La cultura de Rosario en terapia intensiva: cerraron 17 espacios sólo en 2020

Ignacio Pellizzón | [email protected]

Cuando se habla de espacios culturales, se refieren a lugares que son mucho más que bares o cafeterías. Se trata de complejos que ofrecen una multiplicidad muy variada de opciones, tanto de día como de noche. Ofrecen la posibilidad de tomar clases de danza, cursos de idiomas, desayunar, cenar con un espectáculo en vivo, aprender a tocar instrumentos, entre tantas otras propuestas.

Según el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), las industrias creativas y culturales generaron cerca de 124 mil millones de dólares en ingresos y 1,9 millones de puestos de trabajo en América Latina y el Caribe durante 2019.

La pandemia del coronavirus los arrojó a una crisis sin precedentes. Los últimos años de economía en recesión los tenía a maltraer, pero el Covid-19 los está tumbando como nunca. Ya cerraron 17 espacios en lo que va del año y al 2020 aun le resta un trimestre.

Si bien desde el Colectivo que los nuclea están pidiendo ayuda, en el Concejo de Rosario tomaron el reclamo, se reunieron, los escucharon y están intentando oficializar de nexo, a través de la comisión de Cultura, entre municipio y provincia para avanzar en medidas urgentes que alivianen la crisis. Por ahora, poco se puede hacer, aseguran distintos legisladores.

El Concejo atento

El presidente de la comisión de Cultura del Palacio Vasallo, el concejal del PJ, Andrés Giménez, acercó a El Litoral una iniciativa propia, específica para atender la problemática de los espacios culturales. La misma, en uno de sus artículos, dispone que se cree el programa “Noche de los Teatros”, que “tendrá por objetivo la organización de una jornada de convocatoria oficial a las actividades culturales desarrolladas en el casco histórico de la ciudad, promoviendo la afluencia masiva de público a través de distintas estrategias establecidas por una mesa de gestión del Programa”.

La iniciativa, entre varias propuestas, busca una salida mediante la creación de un “pasaporte turístico” para la actividad teatral y gastronómica, que permita a las personas alojadas en los hoteles y/o hostels de Rosario, acceder a promociones especiales.

También, dispone la idea de confeccionar una agenda cultural unificada entre los teatros y espacios culturales de la zona, en formato digital e impreso, donde estén georreferenciadas las actividades culturales, y se incluya a los bares, restaurantes y hotelería que participan de esa jornada con ofertas y promociones.

Una de las integrantes de dicha comisión, la concejala del PRO, Germana Figueroa Casas, contó a Mirador Provincial que están “trabajando”, además, en poder otorgarle un año de prórroga en las habilitaciones municipales. La legisladora dijo que comprende el drama que están viviendo, pero que desde el Concejo no cuentan con muchas herramientas para “tomar medidas concretas” que amortigüen la crisis. “Tratamos de articular políticas con los distintos niveles del Estado para ver de qué manera se puede ayudar a los espacios culturales”, puntualizó.

Mapa de crisis

En base a estimaciones realizadas en el tercer trimestre del año por el Colectivo Rosarino de Espacios Culturales (Crec) la crisis pandémica del 2020 está literalmente derrumbando los complejos rosarinos: “En lo que va del año ya cerraron 17 espacios”, aseguró a El Litoral el referente del Colectivo, Julián Chimi.

Sin titubear reconfirma que la crisis se debe a “problemas económicos”. Es que, en este contexto de coronavirus de por medio, “la imposibilidad laboral y la falta de políticas de emergencia que amparen a los espacios culturales provocó el cierre de muchos.

Los distintos dueños de los espacios consultados destacaron dos medidas urgentes que atenuarían la situación del sector: apoyo económico para el rubro y beneficios impositivos para sortear la crisis.

Al igual que muchas personas que perdieron sus empleados o vieron paralizada su actividad laboral, desde los espacios culturales también están en la lucha por reinventarse. “Nos volcamos a diferentes alternativas para sobrevivir, como por ejemplo espectáculos virtuales, clases online vía streaming, ocasionales ventas de comida, delivery, un poco de todo”, describió Chimi.

Algunos de los que sucumbieron en estos meses de crisis fueron: La Bartolina, Le Bal, Bracco, Quilombo 27, Club 1518 y Combo Club, sumándose otros tantos, producto de la recesión económica en los últimos cinco años: El Olimpo, El Espiral, La Chamuyera, La Isla, Nómade, Bienvenida Casandra, entre otros.

Cambiar para sobrevivir

La pandemia del coronavirus generó cambios obligados en el funcionamiento sin lugar a dudas. Las medidas protocolares necesarias son muchas, en cuanto a la limpieza y desinfección de los espacios y sus elementos, las distancias de trabajo, los cupos habitacionales se redujeron notablemente, las clases en los espacios deben estar espaciadas unas de las otras y más.

También los horarios de trabajo están sumamente limitados, lo que hace que entren pocas clases en el día, con un reducido número de personas. Sin lugar a dudas eso repercute notablemente en la entrada de dinero de los espacios y de los docentes. Además, sigue siendo una imposibilidad brindar espectáculos. Los dueños de los complejos creen que muchas de las medidas permanecerán en el tiempo y otras irán mutando con la evolución de la pandemia.

Sin embargo, pese a los innumerables embates siguen resistiendo. “El desafío fue, es y será seguir en pie, generando cultura local y fuentes de trabajo”, aseguró el referente de Crec. También, “conseguir apoyos y políticas que amparen a los espacios como por ejemplo que exista el rubro ‘Espacio de Trabajo Cultural’, donde encuadrarían numerosos espacios que hoy en día se habilitan intentando encajar en las opciones que hay”.

Desde “Aire Espacio Cultural”, su dueño, Nacho Cejas, contó a El litoral que “durante los meses en que estuvimos cerrado, como forma de no cortar el vínculo con nuestros alumnos y como forma de tener algunos ingresos, nos volcamos a dictar clases online, también hicimos galas virtuales y hasta una rifa”.

Claramente, este tiempo provocó que “tengamos que modificar el funcionamiento de nuestro lugar de trabajo con protocolo de limpieza y desinfección entre clases, cupos reducidos, distanciamiento, restricción horaria, imposibilidad de ofrecer espectáculos o muestras de alumnos, entre otras”, explicó Cejas.

El dueño del espacio reflexionó sobre el hacer cotidiano y admitió que esta situación “afecta” la economía del lugar y el de los docentes que “muchos solo cuentan con este ingreso”. “Nos estamos reinventando constantemente y seguramente habrá que seguir buscando nuevas formas a futuro”, se esperanzó.zó.