La banda santafesina volvió a reunirse para trabajar en un nuevo material compuesto por 18 canciones, de las cuales publicaron las primeras seis. En diálogo con Multimedios El Litoral, el cantante Guillermo Ghyselinck contó cómo es este proceso creativo que los tuvo siempre en contacto.
Gentileza producción Integrantes: Guillermo Ghyselinck (guitarra y voz), Leo Aprile (batería), Matías Peralta (guitarra coros y programaciones) y Pablo Armúa (bajo).
Abril a Mil, banda santafesina integrada por Guillermo Ghyselinck (guitarra y voz), Matías Peralta (guitarra coros y programaciones), Leo Aprile (batería) y Pablo Armúa (bajo), volvió al ruedo con un nuevo trabajo discográfico en formato de tres entregas con seis temas propios cada una. El álbum fue grabado en el propio estudio de la banda, siendo el propio Peralta el productor e ingeniero de sonido. Esta tanda está compuesta por las canciones "Quiero con vos", "Tu Tiempo Espacio", "La lleva el Mar", "Vacío", "Temporal" y "Abril".
Multimedios El Litoral dialogó con Ghyselinck para desmenuzar este reencuentro de un grupo que nunca se fue.
Continuidad
-Vuelve Abril a Mil a la actividad, una banda que nunca tuvo una disolución o parate oficial. ¿Cómo fue el momento de arrancar?
-En este parate de la cuarentena no se podía trabajar tanto; llevábamos desde hace años lo que teníamos maquetado como disco, lo íbamos haciendo de a poquito y teníamos unos cuantos temas nuevos y otros que queríamos rescatar, viejos. Esta fase de pandemia nos dio el tiempo de cerrar lo que queríamos hacer: a temas que teníamos escritos hace un montón de tiempo darles una mirada de lo que sería ahora. Algunos capaz que no tenían estribillo y ahora tienen.
No es un refrito: es ver cuál se salva y quién no. Hay temas que nos gustaban mucho pero eran de una época cuando recién arrancábamos, eran medio punk, y ahora consideramos que estamos como más grandes (risas); todo bien con el punk, pero lo llevamos a una especie de reggae californiano. Y ahora nos gusta más así.
-Se actualiza a como quieren sonar ahora.
-Y sí. Fue tratar de ver los temas, tenemos pensados 18, pero hicimos esta entrega de seis, primeramente.
-Hay que animarse a sacar 18 temas...
-Sí, viste cómo es todo ahora, rapidísimo. Convencer a una persona a sentarse a escuchar 18 temas, hasta a mí me aburre (risas), aun cosas que están buenas para escuchar.
-Con Matías se conocen desde la secundaria. ¿Cómo se mantuvo la relación y las ganas de trabajar juntos?
-Con Matías fundamos la banda cuando terminamos la secundaria; en la escuela teníamos la idea, pero era en teoría nomás la banda. Queríamos tener una banda y ni teníamos los instrumentos ni los sabíamos tocar.
Cuando vino el parate de la banda seguimos trabajando juntos, estamos todo el día en el laburo así que nos seguimos viendo, y siempre es como que laburamos un poco y maquetamos temas. Con el baterista no trabajábamos juntos, pero es el mismo de los primeros tiempos; le dijimos: "Che, mirá, estamos haciendo estos temas, ¿querés volver a tocar?", y estuvo todo bien.
La última incorporación sería Pablo Armúa, que recién apareció en esta etapa.
-Hablábamos de actualizar el sonido, pero tenían una identidad que el público identificaba. ¿Cómo se renuevan sin perder ese sonido identitario?
-En verdad es muy parecido, porque a pesar de que nos llega el bombardeo de las nuevas tendencias, nuestro corazoncito sigue ahí en los 90 (risas). Sí, hay temas de las nuevas ondas musicales que me gustan y los escucho, pero mis bandas de cabecera siguen siendo Juana La Loca, Turf, Babasónicos, toda esa camada "sónica". Lo que hacemos refleja mucho de eso, y seguimos más o menos con ese sonido, me parece que sigue habiendo un público hasta joven de esa música. Así que por más que sea actualizado sigue siendo el estilo de siempre.
-Es como que cambia la ropa pero lo de adentro sigue siendo lo mismo.
-Sí, algo así.
Proceso interminable
-Hay temas nuevos. ¿Cómo fue el proceso de sentarse a componer con Matías?
-A veces nace de un riff que hizo él y yo le pongo una letra encima; capaz que nace de una poesía que coincide con alguna canción. A veces está la melodía cantada y le empezamos a agregar los instrumentos. Hay un tema en esta tirada que se llama "Temporal", que arrancó con una secuencia de un sinte, todo fue construido alrededor de lo que nos inspiró ese sonido.
