El director Gustavo Palacios Pilo trae una propuesta diferente para un tiempo especial. Hoy, más que nunca, la apuesta a la ficción es una oportunidad creativa, social y comercial que forma parte de nuevos paradigmas para este momento. “Simple Vicente” es una ficción multimedial. Narra una historia sencilla a través de varios lenguajes artísticos y plataformas: radioteatro, podcast, fotonovela y teatro musical en vivo. De esta manera, se propone “entrenar” a un público masivo para la narrativa completamente innovadora de una historia en forma clásica. Los cantautores Tianse y Janise, junto a Ariadna Bórtoli y Nacho Niel Savino integran el cuarteto protagónico, junto a un gran elenco.
El estreno de la primera temporada está previsto para mediados de marzo. El Litoral conversó con el creador santafesino sobre las características de la propuesta, como así también sobre la necesidad de renovarlos contextos de producción de ficción en la actualidad.
-¿Cómo surgió la idea de esta propuesta multimedial que tiene su base en soportes clásicos como el radioteatro y la fotonovela, pero actualizados al presente y sus recursos técnicos?
-Surgió casi de casualidad, por dos vertientes: primero porque estaba trabajando con clases particulares de interpretación para Tianse, que es el cantautor protagonista. Él pensó en la posibilidad de crear un musical con sus canciones, una suerte de jukebox, y después de escuchar dos o tres temas hice un esbozo de la historia. Conversamos dos o tres veces, y el proyecto parecía que quedaba en stand by por una falta de diferentes factores.
Hasta que charlando con los chicos de “Como un cuento de rock” (programa radial de FM Ochava Roma), donde yo tenía una columna quincenal, pensamos cómo reinventar el día que no iba y surgió la propuesta de hacer la columna un sábado y un episodio de un radioteatro al otro. Una cosa pequeña, artesanal, que iba a tener solamente cuatro personajes en vivo alrededor de la mesa.
Los chicos me dijeron: “Bárbaro, ¿tenés alguna historia?”; ahí me vino a la mente la ida de aquel musical que había quedado en suspenso. “Sí, tengo esta historia pequeña; podría ser una historia de amor clásica, pero con algunas vueltas”. En el mismo momento, e hilando situaciones, pensé en diversas modalidades respecto de cómo podía ser el desarrollo, cómo podía ser el final; cómo impactar al público no solamente desde el audio sino también desde la imagen; pero todavía sin unir las dos cosas: quería trabajar un producto audiovisual pero no tenía todavía los recursos para poder trabajar una producción de semejante envergadura.
Seguía siendo algo muy básico, con cuatro actores y algunos invitados que iban a aparecer a lo largo de 16 capítulos en total; después surgió esta idea de las tres temporadas y empezamos a perfilar otras subtramas y otros posibles actores y situaciones. La cosa se agrandó hasta dar por resultado esto que se está por estrenar, que es una primera temporada de diez capítulos.
-De todos modos el musical existe, y la idea es que cierre la historia con la obra en vivo. ¿Cómo se va a articular eso con esta propuesta mediatizada?
-La idea era: “¿Cómo hacer para llevar al público al teatro de manera masiva?”. Esto lo llamo en una entrada de mi blog “pasión de multitudes”: cómo generar en el público lo que genera el fútbol o lo que generan las telenovelas masivas. “Resistiré” fue la primera que abrió la punta de estrenar el último capítulo en un teatro gigante; después siguió “Montecristo” y otras tantas. Eso se hizo una costumbre y está bárbaro. Bueno, ¿por qué no hacer esto mismo pero con un espectáculo en vivo? Que el último capítulo se pueda ver solamente en el teatro.
Ahí surgió una tercera pata, la de la fotonovela, porque tenía que haber una manera de hacer que el público se identificara no solamente con las voces, sino con las imágenes. En principio habíamos pensado en gigantografías, en afiches en la calle. ¿Pero por qué no ir contando la historia en simultáneo a través de las redes y a través también de webs y dispositivos especiales que nos permitan crear ese contenido visual.
-Para ponerle los rostros a esas voces.
-Ahí se armó todo eso, en un ritmo de locura: se armó en pleno 2020, con plazos que se fueron corriendo, que se fueron dibujando y desdibujando; con equipos que se fueron armando y que cobró su forma definitiva hace un tiempo relativamente corto: terminamos de grabar con todos los actores, pasó de tener cuatro personajes a un total de 37 intérpretes, entre protagonistas, secundarios, recurrentes, participaciones especiales y hasta casi extras.
