El cine es un medio que desde su nacimiento, hace más de 120 años, logró generar sensaciones de las más variadas y complejas en el público. Varios recordaremos la indignación que nos provocó Rose por no hacerle un lugarcito a Jack en la tabla, entraban los dos; la desesperación y el terror de ver a Jack Torrence rompiendo esa puerta con el hacha; y mejor ni hablemos de lo nos hizo sentir la escena de Simba con el pobre Mufasa tendido en el piso. Los santafesinos y santafesinas no quedaron exentos del alcance del séptimo arte, sino que se dejaron atrapar por su magia prácticamente desde el inicio.
Para conocer cómo fue la historia de este espectáculo en nuestra ciudad, Federico Fulini (docente de Historia y concejal santafesino) decidió reunir información, testimonios e imágenes de archivo que dieron como resultado un nuevo capítulo de la serie Historias para dormir la siesta, que se transmite por YouTube y podés ver ahora mediante el siguiente Link: https://youtu.be/-Zwi4uQJ4CY
“Como todos sabemos, las medidas y protocolos adoptados para cuidarnos de la propagación del Coronavirus hicieron que pongamos en pausa algunas de las actividades que más disfrutamos. Una de las que más extrañamos, sin dudas, es la de ir al cine a ver una película. Todo esto me llevó a pensar en realizar un trazado de este espectáculo en nuestra ciudad, conocer cómo surgió y cómo se fue desarrollando a lo largo de los años”, comenzó a explicar el docente.
Este nuevo capítulo del ciclo nos invita a recorrer la capital provincial a través de un paseo por los sitios en donde existieron distintas salas de cine a lo largo de los años y, para contarnos esta historia, se apoyó narrativamente del corto Mi bisabuelo es un vampiro de Pablo Rodríguez Jáuregui que trata justamente de este tema. “Para comenzar el relato debemos remontarnos al año 1896, cuando llegó a Santa Fe el primer cinematógrafo que fue instalado en un salón de patinaje llamado Skating Ring, que se ubicaba en la Calle Comercio (actual San Martín), entre Tucumán y San Juan (actual Primera Junta). Esto nos da una idea de la longevidad del amor de los santafesinos por el séptimo arte”, manifestó Fulini.
Para continuar con su exposición, el concejal desarrolló “tal como lo explicamos en el capítulo, desde aquél primer cinematógrafo hasta la actualidad pasaron más de 120 años. En todo ese tiempo podemos observar una evolución que va desde ese primer momento, en el que ir al cine o hablar de las películas no se veía de buena manera, pasando por la aparición de las proyecciones sonoras, luego a color, la aparición de las obras del gran Fernando Birri hasta la edad de oro durante la década de 1960, época en la que llegaron a funcionar al menos 22 salas de cine en nuestra ciudad”.
“El paso del tiempo y una gran diversidad de factores, como la aparición de nuevas plataformas para ver películas y series en nuestro hogar, de alguna manera fueron limitando el potencial y la época dorada que tuvieron los cines en Santa Fe. Al día de hoy quedan menos de diez salas de proyección, sin embargo cuando recorremos las calles santafesinas y miramos detenidamente, como hicimos al producir el nuevo capítulo de Historias para dormir la siesta, vamos a poder encontrar pequeñas pistas de lo que alguna vez fueron estos espacios mágicos, que tantas sensaciones nos han generado a lo largo de los años”, finalizó Fulini.