Del 57 al 63 %: así aumentó la previsión de pobreza infantil que realizó Unicef Argentina para fin de año. Es decir que 2020 terminará con 8,3 millones de niños, niñas y adolescentes en esa situación. La pobreza extrema -que se preveía en 16,3 % será de 18,7, con un alcance a 2,4 millones de personas de esas edades que viven en hogares donde no es posible cubrir la canasta básica de alimentos.
Los datos que corresponden a la "Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia COVID-19 y las medidas adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana" fueron difundidos este miércoles por teleconferencia de prensa -de la que participó este diario- a cargo de Luisa Brumana, representante del organismo internacional en la Argentina; Sebastián Waisgrais, especialista de Inclusión Social y Monitoreo e integrantes del equipo de Unicef.
Las primeras previsiones elaboradas en el marco del Plan de Respuesta Covid se conocieron en mayo y fueron elaboradas en base a datos de la encuesta Permanente de Hogares, cuentas nacionales y pronósticos del PBI. Desde entonces, los indicadores de actividad económica se modificaron para peor: la reducción del PBI pasó del 5,7 al 9,9% para 2019-2020, y la recuperación va a ser más lenta a lo esperado: 3,9 en lugar de 4,4 %. ¿El resultado? Peores condiciones para los sectores más pobres y para quienes, aún en esa situación, habitan en barrios informales y pertenecen a grupos con baja o nula formación escolar.
Esta "segunda ola" de encuestas sobre pobreza infantil monetaria se hizo sobre hogares que ya habían sido consultados tres meses atrás, pertenecientes a 260 localidades de 2000 habitantes o más, ubicadas en todo el país. Es decir que se trata de una actualización cuyo impacto -alentó Brumana- debería ser tomado en cuenta en la toma de decisiones y en la conciencia pública.
A su turno, Waisgras repasó algunos de los indicadores obtenidos, luego de advertir que 2019 terminó con un 53 % de pobreza monetaria infantil, la estimación para fin de 2020 era de 58,3 % y el nuevo cálculo, en base a las variables ya explicadas, roza el 63 %. "La pobreza aumenta y la pobreza extrema lo hace aún más: 16 % la primera y 33 % la segunda",expuso el especialista para graficar que "los más afectados son aquellos en situación de indigencia o pobreza extrema" que presentan viariaciones aún más profundas.
El relevamiento realizado ahora distinguió entre hogares en cuarentena estricta y flexible, y sumó dos indicadores nuevos: primera infancia y salidas recreativas.
Algunos de los resultados:
Hogares con ingresos laborales reducidos: en abril (mes de mayor caída de la actividad económica) era un 60 % y ahora 45 % (indicador positivo pero en contexto de mayor asistencia y, en algunas regiones, apertura económica). De los 2,6 millones de hogares con ingresos reducidos, la mayor proporción es de disminución en la cantidad de horas de trabajo, y hogares con miembros que bajaron las ventas, changas.
Endeudamiento: el 25 % de los hogares tiene al menos una deuda, el 15 % tuvo que recurrir a algún préstamo o fiado.
Transferencias sociales: El 70 % de quienes perciben el Ife tiene cobertura pública de salud. El 20 % de los hogares tuvieron rechazo del Ife. Hay una valoración positiva de la sociedad sobre las transferencias a personas y asistencia a empresas y un 73 % piensa que las ayudas se tienen que mantener en el tiempo.
Consumo de alimentos: Pequeña mejora en el indicador de cantidad de hogares que tuvieron que dejar de comprar algún alimento. Aumentó del 8 al 19 el porcentaje de quienes tienen que asistir a un comedor comunitario, pero se incrementó su accesibilidad, probablemente, por el fuerte trabajo comunitario.
Primera infancia: Casi el 50 % de chicos y chicas de hasta 6 años manifestaron alteraciones en la comida -por escasez o exceso-, el 46 % reveló alteraciones en el sueño y un 16 % problemas de comunicación.
Salidas recreativas: El impacto fue positivo en la enorme mayoría de la población consultada.
Educación: En el 95 % de hogares con NNyA que asisten a educación obligatoria hay continuidad pedagógica, pero el 13 % tuvo baja o nula intensidad en las actividades escolares. Alta incidencia de programa Seguimos Educando, que tiene apoyo de Unicef.
Adolescentes: Un 26,8 % se sienten angustiados, un 11,2 % deprimidos y más de la mitad habla de estos temas con sus madres. Lo que más les cuesta es no ver a sus amistades (73 %) o no poder salir (51 %). El temor a que un miembro de la familia se enferme creció entre abril y julio del 47 al 63 %. Un dato preocupante: el 17 % dijo estar expuesto a través de las redes sociales a situaciones de discriminación, maltrato o ciberbullying. Un 43 % manifiesta miedo a contagiarse cuando se reanuden las clases presenciales.
Género: Las mujeres siguen sobrecargadas de tareas y sólo logran en un 39 % conciliar actividad laboral con trabajo en el hogar (deberes escolares, comidas, cuidado de niños, etc).
Uno de los aspectos centrales en los que se encuentra trabajando Unicef es en los efectos de la pandemia sobre la salud mental de la población infantil y adolescente. En ese sentido, el organismo anticipó que está colaborando en un Plan Nacional para abordar esa temática.
Principio y final de la película
Esta última medición de Unicef se propuso distinguir los efectos de la pandemia entre zonas en cuarentena estricta y aquellas donde ya existe flexibilidad. A estas últimas se las evaluó como "el final de la película", que ocurre cuando se habilitan actividades, se retorna al trabajo, se retoman los controles de salud y se favorecen las acciones preventivas como la vacunación, que aumentó en regiones donde se pasó del Aspo al Dispo. En esta última fase, un 93 % de personas encuestadas evaluó que se cumplen las medidas de higiene en sus lugares de trabajo, que hay un uso extendido del tapabocas pero menos adhesión al distanciamiento social.