Llegan cartas
Llegan cartas
Despedida al dueño de la pelota
Counseling Cristian Pablo Sperati
Antes de juzgarme, leeme. Somos jueces de hechos ajenos basándonos en las leyes de nuestras interpretaciones y nos olvidamos de otro elemento importante, el contexto. Una flor marchita en un libro, el papel de un bombón o una nota declarando un amor escrita en el ticket de un bar son reliquias de placer cuando aún estás enamorado de esa persona y son un chiste de mal gusto cuando pasamos de príncipes a sapos. Así de simple. El contexto es la melodía de la película de tu vida. A medida que crecemos, la magia va apagándose y la razón nos corre el velo de la metáfora tan necesaria para vivir. La frase "sólo se vive una vez, disfruta la vida" es un bello recurso estilístico que reemplaza a la razonable "todos nos vamos a morir".
Yo tenía 12 años en el '86, la misma edad que hoy tiene mi hijo Juampi, aunque con diferencias notables. Él habita un mundo hiperconectado con ídolos y superhéroes a granel que pueden pedirse a gusto de cada uno. Yo no. En mi mundo de los 12 años no había cine los fines de semana, ni películas descargadas de Marvel repetidas incansablemente; no había acceso al teatro, ni internet, ni tele las 24 horas, ni cable, ni 300 canales con dispositivos sincronizados. En resumen, era un mundo de las "cavernas".
A los 12 años, no soñaba con ser Spider-man, ni Super-man, ni Leónidas y sus 300. Yo quería ser Diego porque él luchaba contra la pobreza en un hogar muy parecido al mío. Yo quería ser Diego para vencer a los piratas ingleses y sus aliados de la OTAN. Yo quería ser Diego porque aunque mi cuerpo me dolía, sentía que debía dar algo más por los que me querían como él lo hacía aun lesionado. En mi mundo de los 12 no habitaban los psicólogos, ni los coaches, ni los mentores, ni los motivadores tan importantes hoy para la salud emocional. Por eso, Diego fue el resumen perfecto de la palabra resiliencia (tampoco se hablaba de ella). Cuando las cosas se ponían feas, mirabas su poster y le rezabas a él. ¡No me mires feo, lector, quizás no me comprendas y te culpo! Sólo puede entenderme aquel que no tiene nada -ni presente ni futuro- y toma coraje mirando al ídolo que representa la esperanza de salir del agujero donde uno vive la mayor parte de su infancia. Los años pasan, la magia se pierde, la fe se cuestiona, Papá Noel son tus viejos y las Malvinas no se recuperarán con un partido pero... ¡Qué bello fue vivir el sueño para contarlo! ¡Diego de mi vida, vos sos la alegría de mi corazón!
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Reconocimiento
PABLO GIGLIOTTI
"Este mensaje es para expresar mi reconocimiento a mis amigos Enrique Miguel Cruz padre, con quien nos conocemos desde el año 1959; y a su hijo Enrique Miguel Cruz, que pese a la rivalidad en el campo de juego nunca mezclamos esas cuestiones. Tanto es así que cuando cumplí 90 años, en una reunión con mi familia, ambos estuvieron acompañándome. Agradezco a Línea Directa, al buzón, a la revista Nosotros, que siempre cumplieron publicándome los mensajes. Por todo lo expuesto, reitero mi reconocimiento a quienes supieron interpretar mis reclamos y otros textos. Con este mensaje, quise hacer público mi afecto a Quique Cruz y a Enriquito, a quien quiero como un hijo. Como dije anteriormente, somos rivales en el campo de juego, pero mi corazón dice otra cosa. Gracias El Litoral, mi diario, por permitirme expresar aun en el ocaso de mi vida".
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Incumplen el recorrido
MARÍA DE Bº EL POZO
"El jueves 26, estuve esperando el colectivo de la Línea 2 en Alejandro Greca y Busaniche. Eran las 8 de la mañana. Me fijé varias veces en el Cuándo Pasa (que hoy por hoy es cualquier cosa y no es claro lo que expresa), pero el 2 no aparecía. Cerca de las 8.30 vemos pasar derecho, por la calle Jiménez Assua, al esperado coche. Es decir que no entró a la calle Alejandro Greca como debía hacer. Es increíble lo que pasa con esta línea de colectivos. La mayoría de la gente culpa a la empresa, pero yo digo que también (y mucho) son los choferes, como este sinvergüenza que siguió de largo en lugar de hacer el recorrido correspondiente. Encima, cuando lo vimos pasar, a una cuadra, observamos que iba lentamente, es decir que ni siquiera iba apurado. Le pido a la empresa que haga un llamado de atención a sus choferes, para que cumplan los recorridos. Éramos varias personas esperando en la parada y yo, por ejemplo, tenía turno con el médico, y debido a eso, tuve que tomarme un taxi para no llegar tarde. Gracias por el espacio".
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Jugamos al gallo ciego
UN ANTIGUO LECTOR
"Cuando leo los diarios, miro las noticias en la televisión o lo escucho por alguna radio, advierto que en nuestro país hay una orfandad de amor al prójimo que mete miedo. Los hechos cotidianos nos indican que en nuestro país toda la población tira hacia lugares distintos. Aún no tenemos un norte para seguir, la brújula no funciona hace mucho, y el desconcierto atemoriza. Somos como niños jugando al gallo ciego, nos han tapado los ojos con una venda y cada uno camina para donde puede. Lo peor que advierto es que la juventud no tiene ejemplos a seguir, y se están acostumbrando a un país sin oportunidades. Hoy gran parte de la juventud no tiene trabajo, y no hay empleo para ellos, y de tener la suerte de que nuestro país arranque, en dos días no se logra revertir esta escasez de trabajo, pueden pasar muchos años".