"A propósito del sueño, aventura siniestra de todas las noches, puede decirse que los hombres se duermen diariamente con una audacia que parecería incomprensible si no supiéramos que es el resultado de la ignorancia del peligro." Charles Baudelaire
"A propósito del sueño, aventura siniestra de todas las noches, puede decirse que los hombres se duermen diariamente con una audacia que parecería incomprensible si no supiéramos que es el resultado de la ignorancia del peligro." Charles Baudelaire
Estas "Peisadillas" que son algo así como un cuento que recuento sin cuentos, nacen de la noche, se maceran en la semana y se condimentan en el continuo movimiento del diario trajín juntando la pelusa del traje diario que se usa en eso del andar andando. Tienen por premisa no tener premisas; son apocadas y prescinden de los lujos y florituras literarias; se desenredan de las glorietas de la imaginación, planean libres, desatadas, tan independientes, tan volátiles, que en su leve aleteo evita chocar con la realidad. Pero la realidad es superavitaria, insistente, parasitaria; sicaria ad honórem de la fantasía. La realidad no deja sueños con cabeza. "Sueñauta" de ojos abiertos, voy sobreviviendo a los noticieros; evitando los zócalos y títulos y/o alertas de último momento de notas que no reflejan el contenido de la noticia; voy zigzagueando operetas informativas; desinformaciones operadas; zarandeando la intuición a través de la razón, intentando poner un poco de sentido común a la sinrazón. Evitando pisar el palito (o que me metan un palo en el lugar más sobrestimado o subestimado del cuerpo) y pasar a ser un número más del índice "palo y a la bolsa", prendo la tele. Toda una aventura en estos tiempos "On demand".
Aclaro, este texto que va a seguir a continuación está lleno de spoilers (para aquellos que ignoran la definición de esta palabreja que la generación llamada "Millennial" la puso en actas, solo quiere decir que te van a contar el final de la película o aspectos importantes de la trama de un libro o de una serie). Igualmente, en la Argentina no es necesario ser un super bocho para saber como terminarán las cosas, o mejor dicho, como la vamos a seguir.
Va el primero: Hay carne vacuna más barata que se puede conseguir determinados días en determinados lugares. Difunden que son unos cuantos miles de puestos de venta y en cadenas de supermercados nacionales. La televisión nos inunda con imágenes de los cortes envasados en los puntos de venta, mientras la cámara nos muestra al detalle a la gente que compra, haciendo fila o comparando precios entre una bandeja de oferta y una de cortes regulares; opinando sobre los mismos con cara de resignación y hastío. El/la periodista/notero/movilero y/o panelista pone a criterio - o juzga impunemente - sobre la calidad, el porcentaje de grasa, el año del novillo sacrificado, el color y la textura de la sangre; el peso y el precio; elucubrando conjeturas, tomando partido o haciendo un análisis sobre las teorías conspirativas del eje del mal, con su correspondiente eco en el piso. Ellos, los habitantes del estudio de televisión, se rasgan las vestiduras, dramatizando el tanto y el cuanto a niveles de medio punto de rating por segundo, los zócalos descontextualizan las frases y los rostros furibundos fielmente caracterizados por obra y gracia del productor cuasi titiritero y casi licenciado en coaching actoral. Mientras, con los magros recursos que salen del bolsillo de la gente común, buscando magros cortes de carne vacuna; va cayendo gente al supermercado.
Va el segundo: La vacuna apodada "la vacuna rusa" o sea la vacuna Sputnik V, paso de ser una de las más vilipendiadas en el universo político - periodístico a ser una de las más requeridas por el universo político autóctono y foráneo. A lo largo de las negociaciones y gracias a los resultados ulteriores, la vacuna que tanto revuelo causó en determinados medios y sectores de la política nacional y/o lobbistas internacionales; ya estigmatizada y subestimada por su raíz filo soviética-zurda-comunista, es ahora la vacuna que gracias a un análisis que hizo la prestigiosa revista científica Lancet, donde expuso que la Sptnik V tiene una eficacia de más del 91 por ciento, ahora muchos gobiernos analizan fabricarla o comprarla. Acalladas las voces y pinchados más brazos, el/la periodista/notero/movilero y/o panelista pone a criterio - o juzga impunemente - sobre la calidad, la cantidad, la veracidad y el prestigio de la revista, opina sobre el precio que el gobierno pagó por la compra de las muestras; responsabiliza a los mandamases la poca cantidad de dosis que hay para vacunar a todos que antes no querían vacunarse; elucubran conjeturas, toman postura o hacen un análisis cayendo en teorías conspirativas y paranoicas; el estudio de televisión se hace eco. Ellos, los locatarios del piso de televisión, se rasgan las vestiduras, dramatizan el tanto y el cuanto a niveles de medio punto de rating por segundo, los zócalos (que resaltan una frase de impacto) descontextualizan y las caras sanguíneas y coléricas son fielmente caracterizadas por periodistas/actores por obra y gracia del productor "altro" titiritero y casi licenciado en coaching actoral (Sí amigo lector, el párrafo que leíste es igual al párrafo superior, yo les advertí, hay spoilers). Todos se desviven por dejar en claro que la idea que cada uno defiende es la verdad absoluta, que es cuestión de fe. Mientras, la población, harta de los dimes y diretes, harta de la pandemia, asustada y esperanzada de que al menos la vacuna va a ser la culpable del principio del fin del Covid 19; asiste impávida a la lucha mediática. Permeable a la información malintencionada, a las "fakes", a los memes y a merced de los odiadores seriales que abundan en las redes sociales; víctimas prescindibles de ejércitos de opinadores compulsivos que terminan instalando la idea de si es o no bueno vacunarse.
El hecho es que a lo largo del siglo pasado y hasta nuestros contemporáneos días, a la hora de ponerse las vacunas del calendario nacional de vacunación (BCG, Triple Viral, Polio, Sarampión, etc.) éstas nunca fueron puestas en cuestionamiento por la población. Y en el durante, va cayendo gente a vacunarse
En esta batalla de intereses propios y ajenos, está la salud de la población. Ni más ni menos.
A la espera de que a mi franja etaria le toque el turno del temido/deseado pinchazo, apago la tele, visito las penumbras de la casa, elijo mi lugar preferido, me recuesto y me doy una buena dosis de la mejor medicina popular tan llena de sabiduría, en ese galimatías tan argento disfrazado de latín y que dice: "No calentarum, largo vivirum".