Los ex integrantes de Tokio-Ga y Estoy, Juan Bitar y Lks Ga, vuelven a unir fuerzas en formato dúo, en una propuesta con base electropop y minimalista. El Litoral habló con el primero para entrar en esta apuesta que une el disfrute y la densidad espiritual.
Gentileza producción El DJ y productor Lks Ga (Lucas Bonino) y el cantautor Juan Bitar reunidos en su tercer proyecto conjunto, a partir de canciones surgidas durante la pandemia (en puesta visual de Juan del Vall).
Juan Bitar y Lks Ga (Lucas Bonino) presentan su nuevo proyecto musical denominado Autoboicot, con el estreno de su primer trabajo, titulado con el nombre del dúo, que ya se encuentra disponible en las plataformas Spotify y YouTube. El EP cuenta con dos canciones: “En cualquier lugar” -con la participación de Delfino Flow- y “Osadía”.
En este 2020 la dupla integrada por el cantautor y el DJ y productor (ex compañeros en proyectos como Tokio-Ga y Estoy) vuelve a confluir para formar una propuesta nueva, nacida y criada durante la pandemia. El Litoral conversó con Bitar para descubrir las particularidades de esta nueva apuesta.
Indie y electro
-Nueva colaboración con Lucas, después de Tokio-Ga y más recientemente en Estoy. Ya son como una familia musical.
-Totalmente. Hicimos Tokio-Ga allá por 2004, hasta 2007: una banda que estuvo bastante bien pensada. En el momento algunos no nos entendían (risas), yo ya estaba viviendo en Córdoba, estudiaba cine allá; y empecé a consumir el indie de los 2000: es algo que me fundó en Córdoba y empecé a importarlo con mis amigos, a los que no les llegaba tanto. Yo estaba en contacto con el under indie, y venía con los DVD de bandas como Entre Ríos, Rosario Bléfari, cosas así.
-Aparte Córdoba es una ciudad que consume el indie y tiene una escena muy importante.
-Exactamente. Desde ese momento los chicos que después formaron parte de Discos del Bosque (sello discográfico independiente, con base en Villa María) arrancaron una movida muy zarpada de lo que es el indie pop de los 2010. Los veía cuando tenían 16 años, en los lugares donde tocábamos nosotros: eran como los “nenes mimados”, y salió toda esa movida de ahí, híper fuerte: bandas como Valdés, De La Rivera, Rayos Láser, Hipnótica. Yo puse música algunas veces en un lugar que curtía esa onda, que era El Ojo Bizarro.
Tokio-Ga fue la primera banda que tuvimos con Lucas, estaba mi hermano (Francisco Bitar) y el bajista Pablo López. Hacíamos como un electro pop; eso quedó en la cabeza mía y de Lucas, que fuimos los últimos que quedábamos a lo último. Terminó en 2007 y quedé con mi carrera solista en Córdoba, pero de vez en cuando venía a tocar y muchas veces Lucas me acompañaba: en vivo o en alguna producción juntos.
Recién nos volvimos a encontrar en una banda hace unos tres años en Estoy, después de que me haya vuelto de Córdoba; vivía 14 años allá y me volví hace tres. Estoy era más indie rock, lo que nos iluminó con Lucas, además de toda afinidad y amistad (que está buenísimo), fue la cabeza más tecno.
Así que cuando arrancó la pandemia estábamos muy encerrados, y aprovechamos las escapadas a juntarnos para cranear algo. Salió la idea en marzo-abril, y empezamos a hacer temas de una onda más electro, también tiene algo de brit pop, showgaze, una mezcla de muchísimas cosas de los 80, 90 y 2000.
-Las voces son muy 80.
-Sí.
-Hicieron como una limpieza: quedó este núcleo de guitarras, sintes y voces (la tuya al frente, la de Lucas alrededor). Es un minimalismo.
-Exactamente. Justo lo habíamos pensado así: nosotros dos estamos siempre haciendo algo, o haciendo huevo juntos: ¿por qué no aprovechar e irnos a eso: hacia suprimir voces, sonidos o texturas? Somos formato dúo y no vamos a cambiar eso (por ahí vamos a tener colaboradores invitados): yo con la guitarra y la voz, y Lucas con el sinte, las programaciones y toda esa cuestión más electrónica. Acá toqué la viola electroacústica y la eléctrica, y canté. Logramos un formato que es reducido en cuanto a número y en cuanto a concepto sonoro, pero nuestro abanico abarca muchos géneros que se pueden adaptar.
-Hay muchas cosas para decir en ese formato.
-Claro, totalmente.
Paleta expresiva
-El EP está integrado por dos canciones, “En cualquier lugar” y “Osadía”. ¿Son las dos primeras que salieron o las eligieron de varias que están trabajando?
