Hoy jueves se estrena en Cine.ar TV y el viernes en la plataforma Cine.ar TV la película dirigida por Juan Sasiaín y Ezequiel Tronconi, protagonizada por este junto a Mónica Antonópulos, junto a Andrea Frigerio, Boy Olmi y elenco. Con ellos pudo compartir El Litoral la génesis de esta creación colectiva.
Gentileza CineWorld / Vaimbora / Venteveo Uno de los cimientos de la cinta es la química entre Tronconi y Antonópulos, que se conocen desde los 15 años.
Hoy jueves desde las 20 en Cine.ar (repite el sábado a la misma hora) y desde el viernes en Cine.ar Play se estrena “El encanto”, película dirigida por Juan Sasiaín y Ezequiel Tronconi, protagonizada por este último junto a Mónica Antonópulos. Bruno y Juliana están en pareja hace muchos años. Ella quiere ser madre, él no sabe si es el momento. Tiene miedo a perder la libertad de la vida que lleva y comenzará a tomar una serie de malas decisiones que lo llevarán a poner en riesgo el futuro de la relación. Completan el elenco Andrea Frigerio, Boy Olmi, Yamila Saud, Michel Noher, Lucas Crespi y Sasiaín.
Gracias a la virtualidad, los productores, directores y el elenco pudieron volver a charlar sobre los personajes y compartir sus impresiones con la prensa.
La cocina
Sobre el proyecto, cuenta la productora Mariana Cangas: “Empezamos a trabajar hace unos años, cuando sus directores vinieron a nosotros con este proyecto hermoso y decidimos embarcarnos en en este viaje tan particular, que la verdad que no para de darnos gustos y placeres. Junto con Diego Corsini y Matías Lértora la produjimos; y armamos un equipo artístico, de técnicos, proveedores: todos los que participaron lo hicieron desde un lugar muy profesional, con alta factura, muy buena técnica y con un amor hacia el proyecto que hizo que cada instancia fuera un placer. Arrancamos la producción y justo tuvo que sobrevivir a una época en las que las políticas del Incaa y las ayudas al cine cambiaban; y aun así pudimos seguir adelante, terminarla, hacerla como nos gustaba y todo el amor que se generó alrededor fue iniciado por Juan Pablo, que es su cuarta película, y Ezequiel, que es su ópera prima”.
Sasiaín: —Trabajamos juntos en “La Tigra, Chaco”, y vi todas sus obra de teatro como director. Fui a su casa un día, luego de decirle: “¿Hacemos una peli juntos? Vamos a escribir algo que nos toque el corazón de los dos. ¿Qué nos une?”. Los dos teníamos la herida de que se nos murió nuestro papá joven, y queríamos hablar sobre la paternidad. ¿Qué pasaría cuando nos toque ser padres? Nos daría un miedo bárbaro, por la muerte de los nuestros.
Ahí empezamos a improvisar ideas en un papel afiche, sobre qué pasa en una pareja cuando la mujer quiere y el hombre se anima a dudar. No es que es un cobarde, sino que no quiere ser en automático sino ser sincero. Ahí surgió el guión que escribimos durante dos años, después sumamos a Diego y Mariana.
Tronconi: —Todo empezó en un partido de paddle en el Abasto, para convencerlo a Diego de que la produzca. Ahí continuó la aventura, con Diego, Mati y Maru. El cine es un trabajo colectivo, y acá tuvimos el placer de contar con un elenco fabuloso. A muchos los conocía y a otros no, como Boy: lo vi una vez en una charla TED y dije: ‘Qué maravilloso que fuese mi padre’. Y terminó interpretando a Rudy de una forma maravillosa.
La fuimos reescribiendo en el momento del rodaje: cada día dábamos un lugar para la libertad creativa, para que cada uno pueda poner su sello, su sensibilidad. La premisa era encontrar cada día un momento mágico en las actuaciones, en lo visual. Eric Elizondo fue una parte fundamental: además de ser el director de fotografía hizo cámara, estaba muy atento a lo que estaba pasando con cada personaje, con las miradas, los reflejos: buscaba un vidrio o un espejo en cada locación para jugar con eso, no ver siempre directamente a los personajes, los empezamos a ver reflejados. Después aportó Gustavo Pomeranec con la música.
