Luis Abdeneve cuenta una historia que lo llena de dolor...
El "10" habilidoso al que Diego le dio la camiseta y se la robaron
"Fui a visitarlo con Lalo, su hermano. El recién había llegado de Italia, era el año 1987, estaba en la cresta de la ola y me regaló la camiseta del Nápoli, todavía transpirada, que había usado en el último partido. Y me la dedicó. Unos conocidos de mi hijo fueron a mi casa y me la robaron", cuenta aquél diestro que jugaba como si fuera un zurdo.
El Litoral Luis Abdeneve, un entrerriano que llegó a Unión y que deslumbró desde el primer momento en base a una enorme habilidad. Apareció a principios de los ´80, pero la gente lo recuerda muchísimo.
Luis Abdeneve fue un elegido. No caben dudas de eso. Tenía una habilidad especial, distinta, exquisita, indescifrable. Eso lo convertía en un jugador diferente. Unía picardía con desparpajo, atrevimiento con coraje para hacer lo que nadie hacía sabiendo que se exponía a ser frenado de cualquier manera. "Yo jugué al fútbol en los tiempos en los que había una regla no escrita: 'La primera te la perdono, la segunda no', le decían los árbitros a los defensores y volantes 'rascadores'. No salían a lastimar, pero la primera patada era brava", cuenta este jugador al que el hincha de Unión (o de Boca o de Platense o de Gimnasia, entre otros equipos) iba a ver porque seguramente podía encontrarse con una jugada magistral, aunque a veces se diera en cuentagotas, algo típico, casi natural en esta rara "casta" de habilidosos convertidos casi en malabaristas de la pelota.
-¿Eras así, Luis, un jugador de potrero?
-Muchos me lo han dicho y yo siento orgullo... En el potrero no había diferencias, éramos todos amigos... Ahí jugaba el que venía con unos botines bárbaros y el que, como yo, se aparecía con las zapatillas rotas... El potrero era el lugar en el que todos éramos iguales... Amé y amo el potrero...
-¿El Luis Abdeneve profesional fue distinto al Luis Abdeneve del potrero?
-Jugar en primera es lo que uno aspira desde que va con las zapatillas rotas al potrero, como recién te dije... Me cambió siempre para bien... Tampoco hice fortunas para cambiar, más allá de que en algún momento estuve bien...
-Con esos golazos que hacías, capaz que si nacías 20 años después contabas otra historia, ¿no?
-Me lo recuerdan siempre, pero no reniego del momento que me tocó vivir. Capaz que hoy sería más rico, quizás millonario... Pero también te digo que aprendí que el dinero, en la vida, no es lo más importante.
-¿Fuiste feliz dentro de una cancha de fútbol?
-Hice lo que estaba dentro de mis posibilidades para serlo... Y cuando no lo hice, la gente me lo hacía ver.
-Ser feliz, para vos, ¿era convertir un golazo como ese que le hiciste a Newell's en cancha de Unión, en el arco de la redonda?
-¡Y claro...! Pero fijáte ese gol, el partido estaba 2 a 2 y faltaba poco. Horacio Cordero no me quería dar la pelota porque había que tirar el centro... ¡Yo tenía 20 años y se la fui a pedir!... No miré lo que había alrededor, no escuché lo que me decían mis compañeros ni tampoco pensé en lo que la gente iba a decir si me la quitaban... Porque si me la quitaban, ¡se venía el contragolpe y me 'mataban'!... Era yo contra el mundo, luchando por lo que quería hacer... Y lo hice. Salió bien, pero había posibilidades de que saliera mal... Yo no las contemplé...
-¿Qué sentimiento especial tuviste con lo que pasó a Maradona?
-Ufff... Mirá, Diego fue lo máximo, un ídolo... Me tocó enfrentarlo en cancha de Unión. Lo marcaban Regenhardt o Mario Alberto... No le fue bien a Diego en nuestra cancha... Yo jugué el partido ese del '81, que ganamos 2 a 0 con dos goles del Turco Alí... ¿Sabés lo que hice esa tarde?
-¡Le pediste la camiseta...!
-¡Claro...! Le fui a pedir la camiseta a Diego... ¡Pero había como 9 en la cola! (risas)... Entonces, se la cambié a Brindisi... Miguel me decía: 'Nene, dame la tuya ahora, Nene'... ¡Y yo le contestaba, con la de él en la mano, que si se la daba, tenía que jugar tres meses gratis para pagar el juego de camisetas que se perdía! (risas)... Después fui compañero de Miguel cuando vino a Unión con el Chino Benítez, un fenómeno...
-¿Te acordás de la charla técnica?
