Confirmado el ascenso a granel de jugadores de inferiores...
No sólo hay que parecer sino que también hay que ser
En buena hora se suman muchísimos juveniles al trabajo del plantel profesional. Hay que ver si responde a una cuestión del contexto y que va por encima de la convicción que debe existir en un verdadero proyecto
Pablo Aguirre Eduardo Domínguez, ya sin el Turco Mahmed como su colaborador inmediato, quien se está recuperando de un cáncer. Este lunes reiniciará su labor como DT de Colón, con un plantel en el que tendrá muchos juveniles a disposición. ¿Los hará jugar o será para que vayan adquiriendo conceptos y rigores propios de la primera?
"Necesitamos vender al menos un jugador por año para equilibrar los números", es una frase archi-repetida en el mundo del fútbol. Colón no sólo lo ha experimentado, sino que la venta casi "a granel" de jugadores en un momento de números en rojo en su economía, terminó siendo en aquellos tiempos la gran tabla de salvación. Se dio desde aquella salida de Bertoglio, pero más aún en estos últimos tiempos con las de Mugni, Meli, Luque, Alario, Graciani y más acá la de Conti. Incluso, con negociaciones que fueron muy buenas, como la de Alario, que le permitió un ingreso total que superó largamente las expectativas originales, más allá de que nunca se pudo saber con certeza cuál fue el dinero real que ingresó al club contabilizando las tres partes de la negociación: 1) la venta a River (de esto sí hay total certeza); 2) la ejecución de la cláusula de rescisión por parte del jugador para ir al Bayer Leverkusen (Colón tenía un alto porcentaje) y 3) la devolución del dinero que Colón realizó bastante tiempo después a la entidad alemana.
Con un equipo de entrecasa y con muchos jugadores sin experiencia, Colón mantuvo la punta de aquél torneo en el que apenas le faltó un punto para salvar la categoría. De la mano de Diego Osella, hizo una excelente campaña que no se pudo coronar exitosamente en la final por el descenso perdida ante los rafaelinos. Pero medio año más tarde ya estaba de vuelta en Primera, recuperando su economía a partir de la venta de varios futbolistas que le permitieron un ingreso económico salvador.
El club anunció oficialmente en la tarde de este sábado lo que El Litoral adelantó: la incorporación de varios jugadores de las inferiores al plantel profesional. Facundo Masuero (categoría 2000), Maximiliano Bruno (2003), Eric Meza (1999), Gian Nardeli (2000), Leandro Quiroz (2004), Conrado Ibarra (2003), Aaron Martínez (2001), Estefano Moreyra (2001), Danilo Gómez (2002), Guillermo Gozálvez (2003), Fabián Schischman (2003) y Nahuel Curcio (2003), se suman a los que ya venían entrenando con el plantel —y en algunos casos jugando— como Alex Vigo, Santiago Pierotti, Facundo Garcés, Facundo Farías y Brian Farioli.
Hay dos perspectivas sobre las que se debe analizar esta realidad. Una es la más saludable y se refiere al lugar que las inferiores debieran tener siempre y no por necesidad o por designios de la coyuntura como pasó aquella vez en el 2014 o producto de una situación tan inesperada como esta pandemia que tiene su correlato económico en todas las instituciones. La otra es si las circunstancias externas terminan siendo más importante que el valor y el poder del proyecto en sí.
¿Por qué se suben a tantos jugadores?, ¿porque realmente se cree en ellos o porque hay un contexto que resulta desfavorable para llevar adelante otro tipo de proyecto deportivo?. En buena hora que los chicos tengan su chance, pero esto que pasa ahora o que pasó hace poco más de seis años con aquel equipo que le tiraron a Osella, surge como consecuencia de una situación externa que condiciona. ¿Qué hubiese pasado si la pandemia no existía?, es la pregunta que uno se hace a partir de una circunstancia que a nadie escapa: Vignatti es un dirigente que generalmente se ha preocupado por armar equipos a partir de la búsqueda de jugadores de afuera sin mirar tanto a los de adentro.
En esencia, Colón tiene algo fundamental que a otros les falta: la infraestructura. En eso, el club puede mostrar sin equívocos que la apuesta a las inferiores "existe". Tiene un predio y una pensión, pero no tiene el proyecto en la cabeza y la ejecución de sus dirigentes. Aparto de esto a los encargados del trabajo, porque hacen lo que se puede, lo que se les permite y actúan en función del real interés que viene desde arriba.
Una prueba clara fue la que ocurrió con Brian Galván. Decir que Vignatti es un pésimo negociante sería faltar a la verdad, porque podría sacar de inmediato su currículum de muy buenos negocios que hizo por el club para mostrarlos. Pero en el tema Galván falló. Hubo una evidente falta de cuidado del patrimonio, algo que revisó y pudo tomar a tiempo con otros jugadores, como ha pasado en estos últimos días con los chicos que han renovado su vínculo con la institución, como pasó con Pierotti y Farioli, por mencionar apenas dos casos.