Y ya dejó de ser un radioteatro para ser una radioserie, que tiene montones de locaciones: de audio pero son locaciones. Hay que ambientar tanto en Cadolino, que es el pueblo original de donde sale Vicente para hacerse la América en ciudades más grandes, hasta recrear otros ambientes. La idea es que en esos 20 minutos que el público va a escuchar por semana, o media hora (suele variar) siempre haya mucho interés y mucho con qué fascinarse. La idea era enamorar al público y darle el productor más interesante, más divertido y más atrapante posible.
-Hablábamos del musical que es el género donde más trabajaste. ¿Qué significa para vos correrte de esa “comodidad” del encasillamiento a esta conducción de otra cosa que trasciende los formatos?
-Significa mucho aire fresco, porque en realidad cuando registré mi marca, la que lleva mi nombre, nunca puse la palabra “teatro”, puse “ficción”, porque lo que me interesa es justamente poder buscar diversos horizontes: no me quedo encasillado solamente en una. Sobre todo porque también es muy difícil sostener una continuidad en el teatro en vivo en Santa Fe; por lo menos por lo que yo quiero y busco hacer resulta muy difícil sostenerlo, por un montón de razones: no porque me guste menos o lo quiera menos, sino porque es extremadamente difícil de montar y de sostener.
Pero también me interesa llegar a muchos otros públicos y la forma de hacerlo era no solamente a través de un espectáculo teatral que se puede franquiciar, hacer gira o mover; sino también a través de esto que llamamos cariñosamente “enlatados”. Es un espectáculo audiovisual y podés reproducirlo en tantas plataformas y tantas emisoras como sea posible.
Y tenés la posibilidad de llegar (que es lo que a mí más me inquieta en estos últimos años) al “gran público”. Porque también es una discusión que nos debemos: el teatro en Santa Fe es de una calidad excelente pero siempre he sido criticando (y lo hago para construir) que no llega al público masivo. Hay muchísima gente que no se entera siquiera que existe; y tal vez es hora de poder saltar esas barreras y llegar a todos los públicos sin mermar por eso la calidad que tenga.
Por eso en “Simple Vicente” hay desde actores muy jóvenes que están haciendo sus primeras armas hasta gente de muchísima trayectoria: es un elenco muy diverso para poder llegar al mayor público posible.
-Hay una gente “ahí afuera”, detrás de la muralla, a la que la escena no tiene en la escena y se la está perdiendo.
-Exactamente: detrás de la muralla el 95 % de la gente. Me temo que en alguna manera nos hemos convertido en una especie de logia (risas). Es hora de romper las murallas: esperamos que respiren todavía; les decimos “público, vengan, porque hay un montón de cosas para darles; y un montón de cosas para que ustedes nos den”, porque eso es muy enriquecedor para ambas partes.
Creo que uno se está perdiendo lo más divertido que es esto de llegar al público (dicho no en modo peyorativo, sino en el mejor sentido) “ignorante”: que no conoce de los trucos ni de la técnica del teatro, y no tiene por qué conocerlo; sino que tiene que enamorarse de una historia. Está en nuestra responsabilidad contarles esa historia sin ignorancia, con calidad, con estatura, con valor dramático, actoral, técnico. Pero que el público se siente simplemente a disfrutarlo, y salga a correr y lo escuche en Spotify, o lo escuche en una radio; en un horario preestablecido o cuando guste a través de las redes. Pero lo importante es que haya un público disfrutando de la emoción de esos personajes y no de la técnica de esos actores.
Así como solemos decir en el ambiente que la mejor actuación o la mejor dirección es la que no se nota, nadie tiene por qué saber sobre qué escuela o bajo qué paradigmas el director condujo este espectáculo, o los actores crearon esos personajes. Lo importante es lo que sucede con ellos emocionalmente. Después creo que eso es lo que el público está necesitando para volcarse a la formación, al entrenamiento, y a saber más. Pero primero hay que acicatearlo para que el enamoramiento se produzca.
-¿Sabemos que es una historia donde se cruza lo amoroso, lo político, las clases sociales. ¿Cómo se articula esto y qué se puede contar de la historia?
