Es cierto que el mercado de pases está quieto, que no hay posibilidades de ventas (es poco lo que se mueve en ese rubro), que la enorme mayoría de los jugadores que se incorporaron (menos de 30) llegan con el pase en su poder, que hay un universo gigante de futbolistas que quedaron libres y que hay que ajustar al máximo el presupuesto pensándolo austero y sin mucho margen para tirar “canitas al aire”.
Dentro de este panorama que es general, Unión, en particular, ha mantenido una consigna a lo largo de este tiempo: ajustarse a un presupuesto condicionado al ingreso televisivo. Pagando menos que otros, con Madelón arreglándose con lo que el club estaba en condiciones de darle, el proyecto futbolístico funcionó. Dos clasificaciones para la Sudamericana y un promedio sin sobresaltos son la clara muestra de que se subió la vara. El traspié en la última campaña, que fue floja, declinante y un fracaso en ese intento de dar un salto de calidad, concluyó con el agotamiento del técnico que comandó todo este proceso —apenas con un pequeño paréntesis— en los últimos seis años.
Cuando a Madelón lo fueron a buscar cuando apenas hacía nueve meses que se había ido, allá por mediados de 2017, no sólo se acertó con los refuerzos en todas las líneas, sino que el equipo tuvo una fortaleza ofensiva que hacía un tiempo que se había perdido. Entre Gamba y Soldano hicieron 18 de los 33 goles de Unión en la temporada 2017-2018, el equipo salió décimo y clasificó para la Sudamericana. Nada que reprocharle a la eficacia de sus delanteros.
Transferido Soldano —venta desaprovechada con un ingreso por debajo de su valor real y que le impidió arreglar algunas cuentas o jerarquizar el plantel—, Unión tuvo que depender del inestimable aporte goleador de sus volantes en la temporada que le siguió. En 2018-2019, otra clasificación para la Sudamericana tuvo esta vez la eficacia de dos mediocampistas para convertirse en goleadores del equipo. Fragapane, con 7 goles y Zabala, con 6, fueron los “artilleros” que disimularon la escasa capacidad de gol que tuvieron los delanteros.
Ya habían quedado muy atrás en el tiempo los 18 goles que cosecharon entre Malcorra y Triverio, en 2015. En el caso de Triverio, fue otro delantero al que Unión convirtió en goleador, porque no venía con esa chapa. En la B Nacional formó una dupla implacable dupla con Guerra y luego, ya en la máxima categoría, siguió aportando esa dosis goleadora que lo llevó a ser transferido a mitad de ese torneo de 2015 con un ingreso de 1,1 millones de dólares por el 50 por ciento que el club había adquirido en ese momento.
Ya con Riaño no tuvo la misma eficacia pero no defraudó, fue de menor a mayor y terminó bien. Con Soldano se encontró el “9”. Y luego se abrió el impasse. Bou y Troyansky hicieron 9 goles en la última temporada, Mazzola ayudó en algo pero aquélla lesión sufrida en cancha de Banfield le relegó oportunidades y ahora sólo quedó Troyansky, que tranquilamente podría haberse ido por un préstamo tentador de 250.000 dólares que ofrecía el Puebla, con una opción de 2 millones de dólares (Unión también posee la mitad del pase del delantero que vino de Bahía Blanca).
El presidente habló de la deuda que tienen Central y San Lorenzo con Unión, que es en dólares y con intereses. Viéndola como “inversión”, se podría admitir lo que Spahn señala (“Estamos resguardados y tranquilos porque si no pagan, la deuda se actualiza”). Pero lo que se necesita es dinero y Spahn, más que nadie, lo sabe. Sin Bou y Mazzola, sólo con Troyansky y los chicos del club que han quedado o alguno de los que han regresado, Unión necesita imperiosamente que lo que se sume arriba sea lo más cercano posible a un verdadero “refuerzo” que a una incorporación.
Vamos a un nombre que se menciona: Sebastián Ribas. Delantero uruguayo, 32 años, de muy buena actuación hace dos años en Patronato, cuando salió segundo en la tabla de goleadores, detrás del “Morro” García e igualando en cantidad de goles ni más ni menos que uno de los jugadores más cotizados del fútbol argentino a nivel mundial: Lautaro Martínez.