El mundo del fútbol, en general, ha salido a decir que la salvación de los clubes está en sus divisiones inferiores. Pero no se puede jugar a la perinola en esto. El proceso de formación de los jugadores es complejo, largo, paciente y científico. Necesita de apoyo económico, de capacidad en los que lo conducen y en los que van tomando al jugador año tras año para pulirlo. Depende de un entramado de redes y relaciones para que no se escapen y para que los clubes de Buenos Aires, que ya tienen esa red distribuida en todo el país, con mucha gente que les avisa cuando existe un jugador que apunta, no se los saque y se los lleve, como ha ocurrido en incontables ocasiones con jugadores muy jóvenes, de la zona, que han pasado por arriba de Unión y Colón para irse directamente a Buenos Aires.
Todo esto es un trabajo silencioso, casi artesanal, que no tiene mucha difusión, que se hace muchas veces desde el "cuasi anonimato" pero que al final del camino tiene una repercusión enorme y un impacto clave y decisivo en lo deportivo y en lo económico.
Es muy probable que no se pueda ser campeón con un equipo con jugadores surgidos de las inferiores del club, porque cuesta mucho tiempo armar un equipo y hay que mantenerlo. ¿Cuánto dura un jugador bueno, que se destaca, en un club de mediana categoría como pueden ser los nuestros?, poco. Cuando levantan un poco la cabeza, los vienen a buscar. Y los dirigentes son los primeros interesados en venderlo. ¿Cuántos partidos tiene Alex Vigo en primera?, y ya se habla de una transferencia que podría significarle un alto y necesario flojo de dólares a un Colón con "ingresos que se han derrumbado", como lo señaló el propio presidente.
No sólo hay que "parecer", sino que también hay que "ser". La afluencia masiva de chicos (algunos de 21 años y otros varios de 17) al plantel profesional es una muy buena noticia que nadie discute. Pero seamos claros y sinceros, analicemos el entorno, el contexto y hagamos la pregunta de rigor: ¿se habría dado en otro contexto?. Cuando Alario, Graciani, Meli, Luque, Mugni, Conti y algún otro que se escapa a la memoria, tuvo su chance hace seis años, fue porque previamente se fueron libres un montón de jugadores que provocaron una merma considerable en el plantel y una situación general en la que Afa apenas le permitió que sume un refuerzo: Videla.
Manuel Fabatia José Néstor Vignatti, el presidente sabalero. Un hombre que generalmente ha elaborado proyectos prescindiendo de las inferiores o colocándolas en un segundo nivel de importancia y no como la base de la pirámide futbolística.
José Néstor Vignatti, el presidente sabalero. Un hombre que generalmente ha elaborado proyectos prescindiendo de las inferiores o colocándolas en un segundo nivel de importancia y no como la base de la pirámide futbolística.Foto: Manuel Fabatia
Vignatti es un dirigente que generalmente se ha preocupado por armar equipos a partir de la búsqueda de jugadores de afuera sin mirar tanto a los de adentro.
Cuando se hace el cálculo de la cantidad de jugadores que se suman a un plantel, de inmediato nos encontramos con cantidades siderales. Sin ir más lejos, luego de haber perdido la final con Independiente del Valle y con un promedio decaido y en peligro, Colón salió a principios de este año al mercado y trajo seis jugadores: Brian Fernández, Rafael García, Agustín Doffo, Lucas Viatri, Rafael Delgado y Bruno Bianchi. Había una necesidad deportiva evidente, más una condición económica que permitía la fuerte erogación. Ahora, con "ingresos derrumbados", con una política de achicamiento presupuestario, con jugadores que reclaman deudas, con la supresión de los descensos (vaya a saber uno hasta cuándo porque en Afa se dice y se desdice permanentemente) y con un fútbol que volverá sin gente en las canchas y, por ende, con una fuerte baja en la recaudación de socios y de venta de palcos y plateas, aparece esta "buena noticia" del salto de tantos juveniles, que no se sabe hasta qué punto es convicción o necesidad.
Que nadie se enoje. Es una posición que quizás resulte crítica para muchos. Hay muchas formas de conducir una entidad, por más que en algún punto todos coinciden que para equilibrar los números hay que vender. Ocurre que hay instituciones que generan esa materia prima que ponen en vidriera como producto de un proyecto en el que "invierten" muchísimo dinero. Y otras instituciones que, a eso mismo que se le llama "inversión" en algunas, las definen como un "gasto". Es la gran diferencia entre los que verdaderamente apuestan y miran hacia abajo con aquellos que no lo hacen porque eligen otra forma, otro estilo, otra clase de proyecto para el gobierno de una institución.