La peste en mi Pago atravesó mi cumpleaños. Tal como se observa el mundo el próximo cumpleaños sucederá algo similar. Diré y aceptaré la frase de rigor: “… al menos estamos vivos”…
La peste en mi Pago atravesó mi cumpleaños. Tal como se observa el mundo el próximo cumpleaños sucederá algo similar. Diré y aceptaré la frase de rigor: “… al menos estamos vivos”…
Para los que vienen creciendo ignoro hasta que punto afectará, pero estarán aprendiendo que los quieren pero a veces el cumpleaños es diferente, no los festejan, no vienen los tíos, no hay besuqueos de abuelos. Tampoco los primos y el regalo es una frase: “ay, te debo el regalo”…
No es propio de una crónica de la Peste la palabra “Paradigma”, tan cargada de sociología barata y zapatillas de goma (diría Charlie, usando “filosofía” en su frase) pero algo sucede: “Qué es Paradigma: Como paradigma denominamos todo aquel modelo, patrón o ejemplo que debe seguirse en determinada situación. La palabra, como tal, proviene del griego παράδειγμα (parádeigma)”. Wikipedia no soluciona pero tranquiliza. Estamos cambiando paradigmas.
Soplar velitas mediante un video no es lo mismo. Tal vez mañana si. No está mas el chocolate caliente de la parroquia en el santo correspondiente, ni la kermesse. “Todo se fue trepando hacia el misterio”… dice Manzí.
El cumpleaños es un rito familiar que todos entienden. Algunos con mas vehemencia, otros con cierta displicencia. Las fechas son mojones. Ayudan a que el continuo del río del tío Heráclito tenga una humedad distinta una vez, cada año. Que será levemente diferente, claro, pero que ubica. Donde estábamos, donde estamos… donde estaremos.
Podremos, después de cruzar los dedos, después de sobrevivir, encontrar aquel ritual de los cumpleaños…
Mas profundo: tendremos entusiasmo por encontrarlo… El cumpleaños remite a la familia, al ombligo, al nacimiento, a la raza. A la fecha de entrada. La peste en mi pago pone otro sello. Como Hiroshima, como las torres gemelas para los yanquis, como Auschwitz, como los atentados terroristas y la devastación.
Resnais le hace decir a su personaje: ”… conoce usted Hiroshima, estuvo en Hiroshima”… . Hay una convención, hay un imperativo en la pregunta: si no conociste Hiroshima no podes entender el horror. Resnais no quiere que el personaje se lo imagine y diga si, si, terrible… y todo siga. Se detiene en Hiroshima. Exige advertir Hiroshima. Bueno, vamos, Resnais no era tonto y el mundo tampoco: allí terminó una Era.
Con la Peste en mi Pago es mas fácil preguntar o inquirir a lo profundo: “sabés que está pasando con la Peste”…
Es sencillo advertir que se lleva los cumpleaños. Un cumpleaños es una fecha, es un mojón de la memoria. Es la folklórica foto ausente de la torta y las velitas. También se lleva los meses, las previsiones, los planes de crecimiento. Si la Peste es una guerra (lo creo) se lleva las convenciones de la paz y aparece otra economía, otra sociedad, otra memoria, otra selección.
La Peste en mi pago se lleva la salud individual y colectiva y la cuelga del polvillo por donde puede colarse el virus. No deja nadie fuera, todos en estado de conmoción interna y sospecha. No hay ricos y pobres, no hay cumpleaños buenos.
La vida comienza mañana otra vez. Así de mínimo es el seguro de vida individual, el social es una estadística mas o menos mentirosa.
Por lo que sea, al solo efecto de la ilusión, si alguien quiere obsequiar un bizcochuelo de naranja o limón, estoy dispuesto a elegir como día de cumpleaños el día del arribo de la torta. Por exceso de sinceridad lo advierto. Lo que nos falta es un día feliz. Eso no creo que lo quite la Peste. No definitivamente.