Gastón Pauls estrenará “Seres libres”, su nuevo programa, el 1 de febrero a las 22 por la pantalla de Crónica TV. En el transcurso de la hora que dura el programa, una entrevista central a reconocidos artistas de nuestro país que atravesaron la adicción y que darán un crudo testimonio de su proceso. Además, se presentarán informes semanales con relatos de personas de todos los estratos sociales y las consecuencias profundas que han marcado en sus vidas las adicciones.
El envío tendrá tres bloques principales: un vivo en el que Gastón irá contando parte de su experiencia con el consumo y la recuperación, una entrevista central con personas conocidas del medio que relatarán su pasado y presente en relación a la adicción: Fabiana Cantilo, Juanse, Martín “Mono” Fabio, Andrea Rincón, Toti Ciliberto, Leo García, entre otros. Por otra parte, una serie de informes en exteriores con adictos en recuperación: Ciudad Oculta, Hogar de Cristo, ex Combatientes de Malvinas, Recoleta, Puerto Madero, obesos en recuperación, adictos al juego, al sexo, a las pastillas.
A modo de servicio también contará con una plataforma y redes que servirán de apoyo y espacio de consulta para todos aquellos que se sientan interpelados por el contenido de cada emisión.
El Litoral dialogó con Pauls para saber más sobre esta propuesta que atraviesa su vida y sus ganas de ayudar a otros.
-¿Cómo surgió la idea de llevar adelante un programa específico sobre las adicciones, si bien ya habías abordado el tema en otros ciclos?
-En este ciclo hay una cosa mucho más personal cruzando el tema: soy adicto en recuperación hace 13 años y conozco el tema, no me lo contaron. Y la verdad es que siempre quise hacer algo que tuviera que ver con eso: estaba dando charlas en los últimos años en el país, y vi que la situación es absolutamente crítica, angustiante. Parece que mucha gente mira para otro lado, y yo ya no podía mirar para otro lado; y si hay algo que uno pueda hacer desde los medios de comunicación para intentar ayudar, hay que hacerlo. El programa es de alguna manera un intento de generar consciencia para que algo cambie.
-Generalmente el que se “desnuda” es el entrevistado; acá te implica como conductor, como entrevistador, abrirte vos también, por ahí más que en otras ocasiones.
-Sí. Esto lo hablo desde un lugar muy concreto. La palabra adicción viene de dicción, de decir: adicción es no decir. Y además adicción viene de adictus, que eran los esclavos en Roma. Del otro lado de la esclavitud está la libertad, y del otro lado de la adicción está la dicción. Entonces este programa lo que quiere es mostrar de qué manera uno puede liberarse: tanto como entrevistador y conductor, y exponiendo también mi verdad e invitando a los entrevistados a que hagan lo mismo.
Me parece que esto es en este caso fundamental: no hay otra manera (por lo menos para mí) de hacer este programa. Cuando se dice “la verdad nos hará libres” bueno, uno tiene que pelar. Hablaste de desnudez, y para desnudarte tenés que pelar, tenés que sacarte las capas que te tapan.
-Por otro lado uno puede suponer que haber pasado situaciones similares destraba un poco al entrevistado, que siente que lo estás comprendiendo, que tenés una empatía que a lo mejor otra persona no tiene.
-En realidad hay algo de eso que es clave. Tuve un par de ofertas anteriores, había llevado el programa a dos canales; y en ambos me pedían un determinado tipo de programa que para mí rozaba el mal gusto en relación a lo que quiero tocar. En este programa seguramente lo que me pasa es que estoy hermanado con los que consumieron: hermanado en el dolor, en la soledad, en la desesperación, en la muerte a la que te lleva el consumo.
Entonces no es necesario trabajarlo con morbo, ni con amarillismo; justamente ahí está el gran punto de contacto: ellos saben que estuve en el mismo lugar. Saben que todos los que estuvimos ahí en un momento tenemos que levantar la mano para decir “necesito ayuda”, porque solo no podés salir. Que cuando empezás a descubrir una nueva vida querés mostrarle a un montón de otros y otras que esa nueva vida es posible.
Creo que ahí hay un punto de conexión que hace más fácil la conversación y la desnudez, porque sabemos que todos estamos desnudos de alma: estamos yendo con la verdad después de un montón de años de mentiras.
-Además de la entrevista íntima hay un segmento en exteriores. ¿Cómo va ser su dinámica?
-También tiene una razón ideológica, y una coherencia que estamos tratando de contar: que la droga no la consume (como nos quieren hacer algunos personas o algunos medios de comunicación) aquel que no tiene plata, que no tiene trabajo y que es morocho de piel o de pelo. La droga la consume (y se muere consumiéndola) el que tiene guita y el que no tiene; el rubio y el morocho; el judío y el católico; el macrista y el kirchnerista. Acá se mueren todos.
Entonces también me interesaba poder mostrar que esto ocurre en un barrio humilde económicamente hablando y que ocurre en Recoleta; que le ocurre a un desconocido (por lo menos para la sociedad, como ocurre con un montón de cosas, a esos “invisibles”, o a los “no famosos”) y le ocurre a un famoso también. Por eso digo que no tiene que ver con un estrato social, ni con el color de piel, ni con la elección sexual o religiosa.
-También trascender el morbo de “tal artista va a contar”, no farandulizarlo.
