Las condiciones climáticas adversas, con una sequía que complica el panorama agrícolo-ganadero en varias provincias del norte, centro, litoral y cuyo; la mortandad de animales y pérdidas de cultivos, en un año extraordinario por la pandemia que generó el Covid-19, impactaron en la producción agropecuaria. No obstante, las perspectivas económicas para la campaña 20/21 son buenas porque la producción de granos no tendría pérdidas generalizadas y, además, en los últimos meses hubo una importante recomposición de los precios especialmente en soja y maíz.
En el análisis global, Santa Fe, esa falta de agua repercutió de manera desfavorable en los distintos sembrados, especialmente de trigo, que con el 68% de los lotes cosechados prevé una merma en la producción del orden del 50% comparada con la campaña pasada. Como señalan los especialistas, esta seca es efecto del fenómeno Niña y las perspectivas no son buenas, ya que las proyecciones a mediano y largo plazo, especialmente para enero y febrero serán difíciles y entonces la situación se puede complicar aún más, porque el clima está impredecible.
Aun así, el chacarero argentino sigue con la confianza a flor de piel. Es interesante el último estudio del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, el que señala que tras el piso histórico de junio la confianza de los productores "se está recuperando" y que sin más vueltas hoy es un buen momento para realizar inversiones gracias a la recuperación de la rentabilidad y las bajas tasas de interés en términos reales, entre otros factores.
El Ag Barometer Austral es el que mide los principales desafíos que enfrentan los productores agropecuarios para el próximo año y también consulta sobre los desafíos a cinco años. La principal preocupación para el próximo año la constituyen el clima (mencionado por 20% de los productores) y otras cuestiones productivas (mencionada por 28%), seguida por cuestiones relacionadas a la política (24%).
Si repasamos, el índice muestra un crecimiento del 13% con respecto a la medición previa, y del 21% interanualmente, sobre un índice que mostraba una caída importante consecuencia del resultado eleccionario de octubre 2019. A qué respondió esa desazón de mitad de año?. Al clima y a la incertidumbre macroeconómica. Estos temas, hoy en agenda, definirán los desafíos a enfrentar en 2021 y el próximo lustro.
Por otra parte, la decisión del gobierno de promover una baja temporal en las retenciones a las exportaciones de harina y aceite parece haber estado lejos de obtener los resultados esperados, ya que un 64% de los productores manifestaron que las mismas no tuvieron impacto en sus decisiones, pero un 27% de los productores vendieron menos de lo previsto y sólo un 9% aumentaron sus ventas como resultado de estas medidas.
También los ganaderos ven una mejora en sus perspectivas, específicamente para la cría y recría, no así para los feedlots, consecuencia de los altos precios de los granos. Varios analistas coincidieron en comentar que el gobierno no interfirió en el mercado con lo cual, sin prácticas intervencionistas a la vista, el crecimiento de las exportaciones fue exponencial, como lo señalan las estadísticas de los últimos 3 años.
Finalmente, es interesante destacar un aspecto que evalúa el trabajo que hoy se expone: la preocupación de los productores ha vuelto a tener que ver con cuestiones más tradicionales. En noviembre de 2019, a poco de concluir las Paso, las preocupaciones pasaban más bien por la marcha de la economía en general y el acceso al crédito, cuestiones que hoy son mencionadas sólo por 11% y 9% de los encuestados. Proyectados esos desafíos a los próximos cinco años, se puede inferir que los productores siguen preocupados por el factor climático con un peso levemente menor que para la próxima campaña. La incertidumbre económica tiene un nivel similar al manifestado para el corto plazo de un año (13%), y se observa que gana peso la incertidumbre política (12%).