La historia de una fuga "de película", ocurrida hace 90 años en la cárcel de la ciudad
Cuatro peligrosos sujetos, sobre los que pesaban condenas por homicidios, escaparon del penal ubicado en el norte de la capital provincial. Para lograrlo hicieron un boquete en una pared y se enfrentaron a la policía. Pasó en noviembre de 1930 y fue una muestra de las penosas condiciones de la cárcel. El repaso con crónicas y fotos de la época.
Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden Desde el cielo. Así lucía la cárcel pública en la década de 1930.
El mundo de la ficción ha dado a lo largo del Siglo XX y parte del XXI innumerables piezas, sean películas o series, relacionadas a escapes de cárceles. Seguramente, perduran en la memoria colectiva films como “Papillon”, “Escape de Alcatraz” y “Sueños de Libertad”, clásicos del cine. Más cercano en el tiempo, la serie de TV “Prison Break” cautivó a una gran masa de público al mostrar las andanzas de dos hermanos para huir de una prisión. En este 2020, “Escape de Pretoria” volvió a traer a la pantalla la temática de la evasión de reclusos de un penal. En lo que respecta a la Argentina, el film “La fuga” recreó a la perfección la historia que a continuación se recordará.
El viernes 14 de noviembre de 1930, Diario El Litoral publicó entre sus páginas la noticia de la evasión de cuatro reclusos del penal que hoy se lo conoce como “Las Flores”, por su cercanía al barrio homónimo del norte de la ciudad de Santa Fe. “Cuatro hombres jóvenes recluidos, todos ellos en la cárcel pública para purgar delitos de homicidios que se consumaron en diversas épocas, idearon un plan para evadirse del establecimiento y lo cumplieron con éxito, consiguiendo así la ansiada libertad”, arrancaba el artículo.
Archivo El Litoral
Foto: Archivo El Litoral
En esa misma nota, se explicó que para conseguir semejante empresa, los reos hicieron un boquete en los fondos del pabellón n° 2. “El lugar elegido para practicar la perforación fue un rincón donde se guarda la leña”, detalló este diario hace 90 años. En ese sentido, se explicó que “el agujero abierto tiene un diámetro de 30 cm y aproximadamente circular. La cavidad quedaba oculta por la cantidad de maderas depositadas que, como se comprenderá, no se movían con frecuencia”.
Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden Imágenes captadas luego de la fuga
Imágenes captadas luego de la fuga. Foto: Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden
Más detalles
Con el correr de las horas, se conocieron más detalles de cómo fue la fuga. Así lo detalló Diario El Orden, el sábado 15 de noviembre de 1930, es decir unas 48 horas después de la evasión. Al parecer, el mal tiempo reinante por aquellos días ayudó para que el plan de escape fuese perfecto. Por lo pronto las guardias se redujeron en tiempo y facilitó el accionar de los reos. “A las 21.30 el penal fue sacudido por la emoción de un disparo de arma de fuego, al que le siguió inmediatamente otro y momentos después una descarga continuada, lo que hizo comprender que estaban ocurriendo sucesos de gravedad”, describió el citado periódico santafesino.
En esa crónica policial se detalla que uno de los centinelas de la cárcel “percibió la figura de dos hombres que avanzaban y les dio la voz de alto. A los dos primeros se juntaron dos más y corrieron a la salida. El guardia alzó el arma, un remington viejo, y oprimió el percutor. El disparo falló y debió mover la manivela nuevamente para disparar otra vez. Mientras tanto los cuatro presos estaban sobre él. Disparó a boca de jarro y volvió a fallar”, continúa la nota de El Orden.
Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden Imágenes captadas luego de la fuga
Imágenes captadas luego de la fuga.Foto: Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden
Una vez que “vencieron” a los centinelas, los presos llegaron a “la quinta”, el lugar donde se guardaba la leña y los prófugos habían preparado el boquete para escapar. Tras usar el agujero por la pared, los reos saltaron la verja que pone fin al pabellón número 2. Según detalla la nota policial, quedaron huellas de picadas en la pared y los barrotes. Junto a la citada cerca, se hallaron algunos elementos como ropas y herramientas que usaron los condenados.
La secuencia siguió cuando los reclusos lograron alcanzar un maizal de más de medio metro de altura, situados en las inmediaciones del puesto de guardia. Los otros dos centinelas no habían podido abrir fuego porque corría riesgo la vida de su compañero y se limitaron a disparar desde su lugar (en el otro extremo del muro) hacia los delincuentes que ya corrían entre la plantación de maíz.
