Tres policías -dos hombres y una mujer- que prestaban servicios en la Seccional 8va. de barrio Guadalupe, quedaron detenidos y en prisión preventiva, luego de que se los imputara por gravísimos delitos en perjuicio de cuatro jóvenes de la zona, a los que acusaron de haberse robado una computadora portátil desde la mencionada seccional.
El juez penal Nicolás Falkenberg ordenó la cautelar para Sergio Ariel Guzmán y Estafanía Yob, ésta última en prisión domiciliaria por tener un bebé a su cargo. La medida se dispuso el sábado 6 de febrero, luego de que así lo acordaran los fiscales de la Unidad de Delitos Complejos y Violencia Institucional del MPA, Ezequiel Hernández y Mariela Jiménez, con las respectivas defensas, a cargo de los abogados Juan José Patiño y Romeo Díaz Duarte.
En tanto, un tercer uniformado, Rodrigo Sebastián Leiva, cuya defensa es ejercida por los Dres. Germán Corazza y Leandro Aguilar, quedó en preventiva este jueves 11 de febrero, por orden del juez José Luis García Troiano.
Fuentes cercanas al caso informaron a El Litoral que el hecho se remonta a la madrugada del jueves 28 de enero, cuando personal de la Policía Comunitaria que patrullaba la zona oeste arrestó a cuatro varones de entre 21 y 32 años, a la una de la madrugada, por estar infringiendo el horario de prohibición para la circulación y tránsito dispuesto en el marco de la pandemia.
Por jurisdicción, los uniformados trasladaron a los cuatro sujetos a la Comisaría 8v. que está ubicada sobre avenida General Paz 7379. Allí se labró el acta de rutina y horas más tarde recuperaron su libertad.
Pero antes de quedar libres, uno de los jóvenes no tuvo mejor idea que robarse una computadora portátil de la dependencia policial, lo que generó una reacción inmediata y especialmente violenta, según las lesiones registradas en los cuerpos de los denunciantes.
Apenas notaron la desaparición del equipo informático -no está claro si era una notebook o una netbook-, los uniformados salieron disparados en busca de los cuatro sujetos a los que acababan de soltar. Como son vecinos del lugar no fue difícil dar con ellos, no así con la computadora aludida.
Una vez adentro, los jóvenes relataron haber sido golpeados con una pala de lata, una sartén y un palo de escoba que se quebró de tanto pegarles. Tres elementos que se encuentran secuestrados en poder de la fiscalía, al igual que los libros de guardia y el GPS del patrullero, entre otros.
La fiscalía no sólo le reprocha a los policías haber vulnerado las formalidades al haber actuado sin una orden de allanamiento ni detención emanada de autoridad judicial, ni delito en flagrancia que así lo justificara. Además, los acusa por lo ocurrido dentro de la seccional, durante casi 20 horas, hasta que finalmente fueron liberados bajo amenazas alrededor de las 10 de la mañana del 29 de enero.
La denuncia fue radicada el 29 de enero a la línea gratuita de la Dirección de Asuntos Interno (0800-444-3583) y a partir de entonces se ordenaron los informes médicos y las declaraciones testimoniales, las cuales derivaron en las detenciones del personal policial aludido.
Si bien la causa está en plena etapa de investigación, llamó la atención la ferocidad del trato y la gravedad de los vejámenes a los que habrían sido sometidas las víctimas, sobre todo, teniendo en cuenta que habría sido a los fines de recuperar una computadora portátil.
Tal como se desprende de las declaraciones, y las marcas corporales son contundentes en tanto confirman dichos relatos, comenzaron recibiendo golpes de puño, patadas y empujones. Luego fueron conducidos hasta una oficina donde los obligaron a desnudarse y sometieron a lo que la fiscalía denominó una "sesión de torturas", tal como lo expusieron a los jueces que en dos oportunidades ordenaron las preventivas.
Los golpes continuaron con la hebilla de un cinto y el palo de una escoba que se partió en dos en medio de la paliza. Luego, a dos de los muchachos le pusieron el arma reglamentaria dentro de la boca y les gatillaron, simulando su fusilamiento; y hasta fingieron el empalamiento de dos de ellos con el palo de escoba quebrado.
En tanto, las víctimas hicieron referencia al empleo de una palita metálica de limpieza y hasta una sartén, con los que aplicaron golpes en las piernas. Y antes de despedirlos, los amenazaron con "hacerlos boleta" o quemarles la casa si hacían la denuncia.
Los tres policías están acusados por gravísimos delitos, cuya enumeración es la siguiente: "allanamiento ilegal", "privación ilegal de la libertad", "torturas", "lesiones leves", "apremios ilegales", "amenazas coactivas", "hurto calificado por ser miembros de una fuerza de seguridad", "encubrimiento calificado por ser el hecho precedente un delito especialmente grave y por ser miembros de la fuerza de seguridad" y "falsedad ideológica de documento público calificada", todos en carácter de coautores.