"¿Cómo es que tenemos tanta información, pero sabemos tan poco?" , Noam Chomsky
La meca de la democracia mundial esta semana mostró al mundo que sus estrictos defensores de la libertad y los derechos individuales no se bancan que el niño rico de blonda cabellera deje el mando.
"¿Cómo es que tenemos tanta información, pero sabemos tan poco?" , Noam Chomsky
Sueño; sigo soñando y me asalta la duda; me asalta sin pistolas ni facas, aparece de la nada, como un motochorro apañado por la oscuridad; sin palabras y accionando las alarmas de mi mente que se activan en mi plácido cuerpito (ejem), que hasta ese preciso instante y que culpa del intenso calor de enero, reposaba en posición de X (brazos y piernas extendidas a lo largo y ancho del colchón tratando de evitar el contacto físico). En ese atraco instantáneo de la duda invasora, pequeñas dosis de adrenalina hicieron que mi plácido descanso pasará a ser en millonésimas de segundos de un inerme pedazo de humanidad en reposo a ser un atleta de competición internacional listo para la acción. Pasar de mi estado, literalmente planchado, abatido, desparramado hasta casi desmayado en mi colchón, ajeno a los sonidos envolventes –o surround– de los insistentes cric-cric de los grillos, zumbidos de los mosquitos y algún que otro gallo madrugador; una suficiente dosis de adrenalina producida por mis glándulas suprarrenales recorren mi anestesiado y adormilado ser, para terminar siendo una bola de nervios y con sentidos agudísimos puestos por orden de mi cerebro para caer en la conclusión de que sí, que había puesto la alarma; que el celular tenía puesta y configurada la hora prefijada para despertarme.
Esos asaltos de la duda, esos cacos de la inseguridad, son los principales "robasueños", enemigos de la seguridad del trabajo bien hecho; se plantan de la nada y te llenan de dudas existenciales tales como: ¿Bajé las ventanillas del auto? ¿Apagué el aire acondicionado del dormitorio principal? ¿Cerré con llave la puerta del patio? Esta y otras preguntas que nos desvelan son los ladrones de nuestra tranquilidad. La duda es algo normal, pero no podemos estar permitiéndonos dudar todo el tiempo de si hicimos esto o aquello, porque simplemente estaremos ante un problema que los "psicolocos" llaman T.O.C. (Trastorno Obsesivo Compulsivo). O sea, la repetición compulsiva de ciertos comportamientos. Pero díganme, con una mano en el corazón ¿Quién no está un poco loco y repite comportamientos a lo largo de los días? Es la costumbre de hacer casi siempre lo mismo: despertarse a tal hora, tomar el café así o asá; y todo aquello que uno hace de lunes a lunes sin más atención que la atención que requiere solamente apretar un botón y escuchar el sonido que nos anuncia que nuestro coche está abierto o cerrado; el click de la cerradura que nos permite saber que la llave giró dos veces; comprobando que le cambiamos el día a la alarma programada de nuestro móvil; que antes de acostarnos fuimos a cerrar la puerta del fondo; y así decenas de ejemplos más. Pero no, la maldita duda siempre nos llega de noche y en la tranquilidad del sueño profundo. Cosas prácticas, cosas materiales que nos quitan el sueño, siempre asaltados por la duda. Pasamos del estado placentero a estar en un estado de nervios. Estados alterados.
Ya despierto y consciente de mis actos (inconscientemente repetitivos), pongo a calentar la pava para los primeros mates matinales. Prendo instintivamente la tele y me pongo a leer las noticias. Más de lo mismo, pienso, los casos de Coronavirus siguen en permanente crecimiento y cada día se bate un record más; la vacuna "rusa" cotiza en alza si lo cuenta Página, y cotiza a la baja si lo dicen los demás medios; siguen las marchas y contramarchas entre el gobierno y la farmacéutica Pfizer. Se habla de toque de queda, palabra dolorosa que nos remite a una larga noche de pesadilla, pero el gobierno lo llama restricciones a la circulación, que ya en este día es decreto. Restricciones a la circulación que las provincias acatarán o atacarán según su propio criterio o a su condición política partidaria.
Crónica no nos informa que estalló el verano, pero el calor se siente, la nocturnidad restrictiva no nos va a refrescar. Evidentemente las altas temperaturas no atentan contra el alto consumo de cerveza artesanal, ahora tan a la moda, o a la refrescante costumbre de nuestro consabido y amado liso por generaciones de cultores de la cerveza tirada junto con la platina de ingredientes; pues los bares y restoranes de la ciudad se pueblan de jóvenes ávidos de encuentros y relaciones. Los besos no serían besos con los barbijos puestos, los abrazos no serían abrazos si los extremos de las extremidades no envolviesen el cuerpo del otro; así que ellos, nuestros jóvenes, van por la vida sin preocupaciones viviendo la juventud que los jóvenes vivieron siempre a través de la vida, con esa actitud tan acorde a su mocedad, exentos de preocupación e ignorando la nueva normalidad. Normalidad a la que los adultos nunca nos vamos a acostumbrar.
Tanta información desinforma, se sabe. La multiplicidad de canales de información y medios a través de los cuales nos llega la noticia atentan contra la claridad de ideas o de la verdadera y sana pretensión de estar informados. Solo es necesario que llegue por Whatsapp o alguna red social, que el texto y la foto correspondiente tenga pinta de ser "una noticia de un medio importante" y que posea los parámetros de una noticia formal y seria, para que automáticamente quien la recibe, la comparta, con la gravedad de que la mayoría de las veces el receptor de la misma no se pone siquiera a analizar la veracidad de la información, y que en ese simple acto de reenviar el contenido a otros, termina aportando más desconcierto al desconcierto general.
Es así que esta semana vimos cómo unos subdesarrollados y violentos tercermundistas, ataviados a lo Pedro Picapiedra, leñadores barbudos y émulos de Daniel Boone, entraban como "Hotdogs" por su casa al Capitolio estadounidense… ah ¡pará pará pará…! –diría Alejandro Fantino- ¿las imágenes no se correspondían a una republiqueta bananera? ¿No eran de algún país subdesarrollado gobernado por un dictador títere? ¡NO! La meca de la democracia mundial mostraba al mundo que sus tan estrictos defensores de la libertad y los derechos individuales no se bancan que su pobre niño rico de blonda cabellera deje el mando de tan poderosa nación. Era de esperar, su furibundo y "Trumposo" presidente saliente llamó a sus seguidores a desconfiar del resultado de las elecciones y ya está preparando el caldo de cultivo que va a explotar necesariamente en los próximos años. No va a ser fácil para el futuro presidente, no se "olBiden" de lo que les digo. O mejor para ustedes, permítanse dudar de lo que leen.
La maldita duda siempre nos llega de noche y en la tranquilidad del sueño profundo. Cosas prácticas, cosas materiales que nos quitan el sueño, siempre asaltados por la duda. Pasamos del estado placentero a estar en un estado de nervios. Estados alterados.
Basta que llegue por alguna red social un mensaje cuyo texto y foto tenga pinta de ser "una noticia de un medio importante" y que posea los parámetros de una noticia formal, para que quien la recibe, la comparta sin analizar la veracidad, sumando al desconcierto general.