La película escrita y protagonizada por el argentino Julián Zucchi y la peruana Yiddá Eslava (también pareja en la vida real), con participación de Moria Casán y La Tigresa del Oriente, fue éxito en Perú para ser tendencia en su lanzamiento mundial en Netflix. Multimedios El Litoral dialogó con ambos para conocer más sobre este fenómeno sudamericano.
Gentileza producción Conocidos por su presencia en redes sociales, consideran que estas dan control sobre la exposición, en comparación con la televisión.
"Es rarísimo porque para nosotros fue un año bueno en realidad. Pero como el año es malo, uno asume que el año fue malo para nosotros también". El que habla es Julián Zucchi, actor, productor y creador de contenido argentino radicado en Perú, país que lo recibió desde que llegó como parte de la etapa argentina de Parchís (es hermano mayor del coreógrafo Mati Napp). Junto a la actriz, productora y conductora Yiddá Eslava comparten no sólo la vida en familia (están esperando su segundo hijo), sino que llegaron de manera global a Netflix con la película "Sí, mi amor".
Se trata de una película de gran éxito a principios de año en Perú, derivada de un espectáculo teatral de gran suceso; en mayo llegaron a la plataforma con esta propuesta que, además de artistas peruanos de renombre, cuenta con la participación de Moria Casán y Judith Bustos, más conocida como La Tigresa del Oriente.
Desde Lima, los artífices charlaron con Multimedios El Litoral sobre el éxito del filme, la exposición, la vida en pandemia y mucho más.
Escenarios
-"Sí, mi amor" fue una obra teatral que estuvo como dos años en cartel, giraron por Perú. ¿Cómo se gestó?
Yiddá: -Es una stand up comedy, un "binólogo", que se creo porque nos lo propusieron. Había cosas que no nos arriesgábamos y dijimos: "Acá hay que hacerlas sí o sí". Estuvimos escribiendo, la estrenamos para cinco funciones, pero se agotaron a los dos días. El lugar era la Estación de Barranco, bastante icónico acá en Lima, donde se presentan artistas como Eva Ayllón, Gian Marco, gente muy importante; nos propusieron extender un mes más, abrimos cuatro fechas y se acabaron en dos horas. Fuimos aumentando cautelosamente y sin darnos cuenta llevábamos dos años, habíamos viajado por todo el país, con shows de hasta 2.500 personas.
Julián: -Nos sorprendió mucho. Venimos trabajando hace un montón en televisión y haciendo distintas cosas; los últimos años nos habíamos volcado más a plasmar nuestra creatividad en redes sociales: creo que eso hizo que a la gente le atraiga ir al show. Y después el boca a boca. La gente la pasaba muy bien y nosotros también: eso nos hizo pensar en convertirla en una película. Desde que nos conocemos que siempre quisimos hacer cine, pero ya con el show tan testeado, dijimos: "Ya que es nuestro propio guión, podemos convertirlo en una película".
Ahí lo llamamos a nuestro socio, Pedro Flores, que es el director. Viajó a Perú a ver el show y empezamos a convertirla en el guión. Igual para armar el show teníamos bastantes ideas testeadas en redes sociales, videos con millones de vistas. Teníamos que incluirlas en el show, y por consecuencia los incluimos en la película. Temas con los que la gente se sentía identificada.
-Tocaron cierta fibra de la gente, de ahí este fenómeno.
Julián: -Hablamos mucho de ciertas hipocresías. El conflicto principal de la película es el de la mala comunicación o falta de comunicación en las parejas, y cómo una relación se puede terminar simplemente por no hablar.
Pelear la pantalla
-¿Cómo fue adaptar el formato?
Yiddá: -Fue complicado: un stand up dura 35, 40 minutos; el nuestro duraba dos horas: somos exageradísimos (risas).
Julián: -Tenía un poco de stand up, un poco de impro, un poco de musical, era un poco la locura nuestra. Hacíamos unos papelitos que la gente llenaba, y a veces decíamos: "Este lo vamos a guardar para el guión de la película".
Yiddá: -Nos decían ahora: "Puedes hacer el show vía Zoom". No, porque el show necesita al público, y de mi parte flexibilidad física: nos tirábamos al piso, hacíamos locura y media. Ahora con la panza voy a rebotar como una pelota de yoga (risas). Hablábamos de una relación larga: cuando se conocen, los primeros meses, cuando se casa, cuando tienen hijos. Teníamos que condensar a la narración del cine.
