Primeros días de enero y la política santafesina ya mira el almanaque, sabe que gran parte de sus expectativas se juegan en las PASO de agosto y en la elección general del cuarto domingo de octubre. En voz baja y sin resonancia pública, ya se habla de la elección de los tres senadores nacionales para los próximos seis años y de nueve diputados para los próximos cuatro años. Por supuesto, nadie deja de lado la elección de un puñado de intendentes, de concejales en todas las ciudades y la renovación comunal. El armado será paso a paso, pero empiezan a dibujarse los contornos.
El gobierno nacional no puede dejar de mirar electoralmente a Santa Fe. Necesita retener las dos bancas del Senado de la Nación. Ese día también se eligen senadores en Córdoba y Mendoza donde el Frente de Todos podría tener dificultades electorales. Por eso, la pelea por esas tres bancas de Santa Fe serán claves. El justicialismo aún puede decir que desde 1983 (era elección indirecta) hasta hoy ha mantenido la supremacía santafesina en la Cámara Alta. En esta ocasión convergen las necesidades de Cristina Kirchner y de Omar Perotti porque deben renovar mandatos dos dirigentes muy allegados a ellos: María de los Angeles Sacnun y Roberto Mirabella. La justicialista radicada hoy en Firmat preside una de las comisiones claves de la Cámara Alta y fue con la mendocina Anahí Fernández Sagasti vocera en los temas centrales impulsados por el kirchnerismo. Mirabella es el dirigente rafaelino que ocupó la banca de Perotti cuando asumió la gobernación, pero además es uno de los armadores del actual esquema de gobierno provincial. Al igual que la lista de diputados, la de senadores se terminará de armar en Buenos Aires. Falta mucho para eso y habrá reuniones entre Perotti y dirigentes de La Cámpora que suman presencias en todos los territorios, y tal vez, el presidente de la Nación. La Corriente, el grupo que lidera el ministro de Defensa, Agustín Rossi, instó a prepararse para la interna en caso de ser necesario. El interrogante, por ahora, es María Eugenia Bielsa y su espacio político.
El otro dilema es si habrá uno o dos espacios santafesinos opositores competitivos. Es decir, si habrá un frente de frentes o si irán por un lado Juntos por el Cambio, y por el otro el Frente Progresista. El radicalismo ha empezado a unificar posturas y marcarle la cancha al socialismo, fuerza que hasta abril no tendrá nuevas autoridades. Cuatro sectores con fuerza peso interno del radicalismo llamaron al frente electoral. No estuvo en esa reunión José Corral ni dirigente alguno de su espacio. Pero en esa mesa, dos sectores aliados del Pro y de la Coalición Cívica y otros dos allegados al socialismo. Los radicales santafesinos parecen querer alinearse con la postura del comité nacional. El mendocino Alfredo Cornejo le ha dicho a sus correligionarios que no forman parte de una federación, y les recordó que esa fuerza forma Juntos por el Cambio.
Todo pareció acelerarse en Santa Fe tras el asado en Pueblo Esther entre radicales, Martín Lousteau y dirigentes socialistas, entre ellos Miguel Lifschitz. No fue casualidad la visita -a los pocos días- de Enrique Nosiglia a Rosario para reunirse con el intendente, Pablo Javkin, quien mantiene diferencias con Lifschitz pero tiene diálogo abierto con Horacio Rodríguez Larreta. A propósito las encuestas de imagen en la ciudad del sur muestran al intendente local y al jefe de gobierno porteño con altos índices de reconocimiento.
Verano con pandemia pero con quinchos para avanzar en lecturas de encuestas, en ensayos de acuerdos y rupturas y por supuesto con demasiados interrogantes abiertos, lógicos en la política y especialmente ante la lejanía del cierre de listas. No obstante, las doce butacas santafesinas en el Congreso son importantes para los armados nacionales pero también para los que quieren llegar con posibilidades ciertas en 2023 en Santa Fe.