Para los senadores, el año que ahora termina comenzó mucho antes de lo que marca el calendario. En realidad, ya era 2020 para ellos unos pocos meses después del triunfo del justicialismo en la provincia.
De cómo tener doce senadores y reducirlos a la mitad o, según el tema, a sólo cuatro. ¿Qué hacer con las fotos en la división de bienes conyugales? Los hitos de la ley de paridad de género, de necesidad pública, y la declaración de rechazo por unanimidad contra las imputaciones del ministro Sain. La hora crucial del pedido de desafuero a Armando Traferri.
Para los senadores, el año que ahora termina comenzó mucho antes de lo que marca el calendario. En realidad, ya era 2020 para ellos unos pocos meses después del triunfo del justicialismo en la provincia.
En junio de 2019 ganó la fórmula de Omar Perotti y Alejandra Rodenas y para agosto comenzaron los primeros ruidos de la transición.
Junto con Perotti ganaron en sus departamentos todos los senadores que se presentaron para un nuevo mandato. Hubo cambios en los dos territorios con más población y en ambos el justicialismo desplazó al Frente Progresista. En La Capital ganó Marcos Castelló (del sector del gobernador) y en Rosario se impuso Marcelo Lewandowski (del sector de María Eugenia Bielsa). En San Jerónimo un candidato radical, Leonardo Diana, desplazó al PJ. En los tres departamentos no se presentó el ganador de la elección anterior (2015).
El respaldo electoral a Miguel Lifschitz le aseguró a la oposición la Cámara de Diputados.
Y en el mapa del Senado había -en junio de 2019- un par de asteriscos a la hora de ponerles colores a las bancas.
Primero había que distinguir al radical Hugo Rasetto que fue electo por Cambiemos de sus correligionarios frentistas. Y a Joaquín Gramajo, el peronista que fue como extrapartidario para apoyar a Antonio Bonfatti.
Había entonces 11 senadores justicialistas reelectos (9) y electos (2); 6 radicales del Frente Progresista que renovaron mandatos a los que se sumó Diana, y otro de la alianza que aún gobernaba el país (Rasetto).
Gramajo se convirtió muy pronto, tras las elecciones, en términos futbolísticos en el "jugador número 12" que puede decidir un partido. En realidad, nunca se fue del bloque justicialista. Perotti ya tenía 12. Y con 13 votos se tienen dos tercios.
Para noviembre ya se decía que Diana (el nuevo senador radical electo por el FPCyS) y Rasetto (de Juntos por el Cambio) formarían su propio bloque. Lo lógico era imaginar una muy sólida mayoría con altas chances de negociar con dos bloques opositores divididos. Hoy las cosas son exactamente al revés. Y es cierto que el radicalismo a cargo de Felipe Michlig hizo su parte para mejorar los vínculos con ambos, pero quién más hizo por dar vuelta la tortilla fue la Casa Gris.
Hay muchos más senadores peronistas que radicales, pero el interbloque de la UCR es la primera minoría.
Cuando las conversaciones entre las autoridades saliente y las entrantes se fueron deteriorando, en una discusión cada vez más dura sobre el estado de las cuentas, la Comisión de Transición mostró la llegada de 2020 para los senadores: Armando Traferri dejó ese lugar, cansado de ser ignorado por los demás negociadores designados por Perotti. Desde entonces hasta aquí la tensión creció entre los senadores del justicialismo. Y para principios de diciembre de 2019 ya se mostraban dos corrientes internas fuertes: la de los seis que habían decidido permanecer en el Nuevo Espacio Santafesino que antes los había cobijado a casi todos y la de la otra media docena que pensaba que era hora de olvidar el Nes y respaldar sin medias tintas al nuevo gobernador. Se comenzó a hablar de un oficialismo responsable (como antes fue una oposición responsable) entre los del Nes, y de un oficialismo sin adjetivos entre los que siempre tuvieron más afinidad con la Casa Gris.
¡Tantas veces pareció que se rompía el bloque Juan Domingo Perón! Sin embargo, duró mucho. Algo más de un año, desde su conformación de diciembre de 2019 cuando la fractura era inminente por la discusión del Presupuesto y la de los lugares en las comisiones, al mismo mes de 2020, cuando la Casas Gris ordenó romper. Perotti quiso cortar en dos al peronismo en el Senado, pero -por un par de semanas- se quebró en tres. En los últimos días de diciembre quedaron definidos dos bloques peronistas: el nuevo, Lealtad y Juan Domingo Perón.