-En la televisión muchas veces vende el morbo, el golpe bajo, o el amarillismo. Acá estábamos con esa profundidad a flor de piel, y con esa posibilidad de tener titulares en cada pregunta; porque si uno escucha a ciertas como Juanse, Fabi Cantilo, Andrea Rincón, Leo García, Toti Ciliberto, como todos los que fueron grabando y los que van a grabar, decís “está buenísimo”. No, no está buenísimo: lo único que quiero saber es cómo podemos hacerle llegar al que está consumiendo ahora el mensaje de que es posible otra vida: ese es como el único objetivo del programa.
-Para ese objetivo hay una idea de una plataforma online para quienes el programa les dispare dudas o consultas, o quiera pedir ayuda. ¿Cómo se planificó eso?
-Es un poco la idea: estamos trabajándolo. El programa sale una vez por semana de 22 a 23; pero sabemos que después hay seis días y 23 horas más donde los adictos van a consumir. Entonces queríamos ofrecer un servicio que vaya más allá del programa de televisión; que el adicto, o su familia, sus hijos, sus parejas, sepan que tienen un lugar al que pueden escribir, chequear, qué es lo que esta enfermedad es.
No es tan fácil: paradójicamente ahora que se habla tanto de pandemia, las adicciones son una pandemia hace un montón de décadas. Mueren más de un millón de personas por año con la pandemia de las adicciones. Me llama poderosamente la atención que mucha gente mire para el costado; en los medios de comunicación sobre todo, que podrían tener un rol mucho más importante, mucho más decente, en la prevención de las adicciones; y después en el trabajo posterior.
Cuando uno no pudo prevenir que el pibe de seis años que está consumiendo pasta base no caigamos en la imbecilidad de la clase media de decir: “Y bueno, ese nene que salió a afanar tendría que estar en la cárcel”. Como si esa fuera la única solución al problema: meter a los que están consumiendo y roban en la cárcel. No, mucho antes debería empezar un trabajo, que después debería seguirse con amor. Porque estamos en una situación de verdad crítica: si la droga llegó a un pibe de seis años y la venden pibes de diez, 12 ó 14, la situación es de verdad gravísima.
-Decís que es una enfermedad, pero sobre la que se juzga, a diferencia de otras enfermedades. El que la está sufriendo sufre un juicio social.
-Sí, absoluto. Hace años que creo que es una enfermedad social, es una sociedad enferma, además una sociedad de consumo. Somos parte de una sociedad donde algunos consumen droga, otros consumen pastillas, otros porno, televisión, juego, operaciones estéticas, comida chatarra. Estamos en una situación muy delicada, donde cada uno tapa el vacío existencial que siente y tiene como puede.
El pibe de seis años que se está reventando en una esquina no se está reventando porque quiere: antes que nada es una víctima, esto lo sabemos, no tengo ninguna duda. Después podemos hablar de otras cosas: de cómo se puede trabajar. Pero primero hagámonos cargo de lo que nos toca como sociedad, de lo poco contenedores que somos, o cómo es mucho más fácil marcar la paja en el ojo ajeno que la viga en el nuestro: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
-Hay que pensar qué ofrece la sobriedad en la vida de cada uno, que uno tenga que fugar por algún lado.
-Por eso digo: si hay algo que tienen en común el 90 y pico por ciento de los adictos es un vacío: son personas híper sensibles que lo que están viendo del mundo de sus familias, de la sociedad, les duele tanto que intentan adormecer, tapar, anestesiar su dolor de distintas maneras.
Creo que esto habla justamente del vacío que hay, de una sociedad muy valores y de sentimientos; cada vez más automatizados, robotizados y anestesiados. Creo que los adictos tienen, sobre todos los que pueden estar en recuperación, tienen un inmenso valor: porque estuvieron en el fondo, estuvieron en el infierno, pudieron (sólo por hoy) salir de ahí, y hay mucho mensaje para dar y compartir.
Lamentablemente esto sigue, no es que está consumiendo menos gente ahora que hace un año: se disparó a niveles descomunales esto. Entonces está complicada la situación: si no nos hacemos cargo ahora lo que vamos a ver es el horror, “The Walking Dead” en breve.
-Después de la muerte de Diego Maradona, hay una entrevista con vos hablando sobre sus adicciones y otros temas que se reprodujo infinidad de veces. ¿Cómo fue hacer aquella entrevista, y qué sentiste cuando tuvo tanta importancia ahora?
-Soy muy respetuoso a la hora de hablar de Diego, porque fue me amigo; sigue siendo mi amigo aunque no está físicamente. Soy amigo de la familia: de Dalma, de Gianina y de Claudia. Para mí hacer esa charla con Diego, pero más que esa charla televisada haber tenido la dicha, el honor y la bendición de haber tenido muchas otras charlas, y que haya estado en momentos muy difíciles de mi vida Diego, es un regalo.
-De todos modos al verte de nuevo podés pensar: “Estuvo bueno aquel laburo”.
-Sí, aparte fue hermoso cómo estaba Diego: lo lúcido, amplio, inteligente como era él; esa capacidad para expresar y para conmover con sus palabras o con su sola presencia para mí fue maravilloso. No vi mucho ahora, vi unos pedazos porque me conmueve mucho; pero es hermoso. Pero todo eso lo cambiaría por un segundo más con Diego acá.
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