Pepa Plana es una de las artistas de clown más reconocidas de Cataluña. Contó cómo es la situación allí producto de la pandemia y el impacto en la actividad artística. También puso de relieve los desafíos que atraviesan los payasos en la actualidad: “es una profesión encasillada”.
Gentileza producción La artista nacida en Valls (Terragona) es reconocida tanto en Europa como en América Latina y obtuvo numerosos premios.
Cada una de las puestas de clown Pepa Plana se aguardan con expectativa en su España natal. No es para menos: la payasa catalana ha sido capaz, a lo largo de más de 30 años, de imprimir a sus trabajos elementos para reflexionar sobre temáticas apremiantes, desde el drama de las grandes migraciones por motivos políticos y económicos, hasta la postergación de la mujer en muchos ámbitos. De hecho, es reconocida por el camino que trazó para visibilizar el trabajo de las payasas, que se condensó en la creación del Festival Internacional de Payasas de Andorra.
La actriz tendrá una participación, desde Cataluña, en la edición 2020 del Festiclown, que se realiza en forma virtual hasta el 21 de septiembre organizado por el Centro Cultural Provincial. Será en la charla “Tres mujeres payasas, tres visiones sobre el clown” donde compartirá el panel con Julia Moa (Francia) y Julieta Daga (Argentina). La misma se realizará el jueves a las 15, será on line y gratuita, y los detalles se pueden encontrar en www.cencultu.com.ar.
Pepa Plana accedió a charlar con El Litoral y contó, ante todo, cómo sobrelleva la situación que impone la pandemia de Covid19. “Lo curioso es la poquísima información que tenemos de lo que está pasando con nuestros países vecinos e incluso con países más lejanos. Cada país está como en una burbuja. A nivel cultural, lo mismo. Yo no sé en estos momentos cómo está actuando Francia, por ejemplo. En España, podemos decir que depende de cada región. Lo que pasa en Cataluña no tiene nada que ver con lo que pasa en Madrid o en otros lugares. Por el momento, es un desastre”, remarca.
En el momento grave de la crisis, los espacios culturales fueron lo primero que se cerró en Cataluña. Y lo último que se está abriendo, con medidas de seguridad enormes. “Desde el 7 de marzo, te diré que he hecho tan solo dos actuaciones con público, con un aforo acotado, al 50 por ciento. Realmente, las personas que fueron al teatro son militantes, héroes, debieron cumplir un estricto protocolo. Ahora en Cataluña se está intentando ampliar el aforo al 70 por ciento. Algunos festivales se reprogramaron y la mayoría suspendieron. La sensación al nivel de los artistas en Cataluña es que todo será muy complicado, hay una sensación de miedo”, cuenta.
D.R.
La esencia no está en lo virtual
Para Pepa Plana, la virtualidad no es una opción. “No tengo ni teléfono celular”, exclama, ante la pregunta de cómo se lleva con las redes sociales y las plataformas digitales. “Creo que lo virtual está bien para quien lo quiera hacer. Durante el confinamiento más severo muchos compañeros colgaron videos tendiendo la ropa o haciendo espaguetis. Todo eso me interesa cero. Buscar la esencia teatral tiene que ver con un humano que se pone enfrente de otro humano y le cuenta cosas, algo que ya hacían los hombres primitivos frente al fuego”, indica.
Para la artista, las opciones que ofrece lo virtual están bien para quien las quiera aprovechar. “Yo creo que para hacer chapuzas, no hace falta. Ya hay una cosa inventada mucho mejor y deliciosa que se llama cine”, explica. Y trae a colación a Charles Chaplin, Buster Keaton y a los hermanos Marx. “Auténticos y puros payasos que se sacaron la nariz para hacer un nuevo lenguaje del clown”, dice.
La cuestión se complica más si se toma en cuenta que, en el clown, el intercambio con el público es fundamental. “Tú te nutres, es un ping pong. Respiras con el público. Obvio que se puede reinventar, pero para mí, como payasa teatral, si no hay una persona delante que se ríe con sus ojos y con su alma, no existo”, destaca.
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Una profesión encasillada
Más allá de la coyuntura que impone la pandemia, la payasa admite que existen una serie de desafíos para la profesión que eligió hace más de tres décadas. “El payaso es muy antiguo y ha evolucionado como la misma Humanidad. Pero en el fondo apela a emociones primarias y humanas: el miedo, el hambre, el fracaso. Son sentimientos muy básicos. Estamos en un momento complicado para los payasos, porque se nos ha metido en un montón de casillas, como que son infantiles, cosa que no es verdad en absoluto. Se los ha considerado para animación y entretenimiento y no como bichos que hacen reflexionar y pensar muchísimo y que además tienen un montón de preguntas impertinentes para hacerte siempre”, aclara.
Otro gran reto tiene que ver con los filtros que todavía, según su mirada, aparecen para participar en los festivales. “Tienes que pasar un montón de filtros de programadores y directores para poder llegar a actuar. Y siendo mujer, todavía se complica más. Los espectáculos femeninos mueven determinados hilitos y a veces a los que programan los festivales no les parecemos tan graciosas, tan buenas o tan épicas. Porque en nuestros espectáculos hay una sonrisa cómplice femenina”, sostiene.
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Visibilización
Precisamente, una buena parte del recorrido realizado por Pepa Plana tuvo que ver con poner en valor el trabajo de las mujeres dedicadas al clown. “Era una necesidad. Si estaba sola me hundía. Me di cuenta que era importantísimo juntarnos y demostrar que somos muchas y con espectáculos maravillosos. Así nació en el 2001 el primer festival internacional de payasas de Andorra. Para eso nos juntamos, con la única voluntad de ser visibles. Nos cuenta tanto acceder al río normal, que tenemos que montarnos en ríos paralelos para existir. Pero nuestra única voluntad es estar en el río normal”, finaliza.