El politólogo e historiador Hernán Brienza indagó en la poesía y publicó "La terrible sonrisa del vencido" a través de Ediciones Lamás Médula. "Creo que en la derrota hay algo absolutamente puro, que no tiene la victoria", señaló en una entrevista. Y reflexionó sobre la necesidad de revalorizar un género que ha encontrado dificultades para conectarse con las mayorías.
Gentileza del autor La poesía nutre todo , sostiene Brienza, politólogo y escritor al repasar su trabajo y su indagación por diferentes géneros literarios.
Hernán Brienza es más conocido por sus trabajos vinculados con la investigación histórica, sus columnas de análisis político y sus colaboraciones periodísticas. Sin embargo, por un momento deja de lado todo eso en "La terrible sonrisa del vencido", su libro de poemas recién publicado por Ediciones Lamás Médula. Así, el autor de obras como "El caso Von Wernich", "El loco Dorrego", "El Golem de Marechal" y "Urquiza, el salvaje", se vuelca hacia un género que en las últimas décadas quedó algo relegado por la industria cultural, pero que le permite profesar su culto por la palabra. "Hay un cuidado o un amor por la palabra que está por encima de la mayoría de las cosas", asegura.
-Señalaste que tu yo poético es diferente a tu yo periodístico y a tu yo político. Sin embargo, en lo subyacente parece haber en todos los casos una relación muy íntima con la palabra. ¿Lo sentís de esa manera?
-Creo que uno es muchas veces muchas cosas. Lo que no sé es si son antagónicas. En realidad, son complementarias. Tu pregunta me hace pensar respecto de cuál es la ligazón entre el yo poético, el yo periodístico y el yo politólogo. Creo que sí, que hay un cuidado o un amor por la palabra que está por encima de la mayoría de las cosas. Me doy cuenta que muchas veces en los discursos políticos es tan importante el cómo se dice que lo que se dice. Incluso también en la narrativa histórica o en la narrativa periodística. Por eso los géneros que más me gustaron fueron los vinculados con la crónica periodística, los que más libertad formal tienen. Y en el caso de la poesía, es la creación de palabras, de sentidos, de nuevas miradas. La palabra poética tiene, en mi opinión, una capacidad creativa por sí misma. No es lo mismo lo que dice dentro de un poema que lo que dice la misma palabra fuera de ese poema.
D.R.
Travesía
-Entre tus mayores preocupaciones está la cuestión de la identidad individual y colectiva. ¿Cuánto tiene que ver la poesía en esto?
-En mi opinión, creo que la aventura de la identidad individual y colectiva es la travesía más importante que puede hacer un ser humano y un pueblo. Por supuesto que la identidad es una cárcel si es siempre la misma. La idea de travesía está siempre planteada en la cuestión de la identidad. La identidad es el camino, el sendero. No hay algo muerto o fijo, es algo que se va haciendo a medida que uno va haciendo su propio camino como individuo y cómo colectivo. Cómo pueblo. La poesía, en mi caso, acompaña esa preocupación por quién soy y quiénes somos. Creo también que esa lógica de pensarse a uno mismo, de reflexionar sobre uno mismo, también lo constituye. La reflexión constituye y construye identidad. Pensarnos como pueblo también nos reconstituye en esa identidad. Por eso es la aventura más rica que uno puede llevar adelante, y al mismo tiempo defender ese camino, la dignidad del camino propio. La identidad puede ser en todos los aspectos. En los individuales, en lo que tiene que ver con cuestiones de género, de ideas, de convicciones, con la moral, con la ética, con la estética, con su propio cuerpo. Pero también con los valores de un pueblo, que tiene sus contradicciones, sus ideas, sus historias, sus nudos de significación. Por eso me parece tan importante esa definición. Porque si hay un 'yo', hay un 'nosotros'. Y ese 'nosotros' nos permite salir un poco del 'yo'.
La belleza de los derrotados
-Dijiste que las pérdidas y la derrota son grandes obsesiones en tu poesía. ¿Tiene que ver esto con un recorrido personal o puede haber una relación con una identidad colectiva del país donde estos temas están presentes?
