La clasificación de Colón a la Copa Libertadores 1998
La noche mágica de hace 23 años
Archivo El equipo de la histórica noche de hace 23 años. De pie: Ibarra, Unali, Leo Díaz, Medero, Castagno Suárez y Rodríguez Peña. Agachados: Marini, Castillo, Saralegui, Gordillo y Fuertes.
Eran las 12 de la noche de ese 3 de diciembre de 1997. O quizás ya vivíamos el 4. La noche porteña, esa que nunca duerme, mostraba la placidez que trae el final del día, como contraste al vértigo de gente apresurada, bocinazos y caos habitual de las horas de luz natural. El taxista baja del Puente Avellaneda para tomar la 9 de Julio y advierte, a varias cuadras del obelisco, algo que se aparta de lo común para esas horas de la noche. O ya madrugada. "Acá algo pasa, ¿no saben qué puede ser?", advierte a los dos cronistas de este diario que habíamos asistido, horas antes, a uno de los triunfos más resonantes e inolvidables de Colón. Nos miramos. "¿Será la hinchada de Colón en el obelisco?", dijimos en voz alta. "¡¿Cómo?!... ¡¿La hinchada de Colón?!", fue la expresión del taxista. Claro, eran tiempos sin redes sociales, sin la comunicación espontánea que surge por estos tiempos cuando algo de esto puede ocurrir. Era cuestión de transitar esas cuadras congestionadas para acercarse al máximo monumento porteño y ver de qué se trataba.
Y fue así nomás. Era la invasión de los hinchas sabaleros que habían elegido ese lugar de concentración histórica de multitudes -máxime si respondían a un éxito futbolero- para dar rienda suelta a la alegría justificada de haberse quedado con la clasificación a la Copa Libertadores de América de 1998 dejando en el camino, ni más ni menos, que al Rey de Copas, al equipo que meses antes le había propinado una paliza histórica (seis goles en el Brigadier López), al que levanta con absoluta justicia esa bandera de ser el equipo argentino copero por excelencia.
En la cancha de Lanús, Colón le había ganado 1 a 0 con el gol de Saralegui (centro del Bichi Fuertes), coronando aquél equipo -dirigido por entonces por un histórico del club como Orlando Medina- una campaña estupenda que incluyó el subcampeonato del Clausura '97 con Pancho Ferraro, una buena participación en su primera incursión internacional (Conmebol '97) y luego llegaría, repitiendo muchos intérpretes, la inolvidable actuación en la Libertadores del '98, cuando clasificó dejando en el camino a dos históricos peruanos y a Olimpia en la inolvidable noche de los penales de Burtovoy, antes de caer en un choque con polémicas ante River, del que todavía habla y con mucha bronca el profesor Daniel Córdoba, entrenador de ese equipo.
Ese 3 de diciembre de 1997 no fue un día más en la historia de Colón. Quedó sellado a fuego por todo. Por el triunfo, por haberlo consumado ante un grande con la mayor tradición copera del país, por haber sido en Buenos Aires, porque la movilización popular fue notable y por haber invadido el obelisco, alterando el movimiento de la esquina porteña más popular.
"¡¿Cómo?!... ¡¿La hinchada de Colón?!" fue aquélla expresión, mezcla de asombro e incredulidad del taxista. Faltaban pocas cuadras para llegar al obelisco... Fue el tiempo que aquél porteño, conocedor de esas movilizaciones populares al popular monumento, tardó en descubrir la magnitud de esa pasión que por una noche "pintó" de rojo y negro a la esquina más tradicional de Buenos Aires.