El “sello boutique” fundado por Gustavo Szulansky lanzó este compilado en que las cantautoras Angie Cadenas, Marina Wil, Adriana Ospina y Timna reversionan clásicos de Ana Prada. El Litoral dialogó con la destacada artista uruguaya para conocer el proyecto y repasar una identidad devenida en referente.
Gentileza MundosMusic Prada y las cuatro artistas convocadas para revisitar canciones como Tentempié , La maleta , Soy pecadora , Tu vestido y Adiós .
“MundosMusic se viste de Prada” es un proyecto de cooperación internacional a distancia en tiempos de pandemia impulsado por el sello MundosMusic, que invita a celebrar el trabajo de la cantante y compositora uruguaya Ana Prada. Angie Cadenas, Marina Wil, Adriana Ospina y Timna, cuatro jóvenes cantautoras de distintos países y desde diferentes ciudades interpretan canciones de Ana Prada en versiones minimalistas, y en cada video nos invitan a conocer aún más a esta artista que utiliza a la música como batalla personal y colectiva. Las elegidas son “Amargo de caña”, “Tierra adentro”, “Tentempié”, “La maleta” y “Brillantina de agua”, del disco “Soy sola” (2006); y “Soy pecadora”, “Tu vestido” y “Adiós” del disco “Soy pecadora” (2009).
MundosMusic, un “sello boutique” y compañía de producción de shows, fue fundada en Nueva York por Gustavo Szulansky en 2019. “MundosMusic se viste de Prada” es el cuarto lanzamiento de la compañía, y el tercero en lo que va del año. En las grabaciones y producciones de MundosMusic han participado destacados artistas de más de una docena de países.
Para conocer la mirada de Prada sobre el disco y su propia obra, El Litoral viajó virtualmente a la chacra de 10 hectáreas en Canelones (al norte de Atlántida) que la cantautora comparte con su compañera y colega Pata Kramer y Hugo, el hijo de ambas, de dos años y medio. Género, diversidad, poesía, luchas y canciones fueron parte de la extensa charla.
Convite
-¿Cómo fue la gestación de este álbum?
-Gustavo Szulansky es el fundador del sello: es argentino y vive en Estados Unidos, en Nueva York, hace años; creo que fue periodista en un momento, un tipo con mucha formación y parece que le gusta mucho mi trabajo; creo que también conoce a mi primo Jorge (Drexler) de haber estado en Nueva York.
Yo estaba laburando con Manu Sija, este tucumano hermoso joven (no sé si llega a los 30), estuvo nominado al Gardel ahora con su disco “Chango solo”, es un dotado que toca todos los instrumentos: violín, bandoneón, bajo, percusión, batería. Va grabando en vivo todos los instrumentos, es un animal. Nos hicimos muy amigos, preparamos un show para el Tasso, armamos 15 temas en tres horas, imaginate lo que es el muchacho. No hicimos muy amigos.
Ahí me dice: “Tengo un amigo con el que trabajé, fui a Nueva York, hice un montón de cosas que se llama Gustavo Szulansky, que quiere conocerte”. Entonces hicimos una entrevista en un café (cuando yo todavía podía cruzar, el año pasado) y quedamos en armar algo. Le dije que a mí no me interesaba que nadie me produzca, ni mánager ni nada de eso, pero que sí me interesaba lo que él pudiera aportar. Él estaba como copado, tenía muchas ganas de proponerme un girita por allá. Dije que sí porque me pareció un tipo divino, re sensato.
Después nos agarró la pandemia y en este proceso de estar en contacto virtualmente nos vemos acercado mucho y nos hemos hecho más amigos, nos contamos más la vidas. Ya se fue generando una amistad preciosa con Gustavo. Mientras no podemos juntarnos se le ocurrió trabajar con algunas de las cantantes mujeres de su sello y proponerles que versionaran dos temas míos, fundamentalmente de los dos primeros discos: un poco eligieron ellas otro poco él propuso.
