Por María Angélica Sabatier
Es necesario construir una nueva cultura del agua, almacenarla de muchas maneras a escala micro, mezzo y macro, empezando por NO evacuar cada gota de excedente que se genere en lo urbano y lo rural. Cada gota cuenta.
Por María Angélica Sabatier
Santa Fe de la Vera Cruz tiene una particular relación con el Paraná y el inmenso humedal que la une al mismo, ese enorme entramado de cauces y cuerpos de agua de distinto porte, dan cuenta de la orfebrería desplegada durante siglos por un río que se hamaca al compás de ciclos húmedos y secos ocurridos a lo largo de su historia
Aguas altas críticas se produjeron en 1982-83, con 7.35 m ; en 1998 con 7.26 m y en 2016 con 6,61m (1). Entre esta última lectura y el mínimo registrado este año hay 6,20 m de altura que multiplicados por miles de km2 de superficie da somera idea del volumen que separa unos eventos de otros.
Lo que nos ha desvelado del Paraná han sido sus crecidas, seguramente porque nos metimos a vivir en su cauce, a hacer rutas, terraplenes, a construir frenéticamente en sus márgenes, o en las de componentes de su humedal, desarrollando asentamiento humano donde el Paraná estuvo antes y quizás quiera volver a estar, sin registrar que el río tiene en ese humedal un pulmón que regula su funcionamiento. Porque río y humedal son una sola cosa. Territorio donde debemos tener mucho respeto si no queremos dañar el ecosistema y perder sus servicios eco-sistémicos para siempre.
Entre 1905 y 1971, hubo 11 ocasiones en que la escala registró mínimos anuales por debajo de 0, siendo el más marcado el correspondiente al año 1944, en que la medida fue de -1,03 m, esto es, por debajo del 0 (cero) (2) de la escala y el más reciente, el año 1969, en que el registro fue de 0,14 m por debajo del 0 (cero) . Todos los usos del río y su humedal se ven afectados por las crecidas, pero, cuánto más por las bajantes, consecuencias de déficits de lluvia en la enorme cuenca drenada por el cauce principal y su red de afluentes y tributarios. ¿Hubo sequía macro regional antes? Por supuesto que sí, pero había menos usos, necesidades y consumos; todo ha crecido exponencialmente de la mano de un modelo de producción cuya lógica es maximizar la renta y no optimizar la relación con el ecosistema.
Lo que no podemos seguir haciendo
El incremento de la temperatura global y la deforestación creciente "han cambiado la circulación de los llamados ríos voladores, macro-corrientes de humedad atmosférica cuyo patrón se alteró de la mano del cambio climático generado por un calentamiento global que no deja de incrementarse producto de emisiones de gases de efecto invernadero que no dejan de aumentar" (3). "Ya no llueve donde se esperaba la cantidad esperada, las sequías prolongadas ya no son novedad y la frecuencia de los eventos extremos está visiblemente alterada. Grandes lluvias donde nunca llovía y grandes sequías donde llovía siempre son ya moneda corriente. De modo que hacer lo que se venía haciendo y cómo se lo venía haciendo, tampoco va más. Es necesario construir una nueva cultura del agua, almacenarla de muchas maneras a escala micro, mezzo y macro, empezando por NO evacuar cada gota de excedente que se genere en lo urbano y lo rural. Cada gota cuenta.
Ha sido dicho que la pandemia vino con una bajante bajo el brazo. La verdad es que las bajantes se han sucedido en el tiempo generando hechos que parecen repetirse pero que a la postre ponen en blanco y negro las enormes diferencias que el sistema presenta entre una bajante y otra, que no pueden explicarse por procesos naturales. Hay eventos que por magnitud y permanencia transforman porte y comportamiento de componentes del humedal y al propio río. Pero nada como la actividad humana transformándolo todo sin prisa pero sin pausa. Ni el humedad ni la Setúbal pueden seguir siendo objeto de tanta cosa, en ese espacio que ha sido –y dinámicamente hablando todavía es- parte del valle de uno de los ríos de llanura más grandes del mundo.
Esta bajante vino con mucha quema bajo el brazo, mucha pérdida de biodiversidad, mucho daño a los bosques de albardones, puso en evidencia que para el humedal y la Setúbal la bajante puede ser más riesgosa que la crecida. Esos procesos no son naturales, son desequilibrios ecosistémicos con impactos ambientales acumulativos, naturalizados porque siempre se hizo así. Pero no están ok. Como muchas otras prácticas que deterioran los recursos no pueden seguir haciéndose como hasta ahora. Hay que entenderlo de una vez por todas.
