Violento asalto a un reconocido escultor de la ciudad
La víctima fue Edgardo Arriola, jubilado de 81 años que se destaca como artista plástico santafesino. Le robaron una muy importante suma de dinero, en en pesos y dólares.
Edgardo Rubén Arriola tiene 81 años. Su pasión es la escultura, rama del arte en la que se destaca desde joven en nuestra ciudad. “Me jubilé como técnico constructor nacional. Con ese trabajo me gané la vida, pude ahorrar y mantener mi oficio de escultor”, contó el hombre este jueves por la mañana, horas más tarde de haber sufrido un violento asalto en su propio hogar.
“Hacer una escultura y construir una casa tienen muchas cosas en común. Para las dos cosas hay que mirar la estética y la estática. Las obras tienen que ser estéticas, pero también estáticas, se tienen que sostener adecuadamente”, explicó el hombre, todavía conmocionado por lo que había pasado la noche anterior.
Su vivienda está repleta de sus obras, algunas imponentes, otras más pequeñas, varias premiadas en distintos certámenes. “Mis hijos no quieren que las siga vendiendo. Ellos desean que queden en la familia. Por suerte, a los ladrones el arte no les va y no se interesaron por ellas”, dijo.
Guillermo Di Salvatore
Foto: Guillermo Di Salvatore
Sorpresa desagradable
El robo ocurrió aproximadamente a las 20 de este miércoles. “Yo estaba solo en la casa, porque mi esposa había ido a la casa de mi hija, a pocos metros de la mía, a través de un pasillo compartido. Salía de bañarme. Fui hasta la pieza y cuando volví sentí que alguien me tocó de atrás. Me doy vuelta y me encontré con un desconocido. Era un urso que tenía el barbijo puesto”, recordó Edgardo que en ningún momento pudo ver arma alguna.
El delincuente actuó con firmeza. Hablaba con una tonada y expresiones típicas de la provincia de Córdoba (aunque se pudo ser todo impostado). “Cayate… Shhhh… No digas nada. Dame la plata, los dólares. No te hagas el boludo”, le susurró a la víctima.
Guillermo Di Salvatore
Foto: Guillermo Di Salvatore
“Él sabía”
“Yo temía que mi esposa volviera en ese momento. Le dije que iba a buscar la plata. Lo lleve hasta una habitación, donde guardaba unos 100 mil pesos. Con los nervios no encontraba la plata. Los terminó hallando él. Pero no se conformó. ‘Ahora dáme los dólares’, me exigió. Le dije que no tenía, pero él sabía”.
Después de un ratito, el ladrón fue directamente a uno de los roperos, prácticamente arrancó la puerta que estaba con llave y abrió el cajón en donde el dueño de casa guardaba los billetes verdes estadounidenses por 20 mil.
“Hasta ese momento yo pensaba que este tipo estaba solo, pero entonces empecé a sentir que rompían cosas en la pieza de mi mujer. Son momentos en los que te puede dar un infarto. Tenía miedo del desenlace, de que me mataran antes de escapar. Me empujaron para que me tire al piso y que mire para el otro lado. También me sacaron y arrojaron lejos los anteojos, para que no pueda ver nada… menos de lo que ya veo con ellos”, relató el escultor, que llegó a ser vicepresidente de la Asociación de Artistas Plásticos Santafesinos.
Ninguna broma
“En eso aparece el otro -agregó-. Se hablaron. Los dos eran grandotes. Seguía revisando, papelito por papelito… Buscaron un poco más. Estaba sufriendo en el piso. De golpe, silencio total. Igual, yo no me quería ni mover. No sabía si todavía estaban adentro. En realidad ya se habían ido, por la puerta del frente. Encontraron la llave. Después supe cómo habían ingresado, a través del pasillo compartido con otras viviendas. Destrozaron la cerradura”.
“Todavía no caigo. Al hablar y contar lo que pasó siento alivio, pero cuando estoy solo empiezo a maquinar todo. Pienso en lo que pudo haber pasado. Cuando entró mi señora a la casa, ellos ya no estaban. Me encontró tirado de panza en el piso. Se mataba de risa, porque pensó que buscaba algo. Le dije que me habían asaltado y se siguió riendo, porque entendió que era una broma”, manifesto Arriola.
“Reserva de viejo”
“No fue un golpe improvisado. Sabían que tenía esos dólares. No te imaginás desde cuándo estoy juntando esos ahorros. Son muchos años. Era la reserva de viejo. Uno sabe que las jubilaciones son magras en este país y trata de resguardarse. Encima, me encanta hacer estas cosas que no producen ningún dinero. Es más, hay que pagar hasta para exponer”, dijo el escultor mientras recorría con su dedo índice sus numerosas obras expuestas en el living.