El escape estaba consumado. Horas más tarde, los oficiales que recorrieron los lugares de la fuga, se toparon con otras prendas (zapatos y un sombrero) de los delincuentes entre el barro y el maizal.
Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden Imágenes captadas luego de la fuga
Imágenes captadas luego de la fuga. Foto: Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden
Operativo post escape
Tras lo ocurrido, los guardiacárceles hicieron un recuento y notaron la falta de cuatro internos. “Uno de los guardia fue a retirar leña del depósito y, al hacer caer una pequeña pila de los fondos, descubrió el boquete, dando inmediatamente aviso a sus superiores”, relataba la crónica policial de El Litoral. Fue entonces que hicieron un conteo rápido y cayeron en cuenta que faltaban cuatro reos.
Rápidamente se dio aviso a autoridades policiales y judiciales. La primera medida tomada fue la detención preventiva de los guardias de turno en la cárcel mientras se investigaba lo sucedido.
“La policía despachó anoche numerosas comisiones y hoy se ocupó de enviar circulares a todas las jefaturas con la filiación de los prófugos y demás detalles que pudieran ser de utilidad para identificarlos”, detallaba El Litoral al tiempo de señalar que se iban a imprimir unos dos mil volantes con las fotografías de los delincuentes para ser distribuidos en “toda la república”.
Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden Imágenes captadas luego de la fuga
Imágenes captadas luego de la fuga.Foto: Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden
Los prófugos
Como se mencionó al inicio, los cuatro hombres estaban presos cumpliendo condenas por causas de homicidios; es decir eran sujetos peligrosos por ello permanecían en el pabellón n° 2. A continuación los datos de los prófugos que difundió El Orden, días después de la fuga.
Nicolás Tello. Argentino de 43 años, soltero. Jornalero con instrucción. Ingresó a la cárcel el 17 de octubre de 1926 tras ser condenado por un homicidio cometido en la localidad de Vera. Fue condenado a 15 años de prisión.
Silvano Ramón Barrios. Argentino de 30 años, soltero. Jornalero. Entró a la cárcel el 17 de marzo de 1928 por haber cometido un homicidio en Vera. Tenía una condena de 15 años.
Francisco Orellano. Argentino de 23 años. Jornalero con poca instrucción. Estaba en el penal desde el 16 de septiembre de 1926 tras cometer un homicidio en San Cristóbal. Tenía una condena de 20 años.
Nemesio Zacarías Rodríguez, alias “Mecho”. Argentino de 25 años soltero. Ingresó a la cárcel el 16 de abril de 1929 tras asesinar a su tío de cinco puñaladas en la ciudad de Santa Fe. Tenía una condena de 15 años.
Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden Los presos que protagonizaron la fuga.
Los presos que protagonizaron la fuga. Foto: Hemeroteca Digital de Santa Fe / Diario El Orden
Pésimo estado de la cárcel
El escape aquí relatado no es otra cosa que una muestra representativa del deplorable estado en el que se encontraba la cárcel pública por aquellos tiempos. De esta situación daban cuenta los medios gráficos de la época.
Para finales de 1918 las instalaciones sufrieron el embate de una fuerte tormenta que azotó la ciudad. El 14 de diciembre de ese año, diario “Santa Fe” contó que el temporal provocó el derrumbe de unos paredones y ante esa situación murieron cinco reclusos y otra veintena resultó herido. Además, en esa jornada también hubo un intento de evasión.
Dos años más tarde, el mismo periódico local criticaba fuertemente el estado del penal: “La cárcel de la segunda provincia argentina, es por sus condiciones pésimas y atentatorias a la moral, a la higiene y a su desenvolvimiento interno, una de las mayores lacras de la sociedad santafesina. Eso que se llama cárcel, es un pocilga inmunda, es un infierno en que todos los dolores, todas las desgracias y todos los vicios, tienen un papel principal”.
Posterior a la fuga, en una de las crónicas policiales de “El Orden” continuaban las críticas al edificio y por cuestiones de salubridad. “(...) más de 400 penados, estén confundidos dentro de un pocilga inmunda, como hemos llamado, porque no merece otro nombre, al establecimiento carcelario”, opinaron en el citado diario local. “La cárcel carece de toda clase de seguridades y es una invitación constante de fuga o a la sublevación”, agregaba.
Coronda
La habilitación de la cárcel de Coronda fue un “alivio” para las denostadas instalaciones de “Las Flores”. El nuevo penal santafesino, ubicado en el Dpto San Jerónimo fue inaugurado en agosto de 1933, tras varios años desde que se presentó el proyecto (1909), la compra del terreno (1915), se destinaron los fondos necesarios (1922) y en 1927 se firmaron los contratos con las empresas constructoras.