Y surgió este especie de homenaje que no lo puedo creer, porque es un honor increíble y sumamente interesante, porque son músicas, cantoras, compositoras, emergentes algunas, otras ya con un caminito, pero muy jóvenes, y que están en distintos lugares: una está en Chile, otra en Barcelona; Timna nació en Israel; después vivió en Brasil y Nueva York, y ahora vive en Tucumán (porque es hija de padres tucumanos). Y Argentina: Angie Cadenas es una genia, es tremenda artista. Son todas tremendas artistas y toda distintas; primero “pá, me da como no sé qué”. Pero al final me encantó el asunto: nos re colgamos con las chiquilinas, hablamos mucho por teléfono: nos conectamos, nos conocimos.
La idea es subir estas ocho versiones de canciones mías a Spotify y a las redes. Y lo más bello fue haber entrado en contacto con estas nuevas autoras y compositoras de la nueva generación.
Relecturas
-Fue conversado, no una convocatoria de “traigan mañana un tema de Ana”.
-Gustavo me dice: “Voy a hablar con estas músicas que han hecho cosas conmigo, algunas han sacado discos a través de MundosMusic”. Y enseguida todas dijeron que sí; capaz que otras dijeron que no. Estas cuatro grandes dijeron que sí, buscaron los temas, e hicieron versiones que (siempre lo digo) muchísimas veces enriquecen las canciones. Me ha pasado de estar de los dos lados del mostrador. Y también me siento de una generación bisagra con las grandes maestras que son para nosotros la Negra Sosa, Liliana Herrero, Teresa Parodi, Violeta (Parra), Chabuca (Granda). Tuve la suerte de trabajar tanto con Liliana como con Teresa, que han interpretado canciones mías en sus discos; incluso Liliana grabó “Tierra adentro” antes de que yo la grabara en mi propio disco. Después la llamaba: “Che, Lili, ¿cómo querés que ahora la grabe? Como la cantás vos ya está, me arruinaste”, y nos reíamos cantidad.
Cada intérprete (sobre todo si es una interpretación y no un cover) pasa por su ser, por su alma, por su sentir, esa canción, sea de quien sea; y nace una cosa distinta, nueva. Creo que en este proyecto pasó eso, y eso es lo lindo: son re distintas las versiones, y bien pandémicas: cosas súper chiquitas, que se podían grabar adentro de las casas: en ese plan muy delicado. Para eso son las canciones: para que circulen por ahí, para que se toquen en los fogones. Eso es lo mejor que te puede pasar: que te toquen una canción en un fogón es un golazo: eso es el éxito (risas).
-Estuviste también de ese lado de la apropiación (en el buen sentido) como intérprete de creaciones ajenas: quizás el mejor ejemplo sea “Dulzura distante” de Fernando Cabrera.
-A eso me refería con los dos lados del mostrador: versioné muchas veces, tengo muchas versiones en los discos. “Dulzura distante” fue una a la que le fue muy bien: no hubo show en que no me la pidieran.
-Está más asociada a vos que a Fernando.
-Eso es un honor. También se que a mucha gente la forma de cantar de Fernando, el timbre de voz, no los conquista de entrada. Para mí no es sólo un enorme compositor y letrista, sino que es un salado intérprete: creo que es con el único artista que lloro, porque tiene un poder interpretativo increíble. También comprendo que es un universo particular: una vez que te metés lo amás para siempre, su público es súper fiel. Y es verdad que me han dicho “me gusta más cantada por vos”.
Poner el cuerpo
-Algunas de tus composiciones ya son clásicos contemporáneos, como “Soy pecadora”, o “Tentempié”. ¿Cómo convivís con ese hecho, y con ser una referente, como una voz autoral para muchas compositoras e intérpretes de una forma del decir femenino?
-Creo que mi decir va a ser desde lo femenino siempre, porque soy mujer y he luchado mucho por un montón de cosas. No al frente de las manifestaciones, quizás desde el canto: cuando salió “Soy pecadora”, hace 12 años, era bastante más trasgresor de lo que puede ser ahora, porque por suerte se ha avanzado muchísimo, gracias a las luchas de un montón de colectivos que lo han llevado adelante mucho más que yo. Y por otro lado me siento súper honrada de que me consideren como una persona que aportó a esa causa y esas luchas; que me tenga como referente la gurisada nueva que se viene, las muchachas que empiezan a componer y cantar, es maravilloso.