Julián: -Todo lo hacíamos nosotros dos. Si en la película nuestros personajes vivían todo eso, iban a ser esquizofrénico. Entonces hay muchas cosas que en la película los dicen otros personajes. Fue difícil ceder ese texto que yo lo tenía tan incorporado, y a veces me metía en la dirección.
Yiddá: -"Dilo por aquí" (risas).
Julián: -Los actores quizás en la Argentina no son tan conocidos, pero son de mucho renombre en Perú, les dejábamos la libertad de que lo diga como quisiera.
Yiddá: -Se acercaba mucho.
Julián: -A veces hasta superaban mis expectativas.
-Estuvieron siete semanas en cartel, fue un éxito. ¿Cómo lo vivieron, más allá de que estaban acostumbrados a la notoriedad de las redes?
Yiddá: -Es totalmente distinto. Como actores hicimos varias películas; te está yendo bien, "ah, qué lindo", la gente te felicita. Pero vivirlo como productores es muy tensa la situación: nos mandaban los reportes, "ah, la gente está yendo". Y todas las semanas nos ponían estrenos fuertísimos.
Julián: -Estrenamos junto con "Dr. Dolittle", después estuvo "Bad Boys", "Aves de Presa". Con lo que ellos gastan en papel higiénico en un rodaje nosotros hicimos una película. Es difícil decirle a la gente: "Vayan a vernos porque somos una película peruana". Una entrada promedio sale tres o cuatro dólares, vas a ver lo que más querés ver. Ver que la gente nos prefería a nosotros era lindo, sobre todo para primera experiencia como productores de cine, que no entendíamos mucho cómo funcionaba esto. Contábamos los pesos para poner un aviso en la calle y había mil avisos de Disney, Marvel.
-¿Cómo apareció Moria en el proyecto?
Julián: -Creo que nos hizo aprender muchísimo. Nosotros somos los que nos ponemos limitaciones. Quería incluir cosas de argentina por gusto personal y porque soy argentino, y porque quería que la película esté en Netflix. Para que valga la pena ir a filmar a la Argentina, el personaje de mi tía tenía que ser alguien conocida en Perú; en esa edad tenía que ser Susana Giménez o Moria.
Rastreamos al mánager de Moria, lo peor que nos podían decir es "no, están locos". Le gustó la idea, le mandamos el guión, arreglamos contrato y pormenores. Moria para mí es un ícono, que esté en nuestra película, hasta que no llegó a grabar no lo creía. Llegó, mide 1,80, es gigante (Yiddá mide 1,60), la veíamos para arriba. Fue muy profesional, fue una experiencia genial.
Al mundo
-¿Cómo salió la posibilidad de estar en Netflix?
Julián: -Para todo el mundo. Hay películas latinoamericanas que estrenan para Latinoamérica, algunas para Europa por España. Pero dijeron que podíamos ir global, subtitulados en todos los idiomas, fue "guau". Hay que animarse a soñar, porque a veces nos ponemos trabas. De los tres socios yo fui el que lo soñé, porque en mi corazoncito quería que se pueda ver en la Argentina. Después de soñar hay que trabajar: moví contactos hasta que contacté al que podía presentar el proyecto.
Otra sorpresa: ellos mandan un newsletter con sus estrenos, donde generalmente están sus estrenos originales y películas monstruosas: si está Will Smith, algún otro actor así. Creo que en marzo...
Yiddá: -No te dicen cuándo la van a lanzar, te dicen "va a estar".
Julián: -Ya estábamos en cuarentena, tenía llamadas perdidas de un medio muy importante de Perú. "Queríamos felicitarlos por la película, que va a estar en Netflix". Hay mucha confidencialidad, no se podía abrir la boca. Pregunté quién lo filtró, y me dicen que Netflix lo incluyó en el newsletter oficial. Empezaron a salir notas de México, de Brasil, así que nos siguió sorprendiendo.
-¿Qué respuestas tuvieron?
Julián: -En Perú estuvimos en el top ten, pero dos semanas en el puesto uno.
Yiddá: -Sobre todos las categorías. Estuvimos en el segundo puesto en Bolivia, tercero en Ecuador más de dos semana. En Argentina estuvimos en el décimo y subimos al séptimo. Tendencia en México, España, segundo puesto en Costa Rica y Paraguay.
Julián: -Decíamos: "¿Esto es de verdad?". Si teníamos a un amigo en ese país le pedíamos que se fije, a mis hermanas. Las etiquetas en las historias de Instagram eran increíbles.
Yiddá: -Ya no podíamos ver todas las historias.