-Creo que en la derrota hay algo absolutamente puro, que no tiene la victoria. La victoria te establece. Y el establecimiento y la consecución de ese poder a través de la victoria lleva a que, tarde o temprano, esa victoria te convierta, de forma muy esquemática, en aquello que domina. En cambio el derrotado nunca está manchado por la cuestión del dominio, del poder, del abuso de poder. Creo que, en ese sentido, la ubicación existencial de la derrota hace que haya una pureza mucho más interesante. Esto uno lo puede ver desde la poesía, pero también desde la historia. Hay algo ahí que me convoca en la historia, en los personajes que yo de alguna manera retrato. son personajes atravesados por la derrota más que por la victoria. En ese sentido, hay que pensar la lógica de la derrota o del vencido. En el sentido de la pureza de aquel que se jugó una patriada, como diría Borges. Una patriada significa saber que vas a perder pero aun así hacer lo que corresponde. Jugarte la vida en eso. Si uno corta la narrativa en el final feliz del vencedor, no se produce ese momento de oscurecimiento. Pero si uno continúa esa narratividad tarde o temprano ese vencedor se convierte en un nuevo opresor. Esa es la sensación que tengo. Además, creo que tanto en Argentina como en los países en vías de desarrollo o que no tienen la capacidad de autonomía suficiente ya sea por formas económicas complementarias dependientes o por sometimiento vía deuda externa o establecimiento de empresas transnacionales, eso hace que los ganadores sean parte de un establishment que no me resulta para nada interesante. En ese sentido, los derrotados de esas formas de pensar la Nación me parecen mucho más nobles.
Todo nutre
-Indicaste que para tu indagación poética, por así decirlo, te nutrís entre varias fuentes de lecturas ¿Cuáles son?
-Todo nutre la poesía. En realidad, todo nutre todo. La poesía nutre al periodismo y la mirada política y la mirada política nutre la poesía. Y las poesías de los demás nutren nuestra propia poesía. Por lo tanto, creo que ahí hay una interdisciplinariedad muy importante y una intertextualidad muy fuerte. Incluso te diría que a veces ni siquiera es a propósito. Son relaciones que uno va haciendo por sedimentación. Y vaya uno a saber de donde salen las palabras de un poema, de una crónica o de un ensayo. A mí lo que más me interesa es el cruce.
D.R.
Musicalidad del texto
-El folclore y el tango cumplen un rol significativo en tus construcciones poéticas ¿Son tus géneros predilectos o también te gusta otra música?
-Me gusta toda la música. No soy un gran sabedor, pero soy un gran escuchador. Me produce mucho placer. No solo el folclore y el tango, sino también el rock, la música clásica y el jazz. Me gustan mucho los cantautores populares, así que no hay ahí una predilección. Hay algunos géneros que no me atraen, pero considero que es por una falta de apreciación mía más que por otra cosa. Creo que la importancia que tiene la música es que educa el oído. Permite ver la musicalidad del texto. Ese es el aporte que puede hacer la música, más allá de la temática. Hay algunas canciones que te ponen en una determinada clave interpretativa. Y esa clave te sirve también para crear. Yo escribo mucho escuchando música, quizás por eso está tan presente.
Prejuicios construidos
-¿La poesía tiene hoy el lugar que se merece en el campo de la literatura? ¿O ha quedado relegada bajo el peso de otros géneros?
-No sé cuál sería el lugar que la poesía se merece. Por supuesto que hay una industria cultural dispuesta a publicar solo lo que se vende. Pero también es cierto que si la poesía se vendiera y le gustara al público, sería mucho más popular y masiva y tendría un campo más importante en la literatura. Creo que quedó relegada no solamente por el peso de otros géneros, sino también por la dificultad de conectarse con las mayorías. Esa dificultad, creo, tiene que ver con la especialización de lo poético. Se ha especializado tanto la poesía que le ha dejado el lugar de la poética a otros géneros como la música popular, el tango, el folclore, la cumbia, el rock. O los nuevos géneros que se trabajan ahora. Considero que esa es la causa por la cual la poesía no tiene hoy un espacio más masivo o popular. Además, hay una especie de construcción de prejuicios alrededor de la poesía. Uno se encuentra con mucha gente que dice 'no sé de poesía'. La poesía se ha encargado de construir un saber propio y ese saber propio aleja a aquellos que sienten que pueden no saber algo.