Ribas se fue a Lanús, que pagó algo más de medio millón de dólares y al año siguiente, el que pasó, lo cedió a préstamo a Rosario Central por 250 mil dólares que debieron pagarse prácticamente de contado. En Rosario Central convirtió tres goles en un equipo que tenía buena competencia en ofensiva (Marco Ruben, Gamba y Riaño completaban el cuadro de delanteros, más un Ciro Rius de llegada al gol). Sin dudas que los 13 goles en 24 partidos que marcó en aquella temporada en Patronato de Paraná, con Juan Pablo Pumpido de entrenador, no sólo fueron la mejor marca personal en toda su extensa trayectoria, sino que se dio el gusto de convertir la mitad de los goles de su equipo. Por eso, con 30 años, Lanús lo compró.
Hay que poner los “tejos” en reforzar el ataque. Madelón lo tuvo entre ceja y ceja a Walter Bou desde principios del año pasado. Lo trajo a mitad de año, pero antes lo había sumado a Mazzola. Troyansky ya estaba y Cuadra no cumplió aquél rol protagónico que había tenido Gamba como segundo delantero, como compañía del “9”.
Se extraña aquella dupla Gamba-Soldano. Uno lee y escucha a la prensa porteña cuando habla de Soldano y lo colocan como el acompañante ideal para Tevez por todo lo que corre y se sacrifica como primera línea defensiva en Boca, algo que Carlitos, en este tiempo, ya es imposible que pueda hacer. Soldano, a eso, lo hacía muy bien en Unión. Y Gamba lo acompañaba. “Con Franco nos conocemos de memoria, no necesitamos ni vernos. Si yo desbordo por el costado, sé muy bien adónde tengo que poner la pelota porque sé de antemano adónde va a picar él”, contó Gamba alguna vez.
Eso nunca lo pudo lograr Madelón con posterioridad. Trajo a un jugador de despliegue y sacrificio en la cancha como Troyansky, le inculcó lo propio a Bou y trató de “transformar” a Mazzola para convertirlo en un jugador que no espere la pelota sino que vaya a buscarla y que colabore con el resto. Lo disimuló, porque ese Unión que se quedó sin los dos delanteros, todavía mantenía vigencia en el resto de la cancha con un funcionamiento aceitado y memorizado.
Salvo raras excepciones de partidos que saltan rápidamente a la memoria, como por ejemplo el de ida ante Mineiro o el muy buen primer tiempo ante River, Unión no pudo ni siquiera mantener el nivel de los torneos anteriores, cuando lo que se buscó fue el “salto de calidad”. Hubiese sido lindo verlo a Bou en otro contexto, por ejemplo, más cercano al de ese funcionamiento estupendo del equipo con jugadores que en el torneo pasado ya no estuvieron, como Zabala, Mauro y Bruno Pittón o Fragapane.
Volviendo al presente, la búsqueda del “9” se impone. O mejor dicho, de los delanteros que lleguen para mejorar un sector en el que Unión ha quedado bastante “flaco” de posibilidades. Azconzábal espera lo que pase con la negociación por Bottinelli para pedir jugadores en defensa, un “5” de marca y delanteros. Se fueron muchos jugadores, pero además, hubo puestos en los que la respuesta individual y colectiva terminó siendo insuficiente, como por ejemplo pasaba en la mitad de la cancha. Bonifacio, Jalil Elías, Bonifacio, Méndez, Braian Alvarez, el propio Milo que jugó algunos partidos como carrilero por izquierda, ya no están. Quedó Cabrera —un buen refuerzo que se ganó de entrada su lugar—, Carabajal y jugadores que han tenido poco rodaje como Assis y Cecchini. Pero el tema está arriba y hacia allí hay que dirigir la mira.
No hubieron avances —en realidad, tampoco retroceso— en las gestiones que se siguen adelante para definir la continuidad o no de Jonathan Bottinelli.
El defensor tiene una oferta concreta de Unión para renovar el préstamo que venció el 30 de junio. Azconzábal lo pretende, pero indudablemente está manejando también otros ofrecimientos y por eso se dilata la definición.
Hasta el momento, la única novedad es la continuidad de Santiago Moyano. Luego, poco y nada es lo que se sabe, sólo versiones que ganan la calle pero que no tienen ningún tipo de respuesta a nivel oficial, como los nombres que han surgido a la luz, como los de Sebastián Ribas, la posible vuelta de Juan Ignacio Cavallaro, la continuidad de Walter Bou (Russo debe definir si lo tendrá o no en cuenta), entre otros jugadores.
Por la salida de Milo, es casi un hecho que Unión saldrá al mercado también para buscar un defensor por izquierda. En su momento surgió el nombre de Rossi, que está en Olimpo y también de Castet, de Sarmiento de Junín, aunque en este último caso se lo estaría descartando.