En diciembre de 2019 comenzó a verse lo que finalmente se concretó en diciembre de 2020.
La sesión más social del Senado, para la foto del álbum familiar de cada senador, es la del acto de asunción y jura. Pero allí también se suelen designar los integrantes de las comisiones, es decir, el segundo mapa del poder de cualquier cuerpo deliberativo. El primero lo manda el pueblo con su voto y el segundo lo establecen los elegidos con su capacidad de negociación en términos de partidos y bloques, y personales.
Fue una de las sesiones preparatorias menos amables en la historia reciente de esa Cámara, porque el Ejecutivo bramaba: la Legislatura anterior a su mandato había votado el presupuesto 2020 (elaborado por el gobierno saliente).
Las dos partes de la bancada mayoritaria eran como esos matrimonios que ya no logran disimular sus crisis, y pelean hasta por vino blanco o tinto en reuniones de amigos en común. Sin embargo, aunque cada uno hacía su vida, ninguno daba el paso de dejar el techo conyugal… Acaso el distanciamiento social, las telesesiones, los tapabocas y el trabajo de enfrentar la pandemia en cada departamento haya colaborado con la convivencia. Y hasta hubo momentos en los que el amor parecía volver, pero eran sólo pasiones de un momento. Todo el tiempo (aún hoy) los ha unido el espanto a las declaraciones del ministro de Seguridad Marcelo Sain. En eso sí todos estuvieron muy de acuerdo al votar una declaración de rechazo a sus imputaciones para el "bloque de poder" al que vinculó con drogas y mafias.
Los senadores sí se ofendieron aquella vez y el matrimonio parecía unido. Fueron capaces de ponerse de acuerdo y de consensuar con la oposición para aprobar una muy avanzada ley de paridad de género -que es mucho más que una reforma electoral-, y lo hizo avanzar a Rubén Pirola más allá de los límites de Las Colonias, también de salvarle las papas al gobernador cuando por su responsabilidad los docentes reemplazantes y los porteros suplentes quedaron sin ayuda estatal nacional, por figurar en una lista provincial de inscriptos para hacer suplencias que nunca llegaron… Perotti no quería que el tema fuera a la negociación con los gremios sino resolverlo con una suma en un par de pagos y así fue. (Debe recordarse que en Diputados todos los bloques, incluido el del PJ que tiene un fuerte componente K y sindical, votaron lo contrario).
Los senadores peronistas, aún unidos sin mucha convicción, votaron y lograron acuerdos con Diputados para todas las leyes que les envió el Ejecutivo que eran importantes para su gestión, como la de Necesidad Pública, el endeudamiento o el Presupuesto 2021.
Cualquiera mira fotos de aquellos momentos y parecían una hermosa pareja. Los que ahora forman filas en Lealtad no eran partidarios de romper, pensaban que como venían hasta ahora iban a poder privilegiar la agenda legislativa, hasta que llegó el pedido de desafuero a Traferri y la Casa Gris dispuso otra estrategia: hay que diferenciarse.
Es raro ver un matrimonio en pleno divorcio antes del brindis de fin de año. Es más raro ver al peronismo peleado casi en vísperas de elecciones.
Se dice que el mismo día en que Traferri era sacudido por la decisión de citarlo al MPA de Rosario, hubo una cena en la casa del senador por San Lorenzo. Y que allí estuvieron para respaldarlo dirigentes de otras líneas del PJ que no pertenecen al caudal propio del gobernador Omar Perotti. Después hubo publicaciones en redes que confirmaron el dato.
Hace un año no había pandemia y el gobierno de Perotti despertaba esperanzas. Ricardo Kaufmann (PJ-Garay), hoy entre los Leales, recomendaba romper "ya mismo" y hasta recordaba versos tangueros de Enrique Cadícamo.
El experimentado senador no fue escuchado por operadores que por entonces tenían poder en la Casa Gris. "Nos separamos sin un llanto, ninguna escena, ningún daño... Simplemente fue un adiós inteligente de los dos". Lo decía mucho antes de este irremontable divorcio, el senador que, además de abogado e historiador, es buen pianista.
Se hubiera evitado la pelea pública por las comisiones entre los senadores peronistas y, sobre todo, pudo salvarse al oficialismo de una pelea que amenaza con ir mucho más allá del Senado.