El pasado enero el padre del actual monarca de Bélgica reconoció que la artista, de 52 años, es su hija ante la multa de 5.000 euros que la justicia belga amenazó con imponerle en caso de no someterse a un test de ADN. En consecuencia, todo apunta que el Tribunal de Apelación de Bruselas determinará que Böel es su hija legal, aunque ahora sabemos que, llegado ese caso, ella no se conformará con cambiar su apellido por el de “Saxe-Cobourg”.
Tenés que leerEl rey Alberto de Bélgica admite que es el padre de Delphine BöelSegún dio a conocer ayer su abogado después de que el caso quedara visto para sentencia, Delphine Böel ha solicitado tener “exactamente los mismos privilegios que sus dos hermanos y su hermana”. O lo que es lo mismo, el título de princesa de Bélgica y el tratamiento de Alteza Real, una asignación pública como la que reciben los miembros de la familia real belga, e incluso una vivienda pagada con las arcas del Estado.
El periódico belga Het Nieuwsblad valora que Delphine Boël ha querido así castigar la frialdad que ha demostrado con ella el rey Alberto II durante el proceso. “Ya no siente ninguna compasión. Ahora ha pedido todo lo que cree que merece tener”, explica hoy dicho diario el cambio de actitud de Boël.
Al parecer su pretensión no es descabellada. Desde 2015, la ley belga establece que solo la descendencia directa del monarca, esto, sus hijos y nietos, pero no los hermanos, pueden ostentar el título de príncipe o princesa, lo que dejaría fuera a la hermanastra del actual rey Felipe I. Sin embargo, cabe la posibilidad de que la sentencia que dicte el tribunal tenga carácter retroactivo y los efectos de la declaración de Boël como hija legal de Alberto II se remonten al instante de su nacimiento, cuando aún no regía la referida limitación. En ese caso, Boël podría ser tan princesa como Astrid, hasta ahora la única hija legal del anterior monarca.
Habrá que esperar hasta el 29 de octubre, fecha en que está previsto que se dicte sentencia, para saber si las nuevas pretensiones de Boël son atendidas. De lo que no hay duda es que, princesa o no, no disfrutará de los derechos sucesorios de sus hermanos, ya que la sucesión al trono está reservada a los hijos legítimos.