Por Enrique Escobar Cello
Los argentinos no estamos divididos por una grieta social, política o ideológica; la única grieta que nos divide es una grieta ética.
Por Enrique Escobar Cello
"Construir consenso con el oficialismo para ayudar a cerrar la 'grieta social' que nos divide", es discurso común del grueso de la dirigencia política de oposición. ¿Vamos a "construir consenso", con gente de poca palabra o con personas como el señor Horacio Pietragala Corti, secretario de Derechos Humanos de la Nación, que entre 2018 y 2019 aumentó su patrimonio en un 2.300 por ciento? ¿Es ser persistente recordarles a López, tirando una madrugada por encima de un tapial bolsos desbordantes de dólares a un convento de dudosa santidad? ¿Y qué con De Vido, Boudou y toda la muchachada?
Los argentinos de a pie queremos que nuestros políticos de oposición logren consenso entre ellos mismos y con todos los argentinos de buena voluntad, cultura de trabajo y vocación republicana. Que dejen de lado las pretensiones personales, las pequeñas mezquindades y las discusiones metodológicas, en economía, política internacional y nacional.
Creo que los argentinos no los queremos aceptando o rechazando a quien puede o no estar a su lado; porque es liberal, porque no lo es, porque es proteccionista o libre cambista o por cualquier otra diferencia lícita. La Patria está en peligro, señoras y señores de la política, acá todos debemos ser liberales, proteccionistas y librecambistas dentro del marco que nos dicta la Constitución Nacional, porque ése debe ser nuestro programa de gobierno. Debemos dejar de lado el enanismo mental y seguir a Nicolás Avellaneda y la grandeza de sus palabras: "Nada hay dentro de la Nación superior a la Nación misma".
Los argentinos queremos usar a nuestra Constitución como poncho que a todos nos abrigue; y a ustedes, señores políticos, los elegimos para que conduzcan este barco. ¿El Norte? Lo encontrarán dentro de sus páginas, por ejemplo en su Artículo 75; Inciso 18: "Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y bienestar de todas las provincias, y al progreso de la ilustración, dictando planes de instrucción general y universitaria, y promoviendo la industria, la inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales navegables, la colonización de tierras de propiedad nacional, la introducción y establecimiento de nuevas industrias, la importación de capitales extranjeros y la exploración de los ríos interiores, por leyes protectoras de estos fines y por concesiones temporales de privilegios y recompensas de estímulo".
A entender de muchos, los argentinos no estamos divididos por una grieta social, política o ideológica; la única grieta que nos divide, nos seguirá dividiendo, en la Argentina y en el resto del mundo, es una grieta ética. Los que delinquen y transgreden leyes y normas están de un lado; y los que no, del otro.
No es cuestión de peronismo o anti peronismo, es República con todos sus institutos erguidos, sanos y fortalecidos. La otra opción es adoptar para nuestro país la desesperante y miserable imagen de la actual Venezuela, con un pueblo que cae más y más en una vorágine de autoritarismo, cárceles, torturas, hambre, terror y tristeza.
Creo interpretar el pensamiento de muchos argentinos cuando digo que no hay márgenes serios para consenso de ninguna naturaleza con gente que busca una Argentina que no sea República, con leyes laxas y privilegios, prepotencia, descaro, desidia y protección del enriquecimiento ilícito, sin poderes republicanos, con arbitrariedad personalista. Somos nosotros, todos nosotros, los ciudadanos con vocación republicana de fortalecer nuestras instituciones y de gobernar de acuerdo a lo que dicta nuestra Constitución Nacional los que debemos trabajar para que un consenso serio salve a nuestra República. Y le abra a nuestros nietos la perspectiva cierta de una nación soberana, "con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina".
Los argentinos de a pie queremos que nuestros políticos de oposición logren consenso entre ellos mismos y con todos los argentinos de buena voluntad, cultura de trabajo y vocación republicana.
A entender de muchos, los argentinos no estamos divididos por una grieta social, política o ideológica; la única grieta que nos divide, nos seguirá dividiendo, en la Argentina y en el resto del mundo, es una grieta ética.