Ignacio Pellizzón | [email protected]
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Durante el 2020, tuvimos inmuebles que bajaron sus precios en dólares desde un 15% hasta un 25%”, aseguró a El Litoral el presidente del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Rosario (COCIR), Andrés Gariboldi.
El confinamiento absoluto que comenzó el 20 de marzo del año pasado y que se extendió por casi tres meses consecutivos, obligó a que las inmobiliarias y las posibles compra-venta de propiedades se frenaran por completo.
Para Gariboldi otro factor que influyó mucho en la recesión de las operaciones tiene que ver con el hecho de que “la construcción estaba muy barata para aquellos que tenían dólares”, con lo cual muchos se volcaron a construir en las afuera de Rosario, en vez de invertir en un inmueble en la ciudad.
La industria inmobiliaria rosarina se vio fuertemente resentida durante el año pasado. La pandemia del coronavirus dejó en stand by al sector que, durante varios meses, no pudo realizar ninguna operación concreta. Según estimaciones de José Ellena Inmobiliaria, las compra-ventas cayeron un 60% en la ciudad durante el 2020.
El Colegio de Escribanos de Rosario, informó que durante el primer semestre del año 2020, la cantidad de escrituras fue la mitad que la registrada en 2019. Según la información, desde enero a junio se contabilizaron 3.414 escrituras, lo que significa una variación negativa del 50,25% en la comparación interanual, cuando esa cifra se ubicaba en 6.864.
La disminución de las operaciones inmobiliarias en Rosario fue similar a la registrada en Buenos Aires. De acuerdo a lo informado por el Colegio de Escribanos de esa ciudad, la caída interanual allí fue del 48%.
Otro dato es que la falta de adecuación tecnológica para el proceso de compra-venta, sumado a la incertidumbre de la pandemia, los posibles compradores optaron por acumular su ahorro en divisa –lo que obligó al Gobierno nacional a instalar un súper cepo- y esperar a tener un panorama más claro.
Por su parte, desde José Elle Inmobiliarias apuntan a “la falta de acceso al crédito por parte de asalariados que, sin obtener financiamiento, se ven imposibilitados de llevar adelante este tipo de operaciones” que históricamente se cotizan en dólares.
Con un dólar volátil, una inflación alta, desplome total del consumo y fuerte aumento de despidos en el sector privado, fueron un combo explosivo para el sector inmobiliario. Los que siguieron trabajando y cobrando, disminuyeron al mínimo sus gastos y se encargaron de ahorrar en divisa estadounidense y atesorar, cuando antes se volcaba al ladrillo o a la inversión en la vivienda.
Tal y como afirmó José Ellena a este medio: “El año 2020 terminó malo como empezó. Desde lo económico, malo. Desde la incertidumbre, también. Culminamos con una muy baja demanda y con precios que se le hace muy difícil alcanzar al consumidor definitivo”.
Actualmente, con un dólar más estable, “algunas consultas hay”, comentó el empresario y agregó: “Son pocas. Buscan ofertas, oportunidades, pero lo menos vemos algún movimiento. No es una cuestión de que no haya dinero o necesidad, pero no hay interés en invertir en un bien de capital que sea de difícil realización y no está seguro de si mantendrá el valor. No es interesante, desde el punto de vista de renta como para el usuario”.
Distintos referentes del sector inmobiliario comentaron a este medio que de a poco pareciera repuntar la actividad. Si bien es muy temprano para anticipar lo que sucederá en el 2021, sobre todo con la llegada de la vacuna, sí estiman que no será como el año que culminó.