La química
Ezequiel rescata: “Algo importante para mí fue trabajar con Mónica Antonópulos, que la conozco desde los 15 años: canté en su cumpleaños de 15, lamentablemente para ella (risas). Tocaba en una banda donde el baterista era su primo, nos fuimos cruzando en el colegio, trabajamos en el video de ‘Crimen’, de Gustavo Cerati: cuando Joaquín Cambre estaba buscando la protagonista le dije ‘Mónica’, una día que la cruzamos en Niceto. En un momento empezamos a ensayar una obra. Cuando surgió la posibilidad de que ella sea Juliana fue increíble: hicimos una prueba en un bar, con Mati Lértora grabándonos con un celular, la segunda con Juan. El elenco se armó en bares: Boy nos llevó a un bar en el Bajo y nos llevó a otro mundo. Andrea pidió ‘lo de siempre’ y le trajeron agua tibia. Lucas es como un hermano para mí, y con Yami nos habíamos cruzado, pero nunca habíamos trabajado juntos”.
Sasiaín: —Me acuerdo cuando Ezequiel y Mónica improvisaron en un bar una de las escenas, y ella terminó llorando y gritando, emocionándose. Sentí que iba a tener un vuelo ese vínculo.
Antonópulos: —Desde que filmamos pasó de todo, en mi caso mi segunda maternidad. Ahora cuando la volví a ver me sentía vieja, con respecto a interrogantes que cuando filmamos los sentía muy cercanos.
Cuando mejor uno funciona es cuando hay un ambiente hecho de amor, y eso se ve. Estoy contenta de estrenarla en este contexto: estas perlitas vienen a mimar un poco y a estimularnos a seguir confiando.Me gustó interpretar a Juliana desde una mujer que está en un momento de expansión laboral. Si bien se muestra sutilmente, estaba en un momento de reconocimiento y se encuentra con este deseo o necesidad, con un proceso que ella venía madurando más que Bruno, su novio. Las cosas importantes se atraviesan muertos de miedo.
Con Ezequiel siempre nos reímos mucho, pusimos eso al servicio de la película. Hicimos también unos trabajos de bioenergética.
Tronconi: —Juan nos hacía quedarnos cinco minutos mirándonos a los ojos, hablando de cómo nos veíamos a los 15 y cómo ahora. Y trabajo con objetos: cuando hicimos la escena dramática en el estudio Juan nos invitó a llevar un objeto mágico.
Antonópulos: —Llevé las mamushkas de Camilo, mi hijo.
Tronconi: —Yo llevé un muñeco de ET que me había regalado mi viejo hace mucho, que era mi cábala. En cada escena nos mirábamos a los ojos, hacer un ejercicio, o bailábamos mucho antes de cada escena. Hay un texto que dice Mona que lo propuso ella: “¿Vos te das cuenta de que nunca me preguntás si yo tengo miedo? Estoy muerta de miedo”. Es el broche de la película.
Antonópulos: —Es una creación que se convirtió en colectiva. A veces no pasa, es un trabajo distante. Acá ustedes tuvieron esa generosidad desde un principio.
Tronconi: —Era una picardía perderse ese potencial creativo.
Los padres
“Hace poco tiempo en una entrevista que le hice a Quino, tuve el atrevimiento por qué no había tenido hijos. Sabía por qué se lo había preguntado: la Guerra Civil Española lo había marcado mucho y la muerte de sus padres”, comenta Olmi. Y relata su llegada al proyecto: “En cada toma, en cada reunión, tanto Juan como Ezequiel pedían la aparición de la magia. Y creo que a todos nos ocurrió. A Ezequiel no lo conocía, estaba en gira con ‘Casa Valentina’, en el auto con Fabián Vena y su esposa, Paula Morales. Me llega el mensaje y Paula dice: ‘Tenés que aceptar a ciegas, porque es un tipo con entusiasmo y creatividad’”.
También puso lo suyo en el producto final: “Frente a la libertad creativa que compartimos, había un espacio para que cada uno trajera lo suyo. Tuvimos varios encuentros para ver cómo iba a ser este padre que tenía que interpretar: músico, con mucha modernidad, pero atravesado por lo que nos atraviesa a los demás. Les conté cuando yo me estaba preguntando cómo sería ser padre: antes de que naciera mi hijo le transmití a un amigo que ya era padre, y me dijo: ‘Es todo lo contrario a perder libertad, no te va a reducir tu espacio creativo, te va a ensanchar’. Y ese pensamiento está en la película y en el tráiler”.
Tronconi: —Tengo una amiga, Moyra Agrelo, que cuando le pedí frases que le hayan dicho me tiró: “Mi hermano tiene tres pibes y dijo que los hijos te erosionan”. Ahí se completaron los puntos de vista.
