Por Ignacio Pueyo
Por Ignacio Pueyo
Es un fin de semana cualquiera antes de la cuarentena. Los Giay vuelven en el auto familiar desde Buenos Aires luego de visitar a su hijo, que desde los 13 años vive en la pensión de San Lorenzo. Llegando a Rosario, varias horas después de haber dejado la Capital, las lágrimas siguen rodando por sus mejillas. No es fácil dejar ir a un hijo tan pronto, más allá de la satisfacción de saber que está cumpliendo su sueño de jugar al fútbol en una de las instituciones más grandes de la Argentina.
"Cuando le tocó decidirse para ir, yo era tal vez el que más lo retenía. La madre no, ella decía que vaya, porque era lo que quería hacer él", relata su padre Maximiliano sobre los primeros pasos de Agustín antes de llegar al Ciclón. De hecho, la institución de Boedo había puesto sus ojos en el juvenil desde que tenía apenas diez años de edad.
De todas maneras, su familia cuenta que el joven se adaptó muy rápidamente a la vida en la pensión. "El primer año entrenaban a la tarde, no eran juveniles, sino pre-novena, entonces a la mañana eran ayudantes de la primera. Ayudaban con las pelotas, estaban todos los días con los jugadores de primera, les regalaban cosas, era una cosa de locos", cuenta Maximiliano.
En estos años desde que está en San Lorenzo, Agustín vivió oportunidades que algunos esperan mucho tiempo para que se concreten: ganar campeonatos en juveniles, la convocatoria a la Selección Argentina, jugar un Sudamericano e incluso viajar a Europa. Y a modo de corolario, con pandemia de por medio, la firma de su primer contrato.
-Agustín, ¿cómo te enteraste del contrato y cómo fue la situación?
-Todo esto del contrato salió antes de la pandemia, pero se atrasó todo. Se complicó con muchos chicos de todos los clubes. Igual quedamos en contacto, yo iba hablando con mi representante, y hace una semana me avisaron que ya estaba el contrato y había que firmar. Me mandaron todo por mail. Acá imprimimos, firmé y enviamos todo.
El juvenil se deshace en elogios hacia la gente de San Lorenzo. En la pensión cuentan con psicólogos, nutricionistas, y el trato con los encargados y cocineros es excelente. "Es un club muy lindo, la atención que te dan, y la gente que trabaja en el club, son todas excelentes personas", señala.
Su representante es nada menos que César La Paglia, ex jugador de Boca Juniors y Talleres. "Tuvimos la suerte de que antes de que sea su representante sea amigo nuestro, porque el hijo también jugaba ahí en San Lorenzo. Hicimos una amistad y después se dio lo de la representación. Es un trato muy familiar y de mucha confianza", afirma su papá.
Estos factores hacen que la familia Giay esté realmente tranquila y satisfecha con el trabajo de la institución y con el trato que reciben los jóvenes futbolistas del club azulgrana. Maximiliano se explaya: "Estos años cada 21 días más o menos vamos a visitarlo. Pero estamos muy tranquilos, porque está todos los días en el club, que para lo que necesiten están al pie del cañón. Los fines de semana los representantes los llevan a su casa para sacarlos un poco, hacer cosas distintas. La verdad que todo está yendo muy bien, está muy bien contenido, feliz. Es más, ya no aguanta más estar acá, se quiere volver para allá", bromea su padre. Al mismo tiempo, cuenta que la pandemia los afectó en lo deportivo, pero como familia les hizo muy bien tenerlo estos meses en casa.
El mismo Agustín también cuenta que hay muchas cosas de su San Carlos natal que extrañaba: "La tranquilidad del pueblo, el estar todo el día en la calle con mis amigos. Allá se vive de otra manera. Se extraña estar con la familia, ir a la costa, me encanta pescar, jugar a la pelota con los amigos de la infancia."
Básicamente estos meses en casa fueron una forma de recuperar algo del tiempo que el fútbol no le permitió compartir con su familia y amigos, más allá de las restricciones inevitables de la cuarentena.
"Nuestra tranquilidad es que él se adaptó enseguida, que es muy feliz, está luchando por sus sueños y nosotros lo acompañamos" cierra Maximiliano, con la satisfacción en la voz de saber que su hijo está cumpliendo con sus metas.