Denunció un abuso intrafamiliar, se llevó a su hija a vivir con él para “resguardarla” y durante el mes que compartieron la “protección consistió en abusarla nuevamente”. Así concluyó su pedido de prisión preventiva la fiscal María Celeste Minniti, al frente de la causa que tiene como víctima a una niña de 13 años.
El juez Octavio Silva ordenó la cautelar de máxima por considerarla proporcional, a raíz de la calidad de la prueba y las evidencias que incriminan al imputado Luis P. Consideró la declaración de la víctima en cámara Gesell como un elemento de “suma contundencia”, ya que la menor presentó un relato sin “ningún tipo de fisuras”, coherente, consistente y constante, que además mantuvo a lo largo del tiempo y en cada oportunidad en la que expresó lo sufrido.
El inicio de la investigación se remonta al mes de febrero, cuando la madre de la niña realizó la denuncia luego de que su hija le pidiera volver a vivir con ella, y le contara entre lágrimas los reiterados abusos que padeció mientras convivía con su papá. En enero se había mudado con él, luego de confiarle que cuando era más chiquita un tío se había propasado con ella. Pero en el lugar donde esperaba encontrar contención no hizo más que estar a merced de otro hombre que también violó su confianza.
La niña fue separada de su padre y se ordenó una serie de diligencias -entre ellas un estudio médico- y que continuara la intervención del equipo local de Niñez, frente a quienes relató por primera vez cómo su papá la besaba en la boca, la tocaba y se acostaba con ella.
El 29 de julio se realizó la cámara Gesell, en la que la víctima relató con detalles lo ocurrido, separando el abuso de su tío del que cometió su progenitor. También contó que cuando estaba con este último, le decía que no atendiera los llamados de su mamá y en una ocasión él le dijo a su ex pareja que estaban de vacaciones en una provincia vecina, cuando en realidad continuaban en la ciudad.
Tras la declaración de la niña “se encuentran acreditados los abusos sexuales gravemente ultrajantes”, puntualizó la fiscal Minniti, ya que el imputado “excedió el tocamiento fugaz que se da en una figura simple”. Además de atribuirle esa figura penal, triplemente calificada por el vínculo, la guarda y la convivencia, también se imputó el delito de “promoción a la corrupción de menores” con las mismas agravantes, por lo que Luis P. se enfrenta a una pena en expectativa que tiene un mínimo de 10 años de reclusión.
“Fue muy difícil encontrarlo”
El imputado, cuya representación está a cargo de la Dra. Gisela Alemandri del Servicio Público Provincial de la Defensa Penal (SPPDP), negó los hechos. La abogada centró su planteo en que la prisión preventiva solicitada por la fiscalía era innecesaria, ya que la prueba fundamental -la cámara Gesell- ya se realizó.
El comportamiento procesal del imputado fue un punto de inflexión. Mientras para la defensa el hombre podría haberse fugado durante los meses en los que supo que era investigado y no lo hizo, además de cumplir con el impedimento de contacto con su hija, para la fiscalía “fue muy difícil encontrarlo” una vez que se dictó la orden de detención y fue recién cuando por tercera vez la policía se presentó en su casa que lograron dar con él.
Para el juez Silva, Luis P. tomó conocimiento de la gravedad de los hechos de los que se lo acusa recién el 4 de agosto, cuando se celebró la audiencia imputativa, y en mayor medida el jueves cuando la fiscal expuso la investigación para formular el pedido de prisión preventiva. La nueva información podría hacer que el imputado intentara fugarse, sumado al riesgo de que pueda contactarse con su hija, y esto marcó la insuficiencia de las medidas alternativas que planteó la defensa, por lo que en concordancia con el pedido fiscal, el juez ordenó que se aplique al cautelar de máxima.