Frigerio relató que “hace algunos años que hice con Diego y Mariu ‘Pasaje de vida’, era un personaje que me gustó mucho componer; después ‘Sólo el amor’, y ahora este personaje, que aparece y deja un color: el de una madre que todavía no se enteró que es madre. La vida la llevó a ser mamá y no abandonó su egocentrismo. Lo sentí así y así lo compuse. En mi caso personal, tuve un hijo a los 19 años, la vida me lo presentó sin haberlo siquiera pensado; y me cambió para siempre el eje de mi vida. Me alucinó dejar de ser la protagonista de mi vida, y que sea mi hijo Tomás, que cumplió 38 años”.
Y añade: “Este personaje lo construí con el signo opuesto: que sigue siendo la protagonista de su vida, y sólo le importa lo que está pintando. Yo no me hago cirugías ni botox, pero este personaje me lo pidió, y me puse botox, para poder transformar esa mirada, distante de la realidad de su hija y de lo que le venía a mostrar. Ella sólo quiere conectarse con la belleza de Ezequiel, quiere pintarlo desnudo. Algo muy bizarro, pero que se presenta mucho en la sociedad. Pude construir un personaje distinto a los de otras películas”.
Sasiaín: —La verdad es que el texto fue muy pequeño, pero lo tomaste como un trampolín. Incluso el espacio sugería un atelier de pintura y tomaste eso, improvisando cada línea.
Tronconi: —Todas mis caras de sorprendido eran en serio: “Andrea Frigerio me está diciendo esto” (risas).
Frigerio: —Lo mejor que nos puede pasar a los actores es la invitación a jugar, como cuando éramos chicos pero con muchas más herramientas. Me aportó mucho ser dirigida por un actor, por la escucha.
Los compañeros
Para Saud, “la experiencia fue hermosa, es un cliché pero fue un encanto. En diciembre cumplo mis 30, y estoy con ganas de ser mamá, pero falta un poco”. Agrega que para ella “la familia es muy importante. Hace cuatro años atrás (y antes) quería reconectarme con mi familia en Italia: mi bisabuelo se fue después de la Segunda Guerra Mundial y nunca más se conectó, nunca más supo nada de su familia. Después nacieron mi abuela, mi mamá, y yo tenía algo, quería saber qué pasó con esa parte que me faltaba. De chica a mi papá no lo tuve, así que sentía una responsabilidad. Me fui a Italia, entre a la comuna, y conocí a mi familia. Me encantó que quede contado en la película. Ahora estamos todos en un grupo de WhatsApp, aprendiendo italiano, ellos vinieron y nosotros fuimos. La familia es el amor más puro, junto con los amigos y la familia que uno va encontrando”.
Tronconi: —El relato de Yami y el mío surgieron ese mismo día, en esa noche de fiesta había un texto pero el dueño de la casa me cuenta que desde ahí él se había ido a Uruguay en bote. Ahí me acordé de lo de Yami, y eso surgió en ese juego.
Sasiaín: —Con Lucas (Crespi) nos encontramos en su casa, tomamos un vino, y en un momento nos empieza a contar anécdotas de un director técnico, con frases y consejos. Pensé: “Esta tonalidad para el personaje de Tomi puede andar”
Crespi: —No soy muy futbolero, pero hay algo que me llegó de la figura de Marcelo Bielsa, de su carácter y sus formas. No me acuerdo por qué, pero hablamos de eso.
Tronconi: —Había todo un texto de Bielsa que tenía con Lucas en una escena, una de las cuatro o cinco que quedaron afuera del montaje. Y toda la escena de la vinoteca está hecha con cosas personales: queríamos algo que a él lo asuste con el tema de los chicos, y metimos esto de que alguien le lleve viandas y vaya con el hijo, quedó muy gracioso en la película.
Noher: —Mi personaje es coconductor de un programa culinario de televisión, tan en boga en estos momentos; sin embargo lo filmamos hace dos años atrás. Es una alegría que se estrene: sabemos la dificultad que para el cine de autor tiene estar expuesto.
Sasiaín: —Te felicito enormemente, fue una perla: hubiéramos escrito más escenas para vos. Muy bueno tu trabajo de improvisación con Ezequiel y Mona.
Noher: —Son escenas más de situaciones, de encontrar cierto humor en la incomodidad del momento: de estar y no sabemos por qué te pusieron ahí. Un poco como ustedes conmigo en la película (risas). A Eze lo conozco hace mucho tiempo, somos amigos; a Mona la conocía de vista, y rápidamente se armó algo de mucho juego y comunicación ahí. Se ve en la pantalla, es muy fresco lo que ocurre ahí.