El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, se reunió este viernes con sus pares de Armenia y Azerbaiyán, pero no hubo señales de avances hacia el cese de hostilidades en la convulsionada región de Nagorno Karabaj, donde casi al mismo tiempo se reanudaban los combates entre las partes beligerantes. Pompeo estrechó manos e intercambió cumplidos, pero no hizo mayores comentarios en sus respectivas reuniones con el ministro de Relaciones Exteriores de Azeirbayán, Jeyhun Bayramov, y el de Armenia, Zohrab Mnatsakanyan.
Los dos cancilleres habían descartado una reunión trilateral en Washington y Bayramov fue visto salir poco antes de la llegada de Mnatsakanyan. Bayramov declaró haberle dicho a Pompeo que "Armenia debe terminar la ocupación de Nagorno Karabaj", una montañosa región reconocida internacionalmente como parte de Azerbaiyán, pero que está bajo control de separatistas armenios respaldados por Ereván.
"Estamos comprometidos en encontrar una solución política al conflicto y reanudar rápidamente conversaciones sustanciales; Armenia debe parar de eludir negociaciones significativas y optar por una paz duradera", expuso Bayraqmov tras conversar con Pompeo. Nagorno Karabaj, poblado de más de 140.000 habitantes, de los cuales el 99% está conformado por armenios cristianos, se separó de Azerbaiyán, país musulmán chiíta de habla turca, poco antes de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, lo que dio lugar a una guerra que dejó 30.000 muertos.
Desde 1994 rige un alto el fuego interrumpido a menudo por enfrentamientos, pero pocos tan violentos como los que se iniciaron el 27 de septiembre de este año. Además de una posible crisis humanitaria, la comunidad internacional teme que el conflicto se internacionalice, ya que Turquía apoya a Azerbaiyán, mientras que Armenia, que respalda financieramente a los separatistas, forma parte de una alianza militar con Rusia.
En el contexto de las negociaciones por Nagorno Karabaj, este viernes surgió otro tema que generó cierta rispidez entre dos de las naciones protagonistas de este conflicto, Estados Unidos y Turquía. Se trata del rechazo del Pentágono (sede del Departamento de Defensa estadounidense), "en los términos más enérgicos posibles", de la prueba de un sistema de defensa de misiles de fabricación rusa realizada por Turquía, uno de sus aliados en la OTAN, con el que cada dos por tres tiene algún "cortocircuito".
"El Departamento de Defensa de Estados Unidos condena en los términos más enérgicos posibles la prueba del 16 de octubre del sistema de defensa aérea S-400 de Turquía", señaló en un comunicado el vocero del Pentágono, Jonathan Hoffman. "Nos oponemos a las pruebas de este sistema por parte de Turquía, lo que podría tener serias consecuencias para nuestra relación de seguridad", recalcó el funcionario.
Hoffman, además, señaló que la posición de la Casa Blanca es "clara e inquebrantable", al considerar que un sistema S-400 operativo no es coherente con los compromisos adoptados por Turquía como aliado de Estados Unidos y la OTAN. "Turquía ya ha sido suspendida del programa F-35 y el S-400 sigue siendo una barrera significativa para el progreso en otras partes de la relación bilateral", sentenció.
Por su parte, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ratificó la realización de la primera prueba del sistema de defensa de misiles ruso y desestimó las críticas estadounidenses. "No vamos a pedir permiso a Estados Unidos", zanjó el mandatario ante periodistas en Estambul. El Departamento de Estado de Estados Unidos ya había emitido su rechazo la semana pasada tras informarse de la prueba, luego de repetidas advertencias sobre posibles sanciones si el sistema se activaba. No obstante ello, Ankara relativizó las críticas y argumentó la compra del sistema ruso dadas sus necesidades de seguridad.