Por Néstor Vittori
Por Néstor Vittori
El precio de la carne, satanizado en estos días por dirigentes del peronismo, es la consecuencia directa de decisiones económicas tomadas durante el gobierno de Cristina Kirchner y en particular durante la gestión de Guillermo Moreno al frente de la secretaria de Comercio Interior.
La política del "cuidado de la mesa de los argentinos", a través del establecimiento de precios máximos y cierre o entorpecimiento de exportaciones, tuvo como corolario que nos comiéramos 10 millones de cabezas, entre ellas una cantidad importantes de componentes de la fábrica, que son las vacas madres, producto del bajo precio de la hacienda y las necesidades de financiamiento del sector productor, que históricamente lo hace con la zafra de terneros y cuando esta no alcanza recurre a la venta de sus vientres.
Argentina producía históricamente entre 11 y 13 millones de terneros al año, los cuales se recriaban y engordaban en praderas de base alfalfa, y en un porcentaje menor en pasturas naturales provenientes de campos bajos, montes e islas.
Ese sistema de recría y engorde, predominantemente en praderas, permitía terminar los novillos según raza y edad en un lapso de entre un año y un año y medio, con algún tiempo más para los de campos naturales que alcanzaban también su terminación a mayor peso. Los novillos pesados, que fueron históricamente destinados a la exportación.
Con la llegada de Moreno y sus temerarias intervenciones, nos consumimos una generación de terneros, y su consecuencia, esto es faltante de hacienda y encarecimiento de su precio, fue suplida con el intensivo desarrollo del engorde a corral, conocido como "Feedlot",que permitió acelerar el tiempo de terminación, aprovechando los primeros estadios de edad de los terneros, cuando aún no han desarrollado su condición de rumiantes,comportandose como mono gástricos y procesando fácilmente la alimentación concentrada, de la cual el maíz es su componente principal, pero desde luego encareciendo su costo.
De esta manera, el tiempo normal de terminación de un novillo destetado como ternero con 170 Kg. Para llevarlo a 380/420 Kgs a pasto era de aproximadamente 1 año. Mediante la alimentación a corral con maíz y algún suplemento proteico mineral en 90 a 120 días se pueden alcanzar los 300/320 Kgs. con adecuada terminación.
Lógicamente, esta aceleración de la terminación posibilitó suplir el faltante de terneros, con dos consecuencias altamente negativas. Primero el alto costo de alimentación que como mínimo triplica el costo de engorde pastoril y en segundo lugar el bajo aprovechamiento de los costos fijos, al resultar distribuidos en menos kilos de carne a la venta.
Este es un dato sumamente importante, porque si asumimos que la producción de terneros supone una fábrica que es la vaca, esa fábrica que produce con suerte un ternero y medio cada dos años, es una estructura de producción inmovilizada, cuya eficiencia financiera depende en última instancia del peso de venta que alcancen los terneros por ella producidos. Cuanto más pesados se venden, con el menor costo posible, más eficiente es el resultado de la inversión fija que es la vaca.
Por supuesto que en un proceso de cadena de valor como es el de la carne, los beneficios del mayor peso final, se van distribuyendo en los distintos eslabones de la cadena.
Por todas estas razones, cabe señalarle al peronismo, responsable con sus intervenciones, de haber modificado y roto negativamente la cadena de producción y engorde, y a sus socios los "feedlloteros" que no se quejen y se hagan cargo de un faltante real de terneros producto de un achicamiento del número de vientres, que es el "over shooting" (culatazo) de sus equivocaciones de años pasados y que puede profundizarse con más decisiones equivocadas como es la pretensión de "desacople" del precio interno del maíz con relación al precio internacional, cuya consecuencia sería una menor área sembrada con maíz, una menor aplicación de tecnología y una importante caída en la producción nacional de este importante cereal exportable.