Néstor Vittori
Néstor Vittori
La "soberanía" pertenece al pueblo de la nación, y este empodera al Estado para que la ejerza en su representación a través del pacto constituyente.
La utilización del término "soberanía" en distintos sintagmas, como "soberanía energética", "soberanía patrimonial", "soberanía ecológica" y ahora "soberanía alimentaria" son todas expresiones que invocan una épica nacional y popular, para justificar una mayor intervención del estado en áreas de desarrollo de la actividad privada.
Perón, nunca fue de izquierda y en todo caso estuvo más cerca del fascismo. A sus enemigos internos a los que identificó como la "oligarquía", y fueron aquellos que se le oponían o pensaban distinto. La base de su alianza política, lo fue con los trabajadores y un sector del empresariado, al cual ligaba con su proyecto de sustitución de importaciones fundado en la experiencia de la guerra, y su visión de que una tercera guerra mundial era inevitable.
Ya estaba el enemigo y la lógica diferencial se convertía en equivalencial a través de la alianza de clases obrero- empresaria industrial y el significante vacío lo constituyó la sustitución de importaciones que esgrimiría el líder como factor de convergencia en la tensión de intereses entre obreros y patrones, motorizando el desarrollo nacional a través de esa alianza de clases.
El costo de la experiencia, fue el consumo de todas las reservas monetarias del Tesoro nacional, y el subsecuente plan de ajuste, nacionalizando el comercio exterior comprometiendo el stock de granos exportables, y avanzando en concesiones a empresas extranjeras para la exploración y explotación petrolífera contradiciendo su propia doctrina, al tiempo de endurecer las relaciones con la oposición, la iglesia y las propias fuerzas armadas que lo derrocaron en 1955
Lo que viene después del 55 es otra historia, siendo la principal característica del debate político, el exilio y la exclusión de Perón y el peronismo de la legalidad electoral, durante los 17 años que transcurrieron entre su caída y su retorno.
En ese transcurso Perón utilizó todos los recursos de la política populista. En primer lugar la ambigüedad ideológica, sumando por derecha a sus antiguos compañeros, dirigentes políticos y sindicalistas, y por izquierda a las "formaciones especiales" constituidas por distintas agrupaciones juveniles, desde las institucionalizadas regionales de la Juventud Peronista, hasta grupos paramilitares y guerrilleros como Montoneros, ERP, y otras agrupaciones menores.
Las diferencias existentes entre ambos sectores, se soldaban en el significante del "retorno de Perón" al que suponían adherente a sus planteos ideológicos.
Y llegó el día, en que el retorno de Perón se concretó, y las lógicas equivalenciales se disolvieron, apareciendo con todo rigor las diferencias entre una y otra ala del peronismo, que se sintetizaban en las consignas de "la patria peronista" y "la patria socialista". La inevitable colisión se produjo a la llegada del líder, y se expresó en la masacre de Ezeiza, que dividió aguas con vistas a la futura conducción ideológica del peronismo.
Luego de diversas pugnas, con muertos significativos en medio, como lo fue el asesinato de Rucci, Perón resignificó el rumbo de su conducción, echando a los" imberbes" de la plaza de mayo en oportunidad de su discurso del 1ro de mayo de 1974,con lo cual sepultó las aspiraciones de los muchachos de la izquierda, como lo había hecho luego del 45, reivindicando la alianza de clases entre obreros y patrones y avanzando políticamente en la búsqueda de un acuerdo que cierre la grieta con su adversario histórico don Ricardo Balbín y el radicalismo.
El debate presente dentro del peronismo gobernante, responde a esa misma lógica, con la diferencia de que Alberto Fernández, el Presidente, que tiene cercanía con el pensamiento del último Perón, no tiene la fortaleza ni el liderazgo político, que si tenía el viejo líder, y por el contrario, tiene a la par y también enfrente a Cristina Fernández, que abreva desde siempre en la ideología marxista de la juventud peronista de los 70.
Nunca el respeto por el emprendedor, el que arriesga, trabaja y da empleo, salvo que sea amigo y le ceda parte del negocio, o pague los peajes correspondientes, como ocurrió en sus gobiernos anteriores, motivo de numerosos procesamientos y juicios en trámite.
La ciudadanía, se ha dado cuenta que lo que está en juego es el plexo normativo de su "contrato constitucional" en su sistema de libertades, derechos y garantías, donde se plantea una revisión fundamental de la relación del individuo con el "Estado", que en nuestra Constitución es de protección de su libertad y sus derechos, los que no se ejercen mediante una autorización previa o lo que se denomina una relación positiva, sino que todo lo contrario consagra la libertad individual de hacer todo aquello que no está prohibido y sancionado por las leyes.
La propiedad privada, es un componente central de nuestro sistema jurídico, económico y político; en torno al cual se estructura el desarrollo nacional, pero siempre respetando su inviolabilidad, (salvo por causa de "utilidad pública" establecida por ley), a partir de la cual la actividad privada es el motor del progreso y el bienestar de la población.
Las pretensiones soberanistas del activismo marxista, trata de desconocer la existencia de la propiedad privada del suelo y los medios de producción, adjudicándole a los mismos subordinación a una supuesta propiedad social, lo que daría al Estado la potestad de intervenir en los procesos productivos decidiendo, quien, qué y donde se produce cada cosa, transformando a los titulares de la propiedad y de la producción, en meros gestores del designio de los funcionarios y técnicos de turno conforme a una supuesta planificación centralizada del uso del suelo.
Es paradójico, que en momentos en que Argentina está más necesitada de dólares, y claramente esos dólares se consiguen en el comercio exterior, donde la producción agroindustrial representa más del 70 %, de los ingresos externos del país; se acrecientan los embates y descalificaciones y cuando no atentados, como la rotura de silobolsas, cuya única consecuencia es un mensaje de inestabilidad, de impotencia y de desaliento a la producción.
Es cierto que el corazón de la Argentina capitalista, es la inocultable condición propietarista de los tenedores de la tierra; que si no la tienen en propiedad, aspiran a tenerla, como lo han demostrado todas las gestas reivindicatorias de arrendatarios y aparceros a lo largo de la historia, además su irrenunciable vocación de producción.
Aquí reside el motivo por el cual el campo es el enemigo del marxismo, que al quedarse sin el modelo comunista soviético, intenta desde distintas expresiones en las cuales se ha infiltrado, demonizar y erosionar la propiedad agraria y su producción, a través de una sistemática campaña coordinada desde el ecologismo, desde el indigenismo, desde el ambientalismo y sectores de la política invocando la distribución desigual de la riqueza, y promoviendo ocupaciones ilegales de tierras con la finalidad de asentar población urbana y desarrollar proyectos colectivos de cercanía con el auxilio del Estado.
Si a pese de todas las contradicciones, se quiere combatir la pobreza realmente, no es denostando, descalificando e interfiriendo en la producción agropecuaria, sino todo lo contrario; con los recaudos y previsiones del caso, impulsándola hasta su máxima expresión.