Durante 2010, cuando Guillermo Moreno señoreaba sus prepotencias en la secretaría de Comercio, la Argentina cerró exportaciones de trigo a nombre del precio del pan que nunca pudo contener. En 2009/2010 la siembra del cereal fue de 3,3 millones de hectáreas y se cosecharon 7,9 millones de tn, la peor campaña en 100 años. Para tener una idea de la magnitud del despropósito, en 2016 el gobierno nacional bajó las retenciones a 0%, la siembra trepó a 6,2 millones de ha en 2018. En la campaña 2019/20 se cosecharon 19,5 millones de tn; en 2020/21, la producción marca 16,5 millones de tn.
El ministerio de Agricultura de Alberto Fernández ha dado un paso en el camino de Moreno, en las últimas horas, esta vez con el maíz. Es el insumo decisivo para producir carne de cerdo, pollo, huevos, leche y feedlot. En las cuentas oficiales, se autorizó la exportación de 34,23 millones de tn de la campaña 2019/20 sobre un total teórico exportable de 38,50 millones de toneladas, lo cual representa el 89% del total.
“El objetivo de la medida es que las 4,27 millones de toneladas restantes queden disponibles para el consumo interno, con el objeto de asegurar el abastecimiento durante los meses del verano, cuando la oferta de cereal tiende a escasear”, agregó la cartera que conduce Luis Basterra.
Miguel Etchervehere le advirtió al gobierno nacional que “por cerrar exportaciones no va a aparecer por generación espontánea más maíz. ¿Quién fertiliza maíz tardío ahora? Seca más cierre de exportaciones. Combinación letal para el cultivo”, analizó.
Sólo en el centro-norte de Santa Fe, la campaña para el maíz tardío exhibe un grado de avance del 35 %, unas 31.150 hectáreas, sobre una intención de siembra de 89.000 ha. Es muy posible que los productores sigan adelante, pero la decisión del gobierno central vuelve a abrir interrogantes sobre el futuro inmediato mientras la Casa Rosada no termina de responder a la propuesta de la cadena agroindustrial para incrementar exportaciones y generar divisas agregando valor.
¿Qué pasará con las crecientes exportaciones de carne vacuna a China, o con las granjas de cerdo del gigante oriental que “amenazan” invertir en el país? ¿A qué precios la producción primaria aportará lo suyo en esa cadena si, en lugar de crecer por consenso, se decrece a nombre de falsedades prometidas como ya sucedió con el trigo de Moreno? Los productores no olvidan que los molinos terminaban por exportar a precio pleno lo que ellos entregaban obligados, a costo reprimido al mercado interno.
La campaña de maíz muestra un avance de 67% para 7,1 millones de hectáreas. La campaña política, en la que Cristina Fernández de Kirchner ha relegado con su peso específico el rol del presidente Fernández -y con él de los gobernadores- ha instalado el control de precios y las tarifas relegadas. Todas señales de economía planificada que atentan con los intentos (al menos en los enunciados) de Martín Guzmán para calmar la macroeconomía.
¿Tiene razón el gobierno en resguardar granos para preservar precios y producción para el mercado interno? El relato suele tener su lógica autosatisfactiva; el modo de la medida prepotente -al estilo Moreno- lleva a involuciones y más fricción entre el campo y el kirchnerismo, mutuamente predispuestos. Para los ruralistas, el maíz se produce de La Quiaca a Bahía Blanca y el mercado hace sus resguardos; para el gobierno, el control es la receta para la mesa de los argentinos. Una vez más, el conflicto está servido.