Ramón Mántaras tiene una pertenencia como pocos en Colón. Su historia estuvo ligada al club como jugador primero y luego como entrenador, tanto en juveniles como en primera. Su equipo, aquél de principios de los 2000, desplegó buen juego en ese torneo de 26 puntos que debió ser mayor en la sumatoria. Sobre el final se perdieron dos partidos "ganables", que lo hubiesen puesto aún más arriba en la consideración. De todos modos, es un nombre que no pasa ni pasará nunca desapercibido en un club que debiera tener más gente como él, con esa historia, capacidad y sentido de pertenencia que lo convierte en un formador íntegro para el chico que sueña con jugar en primera.
-Como para romper el hielo, Ramón. ¿Qué siente un jugador cuando es vapuleado como le pasó al Barcelona?
-Es una gran vergüenza, una impotencia total. Hace mucho tiempo que insisto en que la carrera del deportista, en general, entra en la decadencia luego de los 30 años de edad, en la parte física. Si te fijás en las edades, te das cuenta. Bayern Munich tiene gente joven que cambia el ritmo de juego de tres cuartos para adelante y allí marcó diferencias.
-¿Es posible que el jugador argentino tenga una reacción ante la adversidad diferente?
-A nosotros nos buscan por la caradurez, la picardía... Hay un momento en el que declinás, pero el argentino va una y otra vez. No sé por qué somos tan persistentes y también nos destacamos por eso.
-El otro día charlando con Nicolás Russo, el presidente de Lanús, nos contaba cuál había sido el proyecto de su club cuando armaron un equipo con jugadores y técnicos propios y salieron campeones. ¿Se puede hacer eso en Colón?
-Los dirigentes son los primeros que se tienen que hacer esta pregunta... Mirá, con Rubén Rossi analizamos mucho adónde están las canteras, de dónde salen los jugadores. Y Santa Fe es una cantera preciosa, hay un capital enorme, pero no sabemos explotarlo. Cuando a mí me piden un proyecto, yo digo que es el club el que debe tenerlo y elegir a las personas que pueden estar cerca de ese proyecto, para concretarlo.
-Pero, ¿se puede o no se puede?
-Mirá, yo he dirigido alrededor de 800 a 900 jugadores en total y si hago un porcentaje de los que llegaron a Primera y que luego pudieron mantenerse durante 12 o 13 años al menos, te puedo decir que, como mucho, son 2 o 3 por categoría. Es un porcentaje muy bajo en un plantel de 30 jugadores.
-Claro, entonces lo que se necesita es mantener a los jugadores para que se sumen otros de las categorías que vienen abajo y no que ocurra lo de Brian Galván, por ejemplo, que con pocos minutos en Primera ya está en la MLS de Estados Unidos...
-Un día, charlando con Brian, lo primero que le pregunté fue cuál era su deseo en el fútbol, que para mí es lo más importante: saber qué es lo que quiere el jugador. Generalmente, un delantero o un mediocampista de creación no está en la recuperación de la pelota y eso, en el fútbol de hoy, es indispensable. No digo marcar, sino trabajar en la recuperación, que es distinto... Galván no estaba para Norteamérica, estaba para Europa. Pero bueno, ya está...
-¿Y cómo se soluciona eso?
-Con otro Galván atrás pidiendo pista. Pero esos chicos, que juegan de enganche o media punta, se terminan desperdiciando, se los pone mucho más atrás o mucho más adelante... Lo que pasa es que se empezó a trabajar mucho más en el fútbol argentino en recuperar la pelota que en tenerla. Si yo tengo a alguien preocupado por la marca, pierdo la posibilidad de que juegue. Y esto es porque en infantiles ya lo están haciendo ocupar espacios, sin saber si es el espacio que van a ocupar en el futuro, ¿me explico?. A los chicos hay que hacerlos jugar, que sientan el placer de jugar. Ya después habrá tiempo para lo otro.
-El proyecto debe ser del club... Me pregunto, si a esto lo hace River, que tiene un capital enorme, que es más importante que nosotros en trascendencia mundial y que tiene más presiones de ser campeón, ¿cómo no lo podemos hacer nosotros siendo de una tierra tan futbolera?
-Fijáte en la cantidad de jugadores que se vendieron y que salieron de las canteras. No sólo de ahora, hasta te podría decir desde mi época, porque el Negro Baley vino de jovencito, se hizo en Colón. Trossero, Villaverde que era volante por derecha en inferiores, Mariano, Edgar Fernández... De la categoría mía, salimos Hugo Villaverde, Erni y yo.
-Erni fue uno de los pocos arqueros que pudo tener algo de continuidad saliendo de las inferiores...
-Mirá, yo lo discuto con mi hijo y se enoja, porque le digo que tenía grandes condiciones, pero que dejaba el lugar. Era gran compañero y cedía el lugar. El "Ganso" Erni hacía eso, tenía enormes condiciones pero le faltaba esa cuota de egoismo y autosuperación. Eso también se inculca, no es sólo enseñarle con la pelota.
-Ricardo Magdalena te tiene en sus planes. ¿Estás con ganas de volver a estar?
-Siempre tengo ganas de estar en Colón, nunca quiero estar afuera. Soy de Colón, tengo la camiseta puesta. Y te voy a contar algo que me dijo un gran tatengue como Angel Malvicino: "Nunca te voy a poder llevar a Unión porque sos muy colonista", me dijo... Yo soy 'negro' y moriré 'negro'. Voy a hacer como hizo mi viejo, con la bandera enarbolada y deshilachándose.
-Y sobre todo, crear ese cariño por la camiseta y que Colón sea un objetivo en sí mismo, por más que después sus propias condiciones los lleven a triunfar afuera...
-Desde ya... Es una mística que hay que crear con los chicos del club y con los que no son del club también, como pasó en mis tiempos con Baley, Cococho Alvarez, el Flaco Zuccarelli, Carlitos López que era un misionero que defendió como los dioses la camiseta, el Gringo Trossero, el chaqueño Zimmermann, Osvaldo Mazo, el Poroto Saldaño y tantos otros que se "mataron" por Colón.