mundo, la UE es un mercado importante, con actores importantes, pero es un enano en relación a EEUU y China. La gran pregunta es cual va a ser el rol de Europa en esta industria 4.0. Hay algunos que creen que tiene potencial para jugar y otros que se esta quedando atrás, pero lo que está empezando a percibirse es la tensión por esa bipolaridad. El caso del 5G lo muestra claramente. Hubo una preferencia por el capitalisnmo chino porque era mucho mas competitivo pero la alianza con EEUU lo esta llevando a intentar contener el avance de Pekin. Me parece que si Europa no fortalece su integración va ser presa de la disputa entre EEUU y China. La única manera que tiene para poder ganar autonomía es estando en bloque y unida para enfrentar el mundo que se viene.
Argentina y América Latina
-¿Como va a afectar esta situación a América Latina en general y a Argentina en particular?
-América Latina es una de las regiones que más debilitadas va a salir de la pandemia. El 2019 fue muy traumático para la región y va a caer 9 puntos promedio. La Cepal había dicho en diciembre del año pasado que si la región en 2020 crecía el 1 por ciento, el septenio 2014/2020 iba a ser el de peor crecimiento; que la década del 80, la famosa “década perdida”, iba a quedar atrás. Es una región, como lo planteamos en un articulo que escribí con Andrés Malamud, de una irrelevancia sistémica pero que en este contexto EEUU, porque la considera su patio trasero, la va a volver a mirar con ojos estratégicos. En realidad creo que nunca dejó de mirarla porque para una potencia hegemónica no hay zonas irrelevantes pero es verdad que América Latina en los últimos años era una zona no prioritaria. A mi entender este contexto de bipolaridad y una cada vez mayor influencia económica de China en la región va a ser que quede de rehén en una disputa entre las potencias en una situación totalmente desfavorable porque es una región sin atributos de poder, debilitada económicamente, fragmentada políticamente, sin espacio de concertación e integración que la puedan unir para tener una posición común.
-Con una economía desenganchada del sistema mundial.
-América Latina está fuera del capitalismo que se viene. No hay ningún país que tenga un programa estratégico en la materia. Siempre fue receptor de tecnología pero algunos países, Argentina y Brasil por ejemplo, tenían sectores avanzados. Argentina aún mantiene algunos como el satelital y espacial. Es una situación bastante dificultosa y con un panorama complicado. En general los países en desarrollo y periféricos se insertan en el mundo con dos objetivos: maximizar las oportunidades, que generalmente no son muchas, y reducir al máximo las amenazas. Estamos en un contexto de más amenazas que oportunidades para América Latina y el objetivo va a ser lograr reducir esas amenazas pero para eso se necesitan algunos recursos de poder, salir de la emergencia permanente, como es el caso argentino.
-En este contexto ¿Como va ser la relación con Brasil?
-Argentina y Brasil no están tan lejos. En términos estructurales tienen una situación parecida. Ambos forman parte de la zona estratégica de EEUU, pertenecen al TIAR, tienen cooperación militar con Estados Unidos y participan de la OEA. Ambos adscriben estratégicamente a EEUU. Y ambos tienen cada vez más dependencia económica con China. Lo que hay es un cambio en el enfoque de las administraciones. Mientras que Bolsonaro esta convencido de pagar los costos económicos por acoplarse a Washington, cosa de la que no están convencidos muchos de sus aliados, Argentina tiene una visión mucho mas conciliadora, busca equilibrar esta situación que es claramente dificultosa. Por eso es deseable que más allá de las diferencias ideológicas haya algún tipo de entendimiento entre la Casa Rosada y el Planalto para que, con el Mercosur detrás, puedan enfrentar la demanda de las potencias sobre el 5G, todo lo que tenga que ver con una mayor presencia militar norteamericana, la cuestión de las inversiones chinas, etc; porque las potencias dividen y reinan. Si Argentina y Brasil tienen su enfoque individual vamos a tener menos capacidad de sortear las presiones externas de las potencias.
-Además vamos a tener trabas para desarrollarnos porque lo que hay para Argentina y Brasil es volver a la primarización de la economía.
-Lamentablemente es así. Argentina y Brasil ya venían en el último lustro en un proceso de reprimarización de sus economías y la pandemia aceleró esa tendencia. Los números de las exportaciones indican que los dos países están exportando cada vez más productos primarios. Lamentablemente esta división internacional del trabajo clásica parece que se va a repetir de una manera acelerada.
África y la Ruta de la Seda
-Hablaste de la Ruta de la Seda como uno de los grandes proyectos chinos. Mucho se desarrolla en África. ¿Cual es el futuro de ese continente?
-Es una región donde China avanzó de manera considerable y donde tiene mayor influencia que EEUU. Claramente ha sido un continente donde Pekin ha puesto su interés y hoy gran parte del desarrollo de África está motorizado por la inversión extranjera directa china. Ahora, si América Latina tiene problemas estructurales África ni te cuento. Las proyecciones sobre cambio climático y desertificación indican que el 1 % de la tierra es inhabitable por el calor. Y mucho de ese 1 % está en el África subsahariana. Se espera que para el 2060 sea el 20 % y gran parte de África estaría en esa condición. Esta situación podría truncar los proyectos en el continente, que tiene mucho por crecer pero siempre ese potencial ha quedado en potencial. Tiene además un déficit estructural. Pensar un desarrollo capitalista moderno en algunos países africanos es dificultoso.