Los CIUDADANOS, todos, debemos reclamar ante el poder público: no seguir ocupando el valle del Paraná con viviendas, infraestructuras inadecuadas, countries naúticos, alteos de fracciones enteras de terreno para negocio inmobiliario e inventos por el estilo, urbanizando el cauce. ¿Hasta cuándo? La autoridad competente, ¿dónde está? Es un verdadero "misterio" cómo estas cosas pueden seguir pasando…
No dragar a troche y moche como si fuera gratuito. No extraer arenas como si eso no tuviera impacto. Estudiar los puntos en los que conviene extraer y mudar las areneras si fuera necesario, pero sobre todo REGULAR la actividad. No perforar el cauce de la Setúbal como si fuera un queso porque no lo es y hacerlo tiene consecuencias, entonces, marcar los pozos que constituyen un grave riesgo para la vida. Tarros fondeados es suficiente. Y advertir desde las márgenes que hay pozos peligrosos. No quemar el humedal porque eso elimina el bosque natural de albardón, daña biodiversidad y altera el ecosistema posiblemente para siempre. Si la ganadería se ve presionada por la agriculturización a como dé lugar los poderes públicos tienen la responsabilidad de instrumentar estrategias, medidas y acciones para recuperar los equilibrios perdidos. No contaminar el agua, no arrojar a los cuerpos de agua que componen el humedal que habitamos efluentes cloacales, ni aguas grises ni de ningún color que no sea el excedente de agua de lluvia. Ponerse los pantalones largos e intimar urgente a tenedores de propiedad raíz en la cuenca de cada desagüe pluvial a regularizar su conexión en 90 días a partir de una fecha que no pise el próximo milenio; y partir del día 91 multar exorbitantemente a quien no lo haya hecho, cruzando datos con Aguas de Santa Fe y usando otros métodos de verificación no estructurales. Mientras tanto, retener sólidos, filtrar el agua en la descarga y clorinarla (esto va sin cargo de honorarios).
¡Ahorrar agua, ahora y siempre! Y como ciudadanos, EXIGIR esfuerzos extraordinarios –como las crisis que nos atraviesan- en ¡forestar, forestar y forestar! Porque la mejor mitigación de emisiones es bajarlas aumentando aquello que las captura naturalmente y cambiar el efecto isla de calor por el de isla de bienestar.
Seguro hay mucho más para decir pero los caracteres se acaban. La seguimos en los encuentros virtuales y las plataformas que los ciudadanos tenemos para lograr que por fin los actores de la dimensión jurídico / regulatoria / institucional se pongan a la altura de las circunstancias. Todo lo otro se ordena desde allí. No hay sostenibilidad posible sin institucionalidad y orden jurídico fuerte.
(*) IRH, Magister Scientiae en Gestión Ambiental, Doctoranda en Educación de las Ciencias Experimentales con área de concentración en Competencias para la Sostenibilidad Sistémica, FADU UNL
(1) Lecturas máximas en la escala del puerto de Santa Fe. Recomiendo ver este documento breve, en especial las imágenes que muestran cómo se expande el sistema en creciente y como se retrae en bajante. A los efectos de hacer un ejercicio trate de imaginar todo lo que queda comprendido entre 7.35 m y 0.48, marca de mayo de 2020 file:///C:/Users/Usuario/Downloads/CONICET_Digital_Nro.d5e53af2-dfdd-43fd-9b9e-46c5eb4895f4_B.pdf
(2) Link:https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/236768-bajantes-historicas-del-rio-parana-de-los-ultimos-100-anos-en-la-ciudad-de-santa-fe-registros-del-puerto-area-metropolitana.html
(3) "El agua, ese bien escaso", abril 2018. El Litoral Diario. María Angélica Sabatier
¿Hubo sequía macro regional antes? Sí, pero había menos usos, necesidades y consumos; todo ha crecido exponencialmente de la mano de un modelo de producción que maximiza la renta sin optimizar la relación con el ecosistema.
Es necesario construir una nueva cultura del agua, almacenarla de muchas maneras a escala micro, mezzo y macro, empezando por NO evacuar cada gota de excedente que se genere en lo urbano y lo rural. Cada gota cuenta.