Julián: -En el cine nos llegaban, pero en el salto a Netflix diez veces más. Claro, se estrenó cuando entraron todos los países en cuarentena.
-Había un público cautivo.
Julián: -Pero que era cautivo para todos: podía elegir a Adam Sandler o a nosotros.
-Y los volvieron a elegir a ustedes.
Julián: -Loquísimo. Me acuerdo de que habían estrenado "Space Jam" y estaba en tendencias cuando estrenamos, y la pasamos.
Puertas adentro
-Son gente conocida por las redes sociales. ¿Cómo es ser generadores de contenidos full time, y cómo se convive con la exposición?
Yiddá: -Creo que con los años aprendimos que uno muestra lo que quiere, especialmente si son tus redes. En esta situación es muy sencillo que la gente "te haga puré", tienen un acceso muy directo, te quieran criticar y vayan al "te odio". Nosotros trabajábamos en un programa que se llamaba "Combate", ahí nos conocimos, y es una exposición distinta: ahí era masiva, televisiva, que la decidían los productores. En las redes tomamos el control de lo que queríamos mostrar, y te van a criticar de lo que muestras. Hemos encontrado un camino firme, somos bien "lornas", tranquilos (risas).
Yiddá: -La máxima adrenalina de Juli es sentarse en su simulador de carritos. Ya estamos mucho más caseros. Me podrían criticar por las greñas hechas un desastre. Nos gusta mostrarnos reales, no como esas imágenes ficticias y sobreactuadas que se acostumbra ver en Instagram.
Julián: -Nos interesa la calidad de seguidores, que nos sigan porque les interesa. No vamos a mostrar fotos de influencers maquillados con una vida perfecta. Crecí con los divos y las divas de la televisión, que creés que no van ni al baño.
Yiddá: -Él siempre se creyó un susano (risas).
Julián: -Ahora la gente valora ver de que sos de carne y hueso, verte a través de un celular, sin la estructura de un programa. Con nuestras virtudes y defectos: hay que ser más permisivos con esto.
-¿Cómo están pasando la pandemia? Están esperando el segundo hijo?
Julián: -Como todos: adaptándonos, con altos y bajos. Siendo agradecidos porque tenemos qué comer, dónde vivir, para darnos una ducha de agua caliente. Pero también somos humanos. A todos nos gusta proyectar, saber lo que vamos a hacer en el día, qué queremos hacer en el año. Y de repente nos dijeron que no podíamos hacer nada.
Pasamos por semanas buenas, malas, depresión. Lo bueno es poder conversarlo, que somos un equipo más allá de ser una familia, nos vamos conteniendo entre nosotros. Así salimos adelante.
Yiddá tiene a su mamá en Estados Unidos, yo tengo a mis papás y hermanos en Argentina, obvio que es difícil que un factor externo te diga: "Tienes prohibido ver a tu familia".
Renacer
-Conociste Perú con los Parchís argentinos. ¿Cómo fue un éxito así de chico, en otro país que te adoptó?
Julián: -Nos adoptamos mutuamente. Fue hermoso pero duro, comprendí de grande por qué a tantos de los que les llega el éxito de chicos les cuesta generar una carrera.
Con Parchís en Perú vivíamos en un hotel con gente en la puerta 24 horas. Salíamos con seis móviles policiales protegiéndonos, una fila de dos cuadras de autos siguiéndonos del hotel al canal, del canal al show. A todos se nos subió un poco a la cabeza, te creés distinto o especial.
Acá los coliseos son como el Luna Park: en uno hicimos una temporada de dos semanas, dos funciones por día agotadas y agregamos una tercera. Una locura total. Hicimos un show en el estadio de la "U" para 50.000 personas.
Por suerte mi familia me encaminó, pero me tuve que alejar y volver a empezar. Estudié cine. teatro con Carlos Evaristo. Uno cree que las 50.000 personas van a estar ahí. Hice una obra de teatro chiquita en Palermo, para 250 personas, y a la segunda semana nos costaba llenar la función: ahí hice click. El cerebro te juega en contra, "el tren no pasa dos veces", y más fácil es dejar de luchar, "me quedo con el recuerdo", es una carrera con uno mismo. Por suerte lo pude superar: llegué a "Combate", y de nuevo había gente en la puerta, de nuevo nos seguían, y dije: "El tren sí pasa dos veces". Renací, y la conocí a ella.
Yiddá: -Ya me estaba preocupando, tenías que decir que habías renacido conmigo (risas).