A bordo de su proyecto post-Los Látigos, el músico editó recientemente su segundo álbum, "Desposeído". El disco fue producido por Yuliano Acri y cuenta con importantes colaboraciones como la de Daniel Melero.
Gentileza Santiago Contreras En la discografía del autor, Desposeído se presenta como un álbum más sincero que tiene menos pose y no espera un efecto .
A principios de la década del '10, Marcelo Zeoli dio vida a El Dependiente. El proyecto, titulado como una película de Leonardo Favio, operó como una reinvención para quien fuera cantante de Los Látigos. Además del cambio de artículo (de plural a singular), el músico sintió "cierto romanticismo", una atracción particular por el personaje de Fernández (Walter Vidarte), "alguien que tiene una fragilidad porque depende de algo".
En junio, El Dependiente lanzó su segundo álbum, "Desposeído". El 16 de agosto será publicada una edición deluxe a través del sello mexicano Panoram Discos. Sobre este punto, orbitó el encuentro telefónico entre El Litoral y Zeoli.
Son poemas
Un hombre de mediana edad, fumando frente a la ventana. En calzoncillos. Está adentro, de fondo una pared agrietada y en el piso caídas una botella y lo que parece ser un origami. Afuera, una construcción antigua. La imagen de tapa es una buena forma de ingresar en el universo de El Dependiente. "No planeé hacer una foto en calzones", reconoce Zeoli. Con la aprobación de Manu Morales, encargado de la portada de "Mensaje Nuevo", el músico agregó un filtro que da un toque "un poco ocasional, un poco jugando". La extrañeza del turista argentino en Amsterdam además pareciera comunicar el suspenso de no saber qué pasa detrás de la ventana. "O, tal vez, esperando que pase algo... o asumiendo que no va a pasar nada. Esa belleza de saber que no va a pasar nada".
En "Desposeído" (2020) salta a la vista el concepto. Y si quedan dudas, remitirse a la canción homónima: "elegir vivir desposeído / es elegir vivir sin dirección". Despojo, intimidad y liberación son nortes para entender los atributos propios del álbum y diferenciarlo de su antecesor, "Mensaje Nuevo" (2012). Musicalmente, resume Zeoli, "tiene mucha menos artillería. Hay menos instrumentos, menos carga". En el plano lírico, el artista se queda con las palabras "simple" y "concreto". "Supongo que me deshice de lo que no necesitaba para transmitir un mensaje".
Pero, la simpleza no es sinónimo de facilismo o mínimo esfuerzo. Hasta podría decirse todo lo contrario. Hay un trabajo palabra a palabra, verso a verso, que lo emparenta con la poesía. Si en el primer álbum había un mayor interés por las conversaciones, aquí se destaca la composición del paisaje, la fotografía de los textos. Hace un tiempo, Marcelo fue invitado a leer las letras de sus canciones en un ciclo de poesía. "Sin la música, noté que funcionan muy bien. Definitivamente, son poemas".
Des-pose-ido
La pandemia del Covid-19 ha puesto a la luz fragilidades y potencialidades de la Industria del Entretenimiento, al tiempo que sirvió para visibilizar el contexto de producción de una obra. En el caso concreto de "Desposeído", su historia parecía destinada a avanzar simple a simple... hasta que fue decretada la Cuarentena.
"Estaba preparando el cuarto single y terminé cuatro o cinco canciones juntas. Se me ocurrió lanzar un álbum. Cuando empecé a hacer el orden, saqué un par de canciones, para darle una mayor contundencia y un desarrollo estético y poético que me cerraba por todas partes". En 28 minutos repartidos entre ocho estaciones donde dialogan géneros como ambient y folclore, el álbum logra sostener un lenguaje y una atmósfera que, además de la música, incorpora otras texturas, como los paisajes sonoros. "El tiempo es más breve porque ahora las cosas han cambiado mucho. Es más difícil reclamar 45 minutos de atención que 28".
Entre "Mensaje Nuevo" y "Desposeído" hubo muchas resignificaciones, que el músico ampliará en el próximo apartado. Zeoli guarda en su radar musical las escuchas de Frank Ocean, Miles Davis y Chet Baker. A éste último, afirma, "le debo mi cambio en la manera de cantar y de abordar las canciones con un tono más relajado". Y en las letras, poemas como bautizó antes, "hay mucha menos arrogancia respecto al personaje de Los Látigos y de mi primer disco. Es más sincero y tiene menos pose, no espera un efecto. Como yo entiendo la música que hago, a veces sirven la provocación, la ironía y el cinismo. Pero, en este álbum, no hay nada de eso".
Lo inesperado
"Los años pasaron volando", reconoce Zeoli sobre la distancia entre ópera prima y sucesora. Ese tiempo tuvo que ver con un reordenamiento emocional, espacial y económico. "Estaba un poco desilusionado con el negocio de la música, con la idea de laburar de esto. Pero, el entusiasmo volvió". Así, el artista volvió a reconocerse como tal en gestos como la adquisición de nuevos instrumentos y las incipientes grabaciones caseras. Y la perspectiva adquirida tuvo efecto. "Creo que me dio frescura cuando me volví a enfrentar con la hoja en blanco. No tener el mecanismo de componer, arreglar o estructurar una canción, haber dejado esas prácticas, me dio otro abordaje. Además, sin la presión por que te escuchen, sin ambición ni expectativas por lo que pase, sin público", cierra con una risa.
Así, desde la extrañeza y sin un plan, El Dependiente elaboró, haciendo suyas las palabras de García, "un disco con música del alma". Una obra que "tiene mucho de cine" y en la que se destaca la producción de su amigo Yuliano Acri. Pero también, sobresalen nombres como los de Daniel Melero, Leo García, Carola Bony, Bruno Albano (Banda de Turistas) y Guille Rodríguez (Avto). La conexión con Melero viene de larga data. El ex vocalista de Los Encargados (banda icónica del sonido de los '80, que Zeoli tributó en un álbum homenaje) produjo los tres primeros discos de Los Látigos. "Es una persona que admiro mucho y siempre me apoyó. Hablamos bastante seguido y me gusta mostrarle el material con el que voy avanzando". En la canción que da nombre a la obra, Melero aportó una parte ambient. "Se la habíamos mandado para que ecualice las guitarras, creo. Y él le agregó una parte. Cuando trabajás con Daniel, tenés que estar dispuesto al factor sorpresa, que no siempre es lindo... ¡pero sí sorpresivo! Es el valor de lo inesperado", remata con voz cómplice.