Las playas más emblemáticas de Río de Janeiro, como Copacabana e Ipanema, así como las del litoral paulista, recibieron turistas de todo el país y su arena se convirtió en un mar de sombrillas. En Jericoacoara, un paradisíaco y exclusivo pueblo del nordeste de Brasil, la ocupación hotelera fue del cien por ciento.
Los especialistas temen que la relajación de las medidas de distanciamiento social se intensifique todavía más con la llegada del buen tiempo, lo que podría provocar un nuevo rebote de casos y muertes cuando el país todavía no ha dejado atrás la primera ola.
Brasil comenzó una desescalada gradual a comienzos de junio, después de cerca de dos meses y medio de cuarentena blanda y con la pandemia todavía al alza, pero la reapertura gradual de la economía se ha acelerado en las últimas semanas en medio de la estabilización de la crisis.