-Carmelo Faraone habló solamente de Diego en esa charla... Y el Choclo lo marcó bárbaro... La gente fue a verlo a él. Y en el otro partido de ese año, quedo afuera… ¡Una bronca!... Concentré como 17 y Volken me dice que juegue en tercera... Me vinieron a buscar al mediodía y me fui al preliminar... De enojado que estaba, agarré la pelota en el área mía y me fui gambeteando hasta el otro arco e hice el gol... José María Muñoz, que había llegado para transmitir el partido, preguntó quién era el que hizo esa jugada y me hizo una nota... Jugaba Diego ese día y mientras me estaban haciendo la nota, en la cancha, apareció Maradona... Yo no entendía nada... Después, la noche previa al partido con Racing de Córdoba en la Bombonera, cuando nos fuimos al descenso, pasó Diego por el hotel. Fue en el '88, estábamos con Lito Bottaniz... '¡Qué lindo diamantito que tenés!', le dijo Lito... Se quedó diez minutos con nosotros y cuando se iba le dijo: 'Si mañana ganan, te lo regalo'...
El Litoral Un momento inolvidable. Fue en cancha de Sarmiento de Junín, la tarde en que Unión le ganó a Quilmes con gol de Capocetti de penal y se salvó del descenso, en 1983.
Un momento inolvidable. Fue en cancha de Sarmiento de Junín, la tarde en que Unión le ganó a Quilmes con gol de Capocetti de penal y se salvó del descenso, en 1983.Foto: El Litoral
-Si te decían que ibas a jugar con él y gratis, ¿qué decías?
-¡Que hubiese pagado por jugar con él!... Cuando fue a Boca jugaron un montón de amistosos y le hizo ganar mucho dinero a sus compañeros... Eran ofertas millonarias... Pero tengo una anécdota muy dolorosa con él.
-¿Qué pasó?
-Yo estaba en Boca y Lalo, su hermano, estaba concentrado conmigo. Jugábamos contra River y él había llegado de Italia. Le pedimos permiso a Menotti, que era el técnico y fuimos a la casa. Entonces, me regala la camiseta del Nápoli, toda transpirada, la que había usado en el último partido y me la firma... Resulta que un día fueron unos compañeros de mi hijo a mi casa y alguien se metió en mi pieza... Había muchas camisetas, pero agarró esa...
-¡¿Y se la llevó?!...
-Sí... De 10 o 12 que había, hay ocho que me apuntan a dos... Pero bueno, no tengo pruebas, ¿qué les puedo decir?... Por lo menos, quiero que sepan que no la van a vender, que es un recuerdo imborrable para toda mi vida y que haré lo imposible para que no la vendan... Un recuerdo que ya no tengo.
-¿Te sentiste traicionado?
-Es que no eran amigos míos... Mirá, si hubiesen sido ladrones comunes, vaya y pase, te da bronca, pero no lo esperás de gente que conocés... Me acuerdo que adelante, en el pecho, había puesto: "Para Luis con mucho afecto"... Hoy los coleccionistas saben cuál es la original y cuál no... Y lo probable es que paguen fortunas por esa camiseta. No me voy a entregar para que la vendan... Eso fue en el '87, un momento de gloria de él... No había celulares, pero Lalo me sacó fotos y me las dio. Y yo las metí ahí, entre la camiseta, para hacer un cuadro... Imagináte que es una reliquia, porque es difícil tener una camiseta original de él... Para cambiarla, siempre había alguien con más trayectoria, que lo hablaba antes o tenía contacto... Cuando se me dio, fue una alegría... Yo tenía mucha amistad con Lalo, que arrancó en un Platense-Boca, andábamos siempre juntos,. Es muy buen pibe, puro corazón, igual a Diego... Una vez nos vinimos en una XR4 con Stafuza... Cuando llegamos a la autopista, escuchamos por radio que se había levantado el motín de Aldo Rico, así que nos tuvimos que volver a Buenos Aires.
-¿Lo hablaste cuando murió Diego?
-Lo llamé, le mandé un mensaje... Me dio mucha bronca e impotencia lo que pasó... Estuvo siempre mal rodeado, a veces pasa que hay alguien que te separa de los afectos... Lo que duele es que Diego era grande, tenía necesidades médicas de urgencia. El una vez perdió todo, estaba en la ruina, se recompuso y de la nada volvió a hacer fortuna... Diego era capaz de todo... Esta gente no supo cuidarlo, no lo supo querer. Diego fue de todos y por eso me da mucha pena que no lo hayan cuidado.
-Dice el médico que era difícil controlarlo, convencerlo de que haga ciertas cosas...
-¡Es que él no está para convencerlo, está para cuidarlo, medicarlo!... Puede ser difícil, pero es un paciente de riesgo y hay que hacer lo imposible para que esté bien... ¡El doctor Cahe lo tenía bien y los caprichos de Diego quedaban en la nada!... Esas respuestas me hacen dudar mucho de cómo lo atendían... Mirá, ¿te acordás del día ese en San Petersburgo, en el Mundial de Rusia?... Ese día que se desvanece, el suegro de él, el padre de Rocío Oliva, seguía comiendo sándwiches y Diego se estaba muriendo... Yo lloré mucho por él ese día de la muerte y lo digo sin ninguna vergüenza... Ahí me dí cuenta que la gente que estaba al lado de él no servía.
