En la década del noventa, las camperas de jean se habían puesto otra vez de súper moda entre los jóvenes. Algunos les imprimían un toque personal: artesanalmente, les pintaban logos de bandas de rock en la espalda (los zombis de "Iron Maiden" garpaban como loco). Por aquel entonces, mi viejo hizo un titánico esfuerzo para comprarme en largas cuotas una Levi's que no me sacaba ni para dormir: para ser más rebelde que los rebeldes, en un pañal de tela de mi hermano más chico, reproduje un dibujo de Quino y me lo zurcí en la espalda de mi Levi´s. En ese chiste blanco, negro y mudo de la revista de Clarín, Batman y Robin estaban en un restaurante y se quejaban ante el mozo y el maître porque: ¡en su sopa había un murciélago! En esa imagen, el humorista argentino se reía de los clásicos yanquis y le daba otro giro a la temática de los chascarrillos gastronómicos del tipo: "¡Mozo, mozo!" ¡Esa era mi forma simple de homenajear el humor que me comía el coco! Ahora que lo miro a la distancia, ahora que la historieta mundial está de luto por la muerte del maestro y que me pesa esta "fucking" pandemia pienso: ¡Guau! ¡Quino parece haber anticipado el origen del Covid-19! Obviamente, me sonrío con una mueca de tristeza ante esta descabellada o reactualizada lectura.
Para mí, Quino y Tato Bores son dos agudos intérpretes del devenir de los argentinos: ¡Cuántas veces, ante los monólogos del hombre de la peluca o ante las tiras de Mafalda, hemos pensado que no pierden validez, que nos siguen hablando con crudo humor de nuestra terquedad que tropieza siempre con la misma piedra! Ambos, primero, te hacen reír; después, te dejan cavilando. Ambos te hacen reír para no llorar o para disimular el llanto. Tato y Quino testimonian persistentemente que –como sostiene otro humorista, Pescetti- las catástrofes de la humanidad no ocurren necesariamente por ser imprevisibles y sorpresivas, sino porque -en gran medida y de manera sistemática- se minimizan cosas obvias, se niegan verdades que saltan a la vista.
En mi niñez, en la peluquería de El Enzo de calle Estanislao Zeballos y Aristóbulo del Valle, me hice un festín con las viñetas de Quino y siempre me quedó la sensación de que esos "dibujitos" ocultaban una perspectiva crítica de la realidad que –por aquel entonces- le resultaba escurridiza a mi mirada infante; percibía en ellos una especie de angustia que me oprimía el pecho y que me parecía que también oprimía el pecho de su autor. Todo ese poder de síntesis aún me fascina: ¡Cuánto expresan esos trazos blancos y negros! ¡Cómo es posible pasar de la cima de la risa, a la meseta de la reflexión y, finalmente, caer en el abismo del espanto! Sí, el espanto: eso que nos une a los argentinos (parafraseo libremente a Borges).
Ante el sacudón del fallecimiento del padre de Guille y Susanita, le pregunté a mi amigo, el docente y dibujante, Julio Mazzei: "¿Quién es Quino para vos?" Como es un tipo de pocas palabras que habla con imágenes, me pasó la fotografía de un texto de Miguel Brascó que -sospecho- es la mejor presentación de Joaquín Lavado que he encontrado hasta la fecha porque está hecha en clave humorística: "Quino no pertenece a la familia de las rubiáceas sino a la familia de los Lavado, antiguos mamíferos de Mendoza (…) Considerado en sus aspectos externos, el rasgo más sobresaliente de Quino es que mantiene su cabeza a notable distancia del suelo (…) En su extremo superior existen unos anteojos tras los cuales sus ojos parpadean con candor maligno (…) En seguida se advierten en él los gestos de los grandes poseídos. Nadie duda de que Quino es la herramienta mediante la cual se expresan ciertas potencias que controlan la evolución de la especie. Por eso Quino dibuja como un poseso (…) Su cibernética creadora es la de un poeta. Un poeta a lo Michaux, a lo Prevet, que por una de esas cosas de la vida quedó ladeado del alfabeto escrito y debió recurrir a otro medio expresivo más directo, el dibujo por ejemplo. En consecuencia, Quino dibuja pequeños y patéticos poemas sobre la especie humana…"
¡Este es el mundo Quino! Y comparto con Brascó que estamos frente a un vate lúcido de la viñeta. Pongo un ejemplo concreto de uno de sus chistes-poemas que –como dije en párrafos anteriores- tiene una vigencia pavorosa; les pido, queridos lectores, que –en un esfuerzo imaginativo- completen el siguiente texto con las ilustraciones del dibujante mendocino que habitan sus cabezas: "Un día tuve miedo de salir de mi ciudad… Luego, tuve miedo de salir de mi barrio… Después tuve miedo de salir de mi casa… Ahora, tengo miedo de salir de mí." ¿Una sagaz mirada premonitoria de la cuar-eterna? ¿De nuestro auto-acuartelamiento preventivo y aterrado? ¿De nuestra desconfianza del prójimo que luce como una amenaza no importa qué aspecto tenga? ¿De nuestro fóbico auto-exilio en la seguridad de un "black mirror"?
Vuelvo al título de este artículo que es el nombre de un show de Les Luthiers: ¿"todo, (es) porquerías" o "(haré) todo porque (te) rías"? He tomado ese título porque en la obra de Quino percibo mucho del tango: cuando lo leo me resuena un "Cambalache" o algo de "Yira, yira". Me imagino a Quino pensando: "¿El mundo fue y será una porquería? ¿Veré que todo es mentira? ¿Veré que nada es amor?" Me parece observar a Quino parafraseando "Confianzas" de Gelman: "Me dicen que con estos chistecitos no tomaré el poder; ni con miles de chistecitos haré la revolución; me dicen que estos chistecitos no han de servir para que peones, maestros, hacheros vivan mejor, coman mejor o yo mismo viva mejor; me dicen que no ganaré plata con ellos, que no tendré cine gratis con ellos, no me darán ropa por ellos, no conseguiré tabaco o vino por ellos, no alcanzaré perdón o gracia por ellos… Me dicen que con estos chistecitos no tomaré el poder ni haré la revolución… Yo los escucho mientras me siento a la mesa, pongo a los Beatles de fondo y escribo y dibujo y planto una risa en el medio de este agitado planeta."
Finalmente, quiero despedirme con un texto que hemos publicado en la sección "El Perrodista" de El Litoral. Ante la "partida" del creador de Mafalda, así supongo que se experimenta la conmoción de la noticia en el universo de la historieta: "Batman y El Guasón acordaron un cese momentáneo de hostilidades en señal de luto (¡Gótica respira aliviada!); El Eternauta ha suspendido su viaje por el tiempo para despedir a un grande como su padre (Oesterheld); inconteniblemente, Condorito no para de hacer '¡Plop!'; Clemente llora lágrimas rayadas y lamenta no tener manos para fundirse en un abrazo con los afligidos Miguelito y Guille; el desconsolado Manolito ha cerrado por duelo su cadena de hipermercados (¡algunos rumorean que se trata de una maniobra especulativa de remarcación de precios!); Inodoro Pereyra y Patoruzú han decidido aplacar y compartir sus angustias con algunos tragos que sirven en una pulpería de La Pampa. En exclusiva para nuestro medio, dijo la acongojada Mafalda: 'Siento un dolor que combina lo peor de esta vida: ¡la guerra, la sopa y los efectos del palito de abollar ideas!'".