Tengo un decir que es mío y no puedo disfrazarme. Me encantaría poder hacer rap, o trap, estas cosas más modernas que son más incisivas en las letras, porque ese lenguaje en ese estilo es mucho más directo. Podés decir cosas que las recontra pienso, y me encantan esos géneros que las nuevas generaciones del decir femenino tomaron. Pero estoy en otro momento, tengo otra edad: intentaré seguir diciendo desde lo que sea más genuino y propio. No puedo disfrazarme: no soy rockera, ni rapera, me sale muy mal además. Trataré de ser fiel a mí misma, como lo he sido siempre.
Por eso también cuando salió “Soy pecadora” tuve que dar un montón de entrevistas hablando de un montón de temáticas, que si no me hubiera puesto en ese lugar tampoco me las hubieran preguntado: referidas a mi vida privada, a mi sexualidad, etc. Sentí en ese momento que quizás contando eso tal vez allanaba el camino a otras personas que tal vez estuvieran pasando por lo mismo. Desde ahí fue mi lucha: poner la carne en el asador (risas).
-Que alguien diga “a mí me pasa eso; si ella puede...”.
-Claro: no todas las personas tienen la posibilidad de dar una entrevista o tomar un micrófono en un escenario, y entre canción y canción decir algunas cosas. Quienes tenemos esa posibilidad, que en algunos ambientes somos respetadas, tenemos que aprovechar esa puertita. Todo aquel que comunica tiene una responsabilidad en sus manos, porque no hablás sólo por vos: también por un montón de gente.
Me pasó de que gurisas jóvenes me cuenten: “Quería hablar con mis padres de una situación amorosa, que estaba angustiada, me sentía discriminada; y les puse ‘Soy pecadora’ o tal o cual canción y después me animé a hablarles; y ellos me entendieron mejor”. Sentís que vale la pena.
Decires
-Por cuestiones generacionales la metaforización era más habitual, por ejemplo en la sexualidad. Contar cosas no de una manera “cartesiana”...
-Sino por la tangente. Decir sin decir. Me pasó en el primer disco, “Soy sola”: hablé mucho de amor, y todo el tiempo cuidaba de no ser explícita. Por lo tanto tenía que buscar mucha metáfora y mucha poesía para poder decir de una manera amplia. Componerle al amor de una mujer a otra sin nombrar: no podés decir “mueve tu cadera”, qué se yo (risas). Sentí de la necesidad de hablar del amor, del desamor, de las cosas que nos atraviesan a todos. En el segundo disco dije “tá, ya soy pecadora”.
Igual no me sale mucho escribir concreto, me voy por las ramas de poéticas, hay cosas que no se entienden; pero mejor: después cada uno le pone el contenido que le parezca, según su interpretación. Algunas canciones son bastante abiertas. Igual me encantaría hacer canciones más concretas, no sé si me va a salir.
-Pasaba lo mismo con Gabo Ferro: a pesar del título del primer disco (“Canciones que un hombre no debería cantar”) quedaban las canciones abiertas.
-Siempre se la jugó, como en “El amigo de mi padre”: “Mi padre era más feliz cuando su amigo venía”.
-Era el único tema explícito, y a medias.
-Es cierto: podía ser feliz porque iban a ver carreras de autos o fútbol. Pero viniendo de Gabo ya sabías a qué se refería.
-Pero “Como tus zapatos” lo podés interpretar en la clave que vos quieras.
-Claro, totalmente. “Árbol de naranjas”, “Calvas margaritas”... Qué gran compositor, qué gran poeta. Cómo nos golpeó a todos tanto su partida. Acá con Pata quedamos muy rotas con esa noticia. Pero quedará para siempre.
Luchas renovadas
-Con Pata ustedes cantaban una canción muy fuerte sobre femicidio, que la escribió un hombre.