-Son las dos primeras que salieron y también eso que decís (risas). Las elegimos porque eran las que más nos gustaban y más cerraban como muestra, como presentación o “manifiesto”. Habíamos maquetado cinco temas, uno de los cuales va a ser nuestro próximo corte, que tiene una onda más fresca, más pop. Ahí está el abanico.
-Menos oscura.
-Sí, estos dos temas no son oscuros pero abarcan la oscuridad. Eso nos gusta a nosotros.
-Una es más densa y la otra es más uptempo, más light. Es como decir “hacemos esto pero esto otro también”.
-Exactamente: como que en el medio de esos dos temas, estilística y conceptualmente , y en cuanto a géneros, puede haber un montó de otros. Si en una escala el 1 es “En cualquier lugar” y el 10 es “Osadía”, entre el 2 y el 8 hay un montón de posibilidades de géneros y sonidos.
-¿Cómo salió la invitación a Delfino Flow?
-Fuimos con Lucas a una fiesta de fin de año (pasado), un after. Ahí me lo encontré al Emi (Delfino), que ya lo había visto un par de veces por amigos en común. Nos pusimos a hablar, me dijo que le gustaba mucho Tokio-Ga, y cómo yo componía. Me dijo que daba para hacer algo juntos.
Cuando estábamos preparando “En cualquier lugar”, que era un tema que yo ya tenía y Lucas le puso toda su impronta, había momentos que estaban pensados como instrumentales pero nos salía rapear: no podemos unir más de dos palabras rapeando ninguno de los dos (risas).
Se nos ocurrió meterle esa onda de flow, y decidimos llamarlo al Emi Delfino. El loco se re prendió, le dejamos que haga su freestyle, que haga la letra. Y lo comprendió re bien, entendió bien de qué venía el tema, y parece que nos conoce (risas): sabe quiénes hablan, más allá de lo que dice la letra, sabe quiénes lo dicen. Entendió todo eso e hizo una cosa muy copada.
-Es movilizante esa definición de que “Autoboicot es hacerle cosquillas al Cuco”. ¿Qué representa para ustedes?
-Cuando nos dijo Laurita (Garat, encargada de la prensa) que digamos una palabras, una bajada ilustrativa y conceptual del “manifiesto” del que hablaba sonoramente, ahora con un discurso verbal (y muy profundo, porque es definirlo muy abstracto), se me ocurrió pensar en esto: es una manera de unir lo que nos gusta de la cuestión del disfrute, hedonista y expresiva, por ahí más superficial que es el baile, el ritmo; que tiene que ver con una algarabía física, que también puede tener que ver con el reírse de la oscuridad. Por eso “hacerle cosquillas al Cuco”: es como que seguimos siendo emos pero ya lo tomamos de una manera más paródica y relajada; y con distanciamiento, más que social espiritual (risas). Esa parte emo, oscura y pesada, que la tenemos, pero la onda es convertirla en risa.
-No tomársela tan en serio.
-No boludearla, porque está buena la boludeada pero ni a Lucas ni a mí nunca nos salió el reírse de todo; o esa cuestión de la evasión: está buena, pero siempre hay algo que nos tira, algo medio tanguero y noventero a la vez. Es esa cosa densa que ya no nos aguantamos, ya nos distanciamos y por eso queremos hacerle cosquillas al Cuco.
Hacia adelante
-Hay un próximo corte, este formato se puede llevar al vivo. La idea es que Autoboicot sea un proyecto con continuidad.
-Esa es la idea. En realidad es la idea para todos los proyectos (risas), nadie sabe el derrotero. La idea es presentarnos en vivo; tenemos gente que para el vivo nos ayudaría, tenemos muchos amigos músicos. Durante la grabación de este EP tuvimos como colaboradores (además del Emi Delfino) a Ema Sola de Mi Primer Año Sabático, que nos ayudó a hacer ecualizar y curar el sonido de las guitarras con cuestiones más digitales. Juan del Vall se encargó de los diseños. Después lo masterizamos con Nacho Espumado (Ignacio Molinos) de Matilda, en Mansión Mutante (con Lucas lo grabamos y mezclamos): es un divino, lo amamos, desde aquella época que tocábamos con Matilda.
-Bueno. Matilda siguió, capaz que porque son dos.
-Matilda nos hace tener esa irresponsabilidad con respecto al tiempo: si sigue existiendo Matilda seguimos siendo jóvenes (risas), podemos seguir teniendo proyectos.
Sí, queremos presentarlo en vivo: tenemos pensada una posible banda, si hay un escenario que se la banque: el “Flacu” (Cristian Romero Acuña), que tocaba la bata en Estoy, el Ema Sola, y un par de gente que se recoparía. La idea es moverlo en todos los niveles que podamos y que nos den las piernas.