-Antes de la cuarentena ya empezaron con ese trabajo.
-Sí, lleva años esto (risas).
-Nunca dejaron de pensar los temas.
-Siempre es como un hobby, a pesar de que lo queremos llevar más profesionalmente. Cuando no tenemos tanto trabajo, zapamos con la guitarra: "yo tengo esto", "yo tengo esto otro", lo íbamos mezclando y así nacen las canciones. A veces había coincidencias de que yo traía un pedazo de letra y coincidía con otro pedazo de letra que tenía él, y se terminó cerrando una idea. Nosotros lo queremos ver como mágico, porque hay veces hay tantas coincidencias que nos copa y de ahí sale una canción.
-Esto de grabar en estudio propio te permite ir jugando con las canciones y laburar a tu ritmo, que de otra forma no se podría.
-Eso es una bendición y una maldición a la vez, porque hay temas que lo empezamos a maquetar hace cuatro años y todavía no los cerramos... y capaz que no los terminamos para esta tanda (risas). Por ahí si tuviéramos un estudio alquilado sabemos que tenemos 20 horas y en ese tiempo se tiene que definir eso y se acabó.
Como acá tenemos la posibilidad de regrabar, capaz que hoy escuchamos un tema que grabamos hace un mes, y decimos: "Yo le cambiaría esta guitarra", y arrancamos de nuevo. Está bueno porque llegás a la idea que tenías, pero es indefinido el tiempo.
-Podés postergar o corregir para siempre.
-Capaz que un día te levantás más rockero y el tema que era una baladita la llevás a re rockera. Y al mes querés volver a la baladita, y al otro mes querés hacer una mezcla de las dos.
-Aprovechar la cuarentena fue hacer una oportunidad de algo que en realidad no está bueno. Pero permitió pensar en música, a veces el mundo no te deja.
-Hablábamos con la banda de que estábamos desesperados por salir a tocar, "ensayemos, ensayemos", y estamos en el dilema de "¿ensayamos para tocar cuándo?". Lo cambiamos por cerrar más temas, alguno que le faltaba un estribillo, siendo que no sabemos cuándo vamos a volver a tocar. Aprovechamos la pandemia para la parte aburrida de la banda: definir cosas.
-La que no se ve tanto.
-Y sí, como es bastante democrática la banda, estamos tratando de quedar los cuatro contentos. Por ahí por más que uno tire para un lado, el otro es más rockero y trata de poner su parte.
Diversidad
-Se pusieron en la cabeza que eran 18. Es todo un desafío...
-La verdad es que en tantos años de venir tocando hay temas que no podíamos dejar afuera; y hay otros que surgieron en el camino y también queremos que estén. Desde que arrancamos no sé cuántos tenemos: algunos son un desastre (risas) pero otros tienen que quedar.
-Había que jugarse ahora.
-"Canción animal" (de Soda Stereo) es un disco re rockero comparado con "Dynamo", por ejemplo. En nuestro caso, como teníamos bastante definidos los temas, hacemos tiradas de popurrí de Abril a Mil, que tiene el tema lento, el rockero y el electrónico; y la otra tanda también. Como para no apostar todo a lo mismo, siendo que es tan amplio ahora: prácticamente no hay un género.
Puede haber un género de moda que suene en todos lados, pero la gente no se encasilla como lo hacía antes: el que era rockero iba a ser rockero toda la vida. Yo puedo disfrutar tranquilamente un tema de Motörhead y después pasar a Miranda!.
-Cada tanda de seis va a tener dentro toda la diversidad de la banda.
-Tranquilamente podrían ser todos los estados que pasaríamos en un recital normalmente. Como si fuera una especie de "Grandes éxitos", que sale así sin ser éxitos (risas).
-Cuando sos chico tenés ganas de hacer, de tocar de componer. ¿Cómo se renuevan las energías?
-Conseguirse el tiempo es más difícil que antes, cuando no trabajaba ninguno. Ahora termino de trabajar, "juntémonos a esa hora". Pienso que se valora más: ensayamos mucho en los años que tocábamos seguido, capaz que cuatro o cinco horas, cinco veces por semana. Era como ir a una escuelita; y capaz que en un recital sonábamos aceptable porque teníamos horas y horas de ensayo, no porque fuéramos grandes músicos: nunca fuimos de saber ejecutar los instrumentos más que jugando con ellos. Entonces que las horas que ahora le podemos dedicar es un recreo a la rutina de trabajo y todo eso: viene también a salvarnos. Nuestra tocada sería el fulbito del fin de semana.