Por Gustavo Ripke (*)
Por Gustavo Ripke (*)
(*) Ex jugador de Colón
Esto que me pasó con Maradona es increíble y lo voy a compartir. Yo fui como comentarista de LT 14, en 1985, siguiendo a la selección en los partidos de Eliminatorias. En ese entonces estaban el profesor Echevarría que fue preparador físico mío cuando jugaba en Colón en los primeros años de los '70, el Gringo Trossero, que jugó conmigo, y Pedro Pasculli. El, Pedrito, estaba permanentemente al lado de Diego. Como uno de mis hobbies es contar cuentos, Pedro me llamaba para que le cuente cuentos a él y a Diego. También estaba Hugo, su hermano. Se reían con mis cuentos. Diego me decía que me contara otro. Y yo le pedía algún tema, que me dijera sobre qué. Y sacaba un cuento. Esa fue la primera relación.
Después, ya en el Mundial, el primer día que llego a México, me voy a la concentración y me encuentro con Daniel Romeo, tío de Bernardo Romeo. Ni bien estoy ahí me pregunta si tenía algún plan y le digo que no tenía nada programado. "Esta tarde, ni bien termina de practicar la selección, en la cancha de al lado, vamos a hacer un partido contra unos periodistas", me dijo. Estaba el hermano de Bilardo, Escos, Romeo, los hijos de Grondona y algunos ex jugadores. Ni bien termina el partido, me dice: "Mirá Flaco, acá ni bien termina de practicar la selección, vamos a jugar contra alguien o entre nosotros. Y quiero que vos vengas". Al día siguiente vuelvo y presento el carnet de periodista, me dicen que no, que estaba prohibido, que podía ingresar únicamente los días de conferencia. Explico la situación y me preguntan nombre y apellido, van hasta una garita y traen una planilla y me piden el número de documento. Estaba anotado como una de las personas que podía entrar todos los días a la concentración, aunque tuviese el carnet de periodista. Imagináte, era un triunfo. Salvo un par de días, estuve todos los días allí con el plantel.
Con Diego tengo un montón de fotos porque aprovechaba para sacarme después de cada entrenamiento. El utilero me dejaba la 20 de Tapia, la camiseta de Pasculli, la de Borghi, camisetas de entrenamiento, etcétera, porque el utilero me decía: "Vos fuiste jugador y la vas a saber valorar".
Y llega el día de la final. Ese día iba a sorteo la camiseta que iba a utilizar. Argentina podría haber usado la azul francia o la celeste y blanca. Yo tenía la original de las dos. Cuando termina el partido, estaba con el Pajarito Rossi y Daniel Silguero. Me tiro al campo de juego y empiezo a correr, donde iba Diego iba a ir yo. Por ahí gira y sale corriendo a la platea que daba al banco de suplentes. Hay una imagen que nos toma a los dos, a mi con el 17 y a Diego, los dos levantando los brazos y ahí me doy cuenta de que no me había sacado el reloj. Todos me confundían con un jugador.
En eso, veo que me toman del brazo, es un tipo de seguridad y creí que me echaba de la cancha. Pero el tipo me apuraba porque quería empezar con la entrega de las medallas. Quedé a un metro y medio. Lo único que faltaba era que subiera a buscar la medalla, porque me empujaban para que subiera.
Cuando le entregan la copa a Diego, me voy al lado de él. En un momento, él llevaba la copa con la izquierda y yo con la derecha. Y de pronto, queda Roberto Cejas llevándolo en andas y ahí al lado quedo yo con Pedrito Pasculli. Es una imagen inolvidable que quedó retratada. Mi carrera en el fútbol se cortó a los 25 años, pero me dio esto que fue impagable.
Me meto en el vestuario y recuerdo que lo habían agarrado al masajista, le tiraban agua. De pronto, siento los ruidos de los botines y venía Rummenigge a cambiar la camiseta con Maradona, me mira y me dice "congratulation" porque pensaba que era jugador. Miraba para todos lados y quería que alguien lo registrase. En ese momento no habían habilitado el ingreso de los periodistas, no había celulares, no pude tener esa foto.
Volví a la cancha y todos me paraban y se sacaban fotos conmigo, me preguntaban quién era. ¿Cómo?, ¿no me conocés?, decía. Y la otra anécdota es que tenía casa de deportes y me invitan a una gran fiesta, me voy a Buenos Aires, después de servir los postres lo encaro a Diego. Y me dice: "Fiera, en Nápoles me regalaron unas fotos espectaculares y todos me preguntan quién es el que está conmigo?". Diego me lo dedicó a ese mural.
Cuando vino a la cancha de Colón, nos vimos, nos saludamos y guardo el mejor de los recuerdos para el que fue el más grande de todos los tiempos.