Martín Guzmán ganó tiempo. Calmó al “insignificante” dólar blue; lo hizo emitiendo deuda en dólares al 15 % (en el mundo las tasas se acerca a cero) y logró así postergar el ensanchamiento de la grieta cambiaria. Que siga siendo del orden del 86 % es indicador del descomunal descalabro que acecha a la macroeconomía y, con ella, a la sociedad argentina.
Después de emitir sin respaldo más de 1,7 billón de pesos para tapar el agujero fiscal, con el riesgo hiperinflacionario que eso implica en un país sin moneda, con precios al consumidor que volverán a crecer por encima del 3 % mensual, tarifas atrasadas, desocupación del 13,1%, 50 % de pobreza, sin reservas en el BCRA y con la industria alimenticia trabajando a pérdida, el gobierno quedó parado frente a un dilema que ningún relato podría maquillar.
Por un lado la devaluación (y la hiperinflación), con costo político casi exclusivo para Alberto Fernández y riesgo de estallido con epicentro en las bases sociales del oficialismo. Por el otro el ajuste planificado, con la alternativa de acusar a la pandemia y a Mauricio Macri, cargando los detonantes donde electoralmente le duela menos al Frente de Todos. La implosión controlada es, con la vacuna rusa -o la que llegue antes- el diseño alternativo para el año electoral.
Claro que la materia social no es susceptible de comparación con la resistencia del hormigón. La proyección de la onda expansiva ofrece mayor nivel de error en el cálculo.
El martes arribarán a Buenos Aires Julie Kozack y Luis Cubeddu, los emisarios del FMI. Retomarán la senda que quedó trunca cuando las Paso fulminaron los buenos resultados fiscales de Nicolás Dujovne. No son pocos los que ironizan, en el corsi e ricorsi de la farsa argentina, “...qué bien que estábamos cuando estábamos mal”.
Alberto sí tenía un plan, seguramente no el que él querría. Claro que no se postuló para otro país que no sea el de la herencia Macrista (y de ahí para atrás, hasta llegar a donde cada quien quiera). El hecho es que en los últimos días se vienen sucediendo las claras muestras de ese camino, y del por qué no lo explicitaba.
Se eliminó del presupuesto (con la ausencia de Máximo en el recinto de Diputados) una partida de $ 30 mil millones para las petroleras, lo que anuncia aumento de tarifas; el propio Guzmán prometió reducir la impresión de billetes antes de fin de año, lo que implica eliminar IFE y ATP hacia 2021; no hay nueva fórmula para actualizar jubilaciones, lo que licúa el déficit previsional; se mantiene sin fecha el retorno a clases, lo que desactiva el “fuego amigo” de los gremios docentes por paritarias.
Como si fuera poco, la Asociación Empresaria Argentina se reunió con el ministro Guzman, incluyendo en la mesa a Héctor Magnetto (Grupo Clarín), sin que Cristina excomulgue al ministro. En el juego oficialista de policía bueno y policía malo, la vicepresidenta le aclaró al país que gobierna Alberto, encargado del trabajo costoso, aunque ella se reservó la continuidad del dispositivo político-judicial que la ampara y la transferencia millonaria de recursos en favor de Axel Kicillof, a costa de Horacio Rodríguez Larreta.
¿Para el resto de los gobernadores qué habrá? Wado de Pedro ofrece una prórroga del permiso para seguir cobrando Ingresos Brutos y Sellos. Eso más la aún incierta reforma tributaria (está en la carpeta del FMI) y el pendiente impuesto a la riqueza, pone a distritos como ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza en el centro del mayor costo económico con la menor asistencia relativa del gobierno central. Excepto ayudas estamentales que no carecen de justificación humanitaria... ni de especulación electoral.
Omar Perotti se puede contar entre los que más desafíos tiene aún siendo oficialista. La previsión presupuestaria nacional para empezar a saldar a Santa Fe la deuda que generó el kirchnerismo y que Macri dejó impaga, no es más que una promesa de ocasión sin fuente de financiamiento, en medio de un ajuste fiscal.
Y el peronismo provincial, con internas o sin ellas, volverá a tensionarse en un diseño electoral en el que el cristinismo impondrá nombres, con un perfil ideológico desafiante para buena parte de quienes militan en el justicialismo santafesino.