-Garo Arakelián, un uruguayo de origen armenio, la canción se llama “Diente de león”. Al final no la metí en las “Ocho para el 8M”, que son ocho canciones que están en proceso de mezcla; hay unos simples que subí a las redes: “Pelo suelto”, “Fiesta” de Raffaella Carrà, “La perversa minoría” de Samantha Navarro, y “El clítoris letal”, de Tabaré Rivero: también escrita por un hombre en el 86. La Tabaré es una banda de culto del Uruguay, amigos de Las Pelotas.
“Diente de león” iba a ir, pero no conseguí que me gustara el arreglo. Es una canción que rinde mucho en vivo, transmitís con el metalenguaje y otras cosas; y no me gustó cómo quedó grabada. Es un temón, es muy duro, y tenía la duda de meter una canción tan dura en un ramillete de canciones jocosas, que no tienen un tono solemne. Igual hay grandes canciones como “La Celedonia Batista”, de Teresa Parodi, o “Cantos de trabajo” de Pedro Guerra.
Teresa es una enorme compositora a la que adoro con todo mi corazón, y hemos grabado y compuesto juntas un disco. Ella en su vida se jugó entera por las causas políticas, sociales, incluso personales, y ha descrito la vida de varias mujeres; describiendo el hacer cotidiano te habla del esfuerzo, de la injusticia, de varias cosas que remiten a la temática de género. Por eso quise poner “La Celedonia Batista”, arreglada y tocada por Manu Sija. Ella me decía que en su momento tomó una bandera de lucha, que habló de muchas cosas del pueblo: “Apurate José”, “Pedro Canoero”... ahora está cantando un poema de (Armando) Tejada Gómez: “Con una flor, con una / manzana solariega, / con un cogollo y una / granada de rocío, / puedo cortar de cuajo / la oscuridad del lobo / y el odio y la amarilla / vejez de los colmillos. / Esta es la lucha, es esta / la suerte de los siglos: / de un lado el jardinero, / del otro el asesino. / El hierro será el hierro. / Pero el lirio es el lirio”. Se me pone la piel de gallina.
Me dijo: “Me acerqué a tu trabajo y a vos porque vos tomaste otras luchas que yo en mi momento no pude asumir”. Las generaciones siguientes van a tomar otras banderas de lucha que van a tener que ver con la agenda de derechos, como en la Argentina con la salud reproductiva y el aborto. Ninguna lucha se abandona, se van sumando otras; y yo me siento como en el medio, junto con Luciana Jury, Sofía Viola y un montón más. Por eso es un honor haber sido versionada por estas jóvenes cantoras.
Abrir la puertita
-¿Qué se puede contar del próximo disco?
-Fueron siete años de silencio compositivo. Compuse con Pata, giramos en dúo, canciones para otras cosas. Pero hacía siete años que no me animaba a bucear dentro de mí. Me pasó de todo en este tiempo; entonces cuando tenés demasiada sustancias decís “pá, no quiero ni abrir esta caja de Pandora, dejala ahí que la tengo ordenadita en los estantes”. Pero tuve la necesidad últimamente.
Va a ser un disco pequeño, de ocho canciones, por ahora todas mías, alguna en coautoría con Pata. Va a ser un universo muy mío: milongas, una rancherita medio mexicana, algún valsecito, una especie de vals minué. Y no estoy buscando que le guste o le deje de gustar a alguien: tengo ganas de escribir cosas que no sé si se cuecen en el primer hervor.
Hice una milonga súper triste a mi madre, que se murió en 2013. Sentía que si no le hacía una canción y sacarme eso de encima no podía abrir la puertita de la composición: me llevó años, y después no la podía cantar. Pero termina diciendo: “El viento mueve la espiga, cae la semilla en la tierra”: el ciclo de la vida sigue. Murió mi madre y vino Hugo, con todo el dolor que implica que mi madre no lo hay podido ver, que no me haya podido ver ejerciendo la maternidad. Porque murió cuando el mundo todavía no estaba tan avanzado en las leyes como para que yo, teniendo una pareja mujer, pueda tener un hijo.