-Básicamente hay cuatro personajes. Vicente Caprizzo es un muchacho de barrio, de pueblo; viviendo en Cadolino, una localidad está en cierto punto de la provincia, en la Santa Fe profunda, pero nadie sabe muy dónde está ubicada. Una especie de ciudad invisible donde la gente puede desaparecer tranquilamente; eso no quiere decir que tenga una temática fantástica, sino que es una ciudad pequeña, pintoresca, antigua, pero con mucho sabor de pueblo y muchas calles de grava.
Vicente tiene a su padre en un geriátrico, de su madre desconocemos el paradero: no sabemos claramente qué ha pasado con ella. Ha llegado a los 30 años queriendo ser una estrella del pop pero sin haberlo conseguido, porque la situación familiar lo obligaba a quedarse. Y ha estado toda la vida enamorado de Lola Guztierra, su mejor amiga, con la que han crecido juntos, que también ha tenido el sueño de ser una cantante y compositora, pero está atada a Cadolino sobre todo porque su padre ha desaparecido, no sabemos tampoco en qué circunstancias. Su madre está gravemente enferma y tiene un hermano adolescente que le trae bastantes problemas.
De pronto a la ferretería que Vicente atiende, que es de su padre, llega Vera Blanco East, que es una productora discográfica, que por supuesto no es del pueblo; tampoco se nos explica al principio qué es lo que hace una mujer tan disonante en ese lugar. Le hace la propuesta de convertirlo en una estrella y Vicente va proponerle a Lola que partan juntos, porque cree que ese es el punto de partida. Pero Lola tiene una noticia para darle, que la van a escuchar en el capítulo 1.
Ahí aparece Luca Marlione, que es el hijo del intendente y que ya se perfila como el sucesor de su padre a como dé lugar. Los Marlione tienen muchísimo dinero, que nadie sabe de dónde ha salido, con una casa absolutamente estrambótica en las afueras de la ciudad. Por supuesto constituyen una dupla muy fuerte, con los cuales aparecen otros personajes inquietantes y misteriosos en los barrios periféricos que empiezan a asentarse en Cadolino, y que empiezan a recibir las vertientes más complicadas que vienen de las grandes ciudades.
Todo eso es lo que se escucha en el capítulo 1, y a partir de ahí queda planteada una historia de amor imposible, Luca va a estar en el medio, entre Lola y Vicente; Vicente va a estar tironeado por Vera y Lola va a estar tironeada por su propia situación.
La gente ya puede seguir eso a través de Instagram y Facebook, para empezar a conocer los personajes. Ahí ya tenemos las piezas fundamentales de ajedrez para empezar a jugar lo que viene después.
-De alguna forma Cadolino es un personaje más.
-Sí, tiene muchas cosas: las habladurías que corren, el hecho de que todos se conozcan, los pequeños secretos que todo el mundo conoce pero que nadie confiesa; este camino que parece seguir a convertirse en una gran ciudad. Después de ser un pueblo agropecuario, Adolfo, que es el actual intendente, intenta convertirla en una ciudad industrial, y Luca en una ciudad cultural; pero antes empiezan a recibir todo lo peor de las grandes ciudades: entonces empiezan a correr algunas sustancias, algunas situaciones delictivas. Entre Santa Fe y Cadolino se da el diálogo y el viaje entre ciudades.
-Cosas que nos son familiares a los habitantes del interior.
-Justamente, cosas que tenían que ser un poco costumbristas, y un poco clásicas respecto de lo que es la telenovela tradicional. Cuando escribíamos con mi coautora, Cecilia Rugna (partió de una idea mía pero cuando lo puse en juego con ella hizo muchísimos aportes valiosos), como los dos veníamos de explorar el universo de (Alberto) Migré, encontramos muchos elementos de melodrama que queríamos que estuvieran homenajeados; pero que al mismo no se quedaron solamente en eso.
El melodrama ha sido bastante relegado en nuestra ciudad, y el desafío era no hacer una parodia sino tomarlo muy en serio, con todos los clichés propios del género, pero que al mismo tiempo tuvieran una vuelta de tuerca. Nombré “Resistiré”, que fue en el universo de las telenovelas argentinas siguió todos los cánones de la telenovela tradicional, pero al mismo tiempo los rompió. Eso hizo que captara nuevos públicos, que tanto los jóvenes como los de mediana edad encontraran algún punto de interés: tenía la historia de amor, tenía erotismo, casos policiales; y sobre todo ese enigma que no se resolvía hasta el penúltimo capítulo, de saber qué había en la casa de al lado. El secreto es el eje del melodrama. Y tenemos el elemento mágico: aquí aparecen las brujas de Cadolino: eso no podía faltar.