-A veces pasa que cuando estás en la cresta aparecen los "amigos del campeón". ¿Alguna vez te pasó?
-Aparece el "amigo del jugador", que vive el momento y después desaparece... Yo no me daba cuenta si me "vivían", si se aprovechaban de la situación, pero me daba cuenta que cuando estaba por dejar el fútbol, ésos que me frecuentaban, empezaban a desaparecer... ¡He metido a cada uno en mi casa!... Por eso digo que el jugador es lo más sano, recibe a todo el mundo y de esa cantidad de gente, de cada diez, uno o dos son amigos, los otros no.
-¿Te deprimió el retiro del fútbol?, ¿te bajoneó?
-En el primer momento pensé: "Y ahora, ¿qué hago?"... Pero me saqué el chip rápido… ¡Si te deprimís, caes!... Fijáte el Huevito Toresani... Una persona no se da cuenta de que es depresiva y es jodido cuando te sentís solo… Te crees que no sos la misma persona, que ya no sos importante… Yo me sentí y me siento querido… Y eso me lo voy a llevar a la tumba…
-¿Sos consciente de que estabas para más?, ¿te lo replanteaste en algún momento?
-¡Claro...! Yo era caprichoso… A veces agarraba el auto y me volvía a Santa Fe, no me bancaba cosas y me iba… Siempre fui respetuoso, pero a veces me enojaba con el técnico… ¿Sabés lo que hacía?, daba media vuelta y me mandaba a mudar de los entrenamientos… Una vez tenía los pasajes para irme a Racing de Santander, los devolví y me quedé en Unión... Eso lo hice de caprichoso...
El Litoral El júbilo de tres productos bien tatengues: el Beto Acosta, el Negro Altamirano y Luis Abdeneve. Fue la tarde de la victoria ante Racing de Córdoba en Santa Fe. Tres días después, llegó el partido desempate en la Bombonera. Yo tenía para irme a jugar a España, pero decidí venir a Unión porque es mi casa y me necesitaba , dijo Abdeneve.
El júbilo de tres productos bien tatengues: el Beto Acosta, el Negro Altamirano y Luis Abdeneve. Fue la tarde de la victoria ante Racing de Córdoba en Santa Fe. Tres días después, llegó el partido desempate en la Bombonera. "Yo tenía para irme a jugar a España, pero decidí venir a Unión porque es mi casa y me necesitaba", dijo Abdeneve.Foto: El Litoral
-¿Por qué?
-Porque Unión es mi casa... La plata no me interesaba… Mi señora me empujaba para irnos, me quería matar… Yo podía irme a Europa, pero una vez elegí Unión y otra vez me fui a Bolívar de La Paz… Lo de Unión fue un sentimiento y lo de Bolívar lo digo con todo respeto por ese club... ¡Pero era Europa!
-¿De eso te arrepentís?
-Hice cosas mal… ¿Sabés de qué me arrepiento?, de haberme quedado un día más en Santa Fe en lugar de volverme a Buenos Aires cuando jugaba allá… Pero Dios me ha tratado bien… Era rebelde, pero no era malo… Me dejó una enseñanza: nunca hay que llevarle la contra a un entrenador, hay que respetarlo siempre y en todo...
-Viste que dicen que los jugadores más habilidosos son los zurdos. ¿No te dan ganas de decir que no, que te hayan visto jugar a vos, a ver si sólo los zurdos son capaces de hacer esa clase de jugadas?
(Risas) -Mirá, te voy a contar algo. Yo era de gambetear con la derecha, pero el remate final era con izquierda... Y te digo más: en algún momento, quise ser zurdo... Pero zurdo de verdad...
-¡No te puedo creer...! Para mí, es imposible...
-¡En serio!... ¿Sabés por qué?, porque mi ídolo de chico era el Beto Alonso... Entonces, agarraba la pelota y sólo la llevaba con la pierna izquierda... Lo hice tantas veces que aprendí a conducir con la zurda.
-Alguna vez, Varsky escribió: "Luis Abdeneve, el que llevó el papi fútbol y el potrero a una cancha de 11" y en El Gráfico titularon: "Abdeneve, el de los goles increíbles"...
-Y bueno... Yo era así... Me acuerdo que un día, jugando para Gimnasia, hice un gol en el que lo gambeteé hasta al Pampa Gambier... ¡Que era compañero mío...! Fue la forma en que sentí el fútbol... Y creo que la gente me quería y me quiere por eso...