Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) calcula que en lo que va del año “el déficit fiscal hasta el mes de septiembre inclusive fue de 6,4% del PIB y la emisión de pesos desde el BCRA al Tesoro Nacional fue equivalente al 6% del PIB. Es decir que el 94% del déficit fue financiado con emisión de pesos”. El cálculo no incluye la “pesada herencia”, ya que se pagó poca deuda en la presente gestión.
En cambio se emite deuda en pesos. Según el economista Nadin Argañaraz, “el gobierno nacional espera cerrar el año 2020 con un déficit primario de 8,3% del PIB y con un déficit fiscal de 10,3% del PIB. Si se analiza la emisión de pesos primarios, se aprecia que llegaría a 8,3% del PIB ($ 2.250.000 millones, compuestos por utilidades por $ 1.600.000 millones y adelantos estimados por $ 650.000 millones)”.
En el marco de la pandemia, ese cálculo apunta a que “en 2020 el BCRA estaría financiando el 80% del déficit fiscal con emisión tanto por la vía de transferencia de utilidades como de adelantos transitorios”. Eso se confirma sólo con un rojo del 10,3 % de déficit, cálculo que el FMI llevó a 11,8% y que Cecilia Todesca calculó en el orden del 12 %, en sus últimas declaraciones negando la devaluación.
Argañaraz reclama, como muchos economistas en el país, que el Congreso defina “un plan fiscal y monetario consistente, definiendo claramente cómo va a ser el manejo de los pesos que este año se terminarían emitiendo”. El economista parece descontar que eso no saldrá de la Casa Rosada.
Mientras se negocia la deuda de 44 mil millones de dólares con el FMI, el gobierno se prepara desde esta semana para sancionar el presupuesto nacional con un recorte del déficit fiscal a 4,2% del PIB en 2021. “Esta corrección se realizaría en un contexto en el que la economía argentina rebotaría un 5,5%, aportando un incremento de los ingresos tributarios de alrededor de 1 p.p. del PIB. Esto implica que la reducción del déficit se apoya principalmente en la reducción del gasto”, advierte Argañaraz.
Eso mientras el ala kirchnerista del gobierno da señales de no restringir el gasto público en medio de recesión más pandemia. El optimismo presupuestario de Guzmán se basa en que no necesitaría buena parte de los recursos que gastó este año, porque se superaría la emergencia sanitaria.
“No sería prudente -dice Argañaraz- aprobar un presupuesto cuya baja del déficit está explicada en gran medida por la eliminación de transferencias que este año se están haciendo a personas a raíz de la pandemia y restricciones, como lo son el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Es vital consensuar una hoja de ruta que contenga los posibles caminos alternativos”.
En base al proyecto de Presupuesto 2021, Argañaraz calcula que la emisión de pesos prevista desde el BCRA con destino al Tesoro Nacional ($ 800 mil millones en utilidades y $ 400 mil millones en adelanto) equivalen al 3,2% del PIB y 56% del déficit proyectado. En 2018 el BCRA sólo financió 0,2 % del déficit, aunque se elevó el nivel de la deuda (que de todas maneras no se está pagando) que es la principal crítica de la administración nacional a su antecesora.
La “demonización” de la solución
En setiembre último las importaciones crecieron 3 % a pesar de la recesión. El fantasma de la devaluación explica ese fenómeno “incongruente” con la baja de la actividad económica. Los importadoras apuran (incluso sobrefacturan) las compras para reponer a bajo costo respecto de las expectativas devaluatorias.
El presidente Fernández, el ministro Martín Guzmán, Cecilia Todesca y el jefe de Gabinete insisten en que no habrá devaluación, aún cuando se registra a un ritmo del 3 % mensual, congruente con la inflación.
“La tendencia a la caída de las exportaciones y el crecimiento de las importaciones aumenta las presiones sobre las reservas del Banco Central”, advirtió un documento del Instituto para el Desarrollo Social Argentino. “Para evitar un traumático salto devaluatorio, las autoridades intentan estimular las exportaciones con bajas transitorias en las retenciones y, a la vez, ponen diferentes tipos de trabas a las importaciones”, repasa el documento de Idesa, que dirige el economista Jorge Colina.
Recuerda el análisis que para generar dólares genuinos sin tomar crédito, es necesario incrementar exportaciones. Pero “por cada punto que crece el PBI, las importaciones crecen el doble. La razón es que más del 80% de las importaciones se componen de bienes de capital, insumos para la producción y repuestos”, explica.
Idesa pide corregir la inconsistencia estructural que supone la “demonización” del comercio exterior. “Está muy arraigada la idea de que los exportadores son privilegiados que ganan mucho dinero, por lo que se justifica sobrecargarlos de impuestos. Las importaciones son asumidas como una amenaza a la producción y el empleo nacional de manera que también merecen ser cargados de impuestos y burocracia. Mientras siga prevaleciendo esta visión no habrá posibilidades de crecimiento”.
Nadin Argañaraz sugiere armonizar las tasas que paga el BCRA, “para alinearlas con las que pagarían los bonos del Tesoro. Las tasas de Leliqs vienen siendo reducidas por el BCRA y las de pases aumentadas”. Sugiere que de esta forma “se podrían liberar fondos de los bancos que irían a demandar bonos del Tesoro, cambiando la composición del financiamiento del déficit fiscal, con más bonos y menos emisión”.