Dicroico, el proyecto encabezado por el cantante y guitarrista Fabricio Galoppo grabó una live session que incluye la reversión de su último single, “Bicis en Holanda”, y del próximo, “El blues de la maquilladora”. El Litoral conversó con él sobre esta construcción del álbum “Magos”, ya como su proyecto personal, y de los cambios en “la industria”.
Gentileza Juan Gervasoni Galoppo al frente, escoltado por Juane Voutat (teclados), Mati Teri (guitarra), Sebastián Oso Benaglio (batería) y Gonzalo Goitia (batería): la formación que toca en la sesión.
El 4 de marzo se estrenará la versión live session de “Bicis en Holanda”, el último single de Dicroico (cuya versión de estudio se estrenó a fines de 2020). El proyecto comandado por Fabricio Galoppo grabó dos temas usando como set el salón de la Barbería Don Lobo: el siguiente será “El blues de la maquilladora” (que el cantante y guitarrista nacido en San Cristóbal le dedicó a su compañera, Noelia García Iturraspe), el siguiente paso hacia completar “Magos”, su segundo álbum.
El Litoral dialogó con este creador local (también integrante de Los Cronopios, la banda del Chino Mansutti) para adentrarse en esta nueva etapa de su faceta más personal.
Clima de vivo
-¿Cómo surgió la idea de hacer una live session en este contexto?
-El año pasado, en diciembre. estrené un tema nuevo, “Bicis en Holanda”. En el mismo momento grabé otra canción que sale en abril. Lo que me pasaba con las canciones era que no tenían video, nada visual; del disco anterior muchas de las canciones tienen algo, sea un lyric video, un videoclip. Hace tiempo que vengo con la idea de hacer una live session, entonces me venía justo: “Aprovecho y hago dos temas, que sean los nuevos”.
-El que ya salió y el otro cuya versión de estudio no salió.
-Claro. Sale por streaming en abril, y a fin de ese mes o principios de mayo estreno el tema en vivo, se llama “El blues de la maquilladora”.
Estuvimos pensándolo con una gente que me da una mano en Buenos Aires, craneando bastante cómo lo podíamos hacer; y viendo que un par de bandas hicieron algo parecido, garpa un poquito más para tener material dando vueltas y además para no quemar la canción que todavía no se estrenó. Entonces me quedan dos canciones nuevas con una sesión grabada.
Seguí la línea de cuando hice “Bajan”, en el Centro Cultural: tener una escenografía que sea un lugar no te diría emblemático, porque Don Lobo no lo sería, pero es un lugar lindo, que me brinda ya una escenografía.
Estuve viendo un par de locaciones, algunas no querían hacerlo; llego de casualidad a Don Lobo, porque fui a una reunión de otra cosa: flasheé con el lugar, me encantó. Hablé con el dueño, que se llama Nahuel, y me dio el OK. Ahí empecé el proceso de la preproducción del clip: fui un día a sacar fotos, quería llevarlo para el lado mismo del lugar, con esa escenografía un poco vintage, retro; lo hicimos en todo el centro de la entrada.
Se hizo una sesión de dos días: un día todo el armado y el otro día la filmación completa de los dos temas. Ya está un poco editado todo lo que es el concepto de audio, y los clips ya está editados, falta cerrar un poquito el segundo tema. Y forman parte del disco que estoy terminando que se llama “Magos”, serían los dos últimos temas que tengo hasta ahora.
-¿Quiénes participaron en la grabación como músicos y cómo se armó el staff de producción tanto en la parte del audio como en la filmación?
-Estuvieron Juane Voutat en el teclado, Gonza Goitia en el bajo, (Sebastián) “Oso” Benaglio en la bata, Mati Teri que es de otra banda de Santa Fe, en la guitarra, y yo en la voz, son los mismos que participaron en los temas originales. En “El blues de la maquilladora” está invitada Noe a cantar, y pusimos una chica que se llama Virginia (Wintterlin) que es maquilladora también, que ayudó a la producción y está como extra en la barra.
Conrad Senn, que es dueño de los equipos, junto a Juani Gervasoni son los que filmaron. Después edito yo, mezclo en el estudio, y siempre termino la mezcla y el mastering en Buenos Aires con José Luis Berrone (tecladista de Airbag) en su estudio (Aeroestudio). Y terminé de masterizar estos dos temas con Ariel Lavigna, que es medio un referente de la industria.
“El blues de la maquilladora” es una canción que hice completamente en cuarentena. Quería hacer un blues cancionero, un tema tipo Conociendo Rusia, o “calamaresco”. Como una canción que está en el disco anterior que se llama “Cuestión de suerte”, acústica y cancionera. Esta también: no es un blues tradicional. Cuenta un poco la historia de Noe, y quedó muy bien también.
Pedaleando fuerte
-¿Cómo surgió “Bicis en Holanda”?
-La escribí después de un viaje que hicimos a Europa el año pasado, y uno de los lugares que más nos gustó fue Holanda. Esta es una canción en la que ya venía trabajando la parte musical, me faltaba un cierre con la letra. Se dio todo para poder terminarla.
Lo empezamos a producir con Leo Costa, que es el tecladista de Los Jureles, ex Octafonic, productor del disco del Chino (Mansutti). Quería un sonido bastante moderno, pero que no deje de tener la estética de los 80 que tienen las otras canciones sonoramente.
Estuvimos trabajando casi cuatro meses en los audios, en lo que queríamos, y llegamos al resultado que está hoy. Los sintes están grabados en Buenos Aires, en un estudio de sintetizadores que es muy groso. Y con mucha producción de guitarras, que las orientamos un poco más a las guitarras de caja, que en las partes rockeras no sean tan duras, sino un rock un poco más amable.
-Una cosa más orgánica, y más vintage.
-Sí, volver un poco a las guitarras que bajan directamente al ampli. Otra cosa que fue lindo trabajar fue el tema de las voces: una propuesta bastante fuerte de grabar muchísimas capas de voces, para lograr diferentes tipos de sonoridades o armónicos. Eso implicaba para mí un nuevo desafío, porque doblar voces implica cantar muchas veces lo más parecido posible para abrirlas en estéreo. Me puse a estudiar o a involucrarme bastante en cómo se trabajaba eso, y realmente llegué a un resultado que para mí es muy satisfactorio.
Se trabajó parte por parte: la letra, la música, de la manera más personalizada posible. Las dos canciones se desarrollaron en el confinamiento, así que fue un laburo bastante a distancia: “Te mando esto, mandame aquello”. Un laburo con poca preproducción de banda ensayando la canción hasta llegar a grabarla.
-Y con Leo trabajando desde Buenos Aires, con los sintes (en Lunita Records).
-Exactamente. Pero me encontré bien con la canción sonoramente, eso me conmovió bastante. Para mí es la que va a hacer “la canción” del disco, por lo menos la que más me gusta.
-Es un desafío porque tenés que estar de los dos lados: ser vos mismo el cantante, ser el que esté mirando las capas sonoras. Por un lado la ventaja de estar en el estudio propio (Nómade Studio Rec), pero al mismo tiempo tenés que ser un artista 360 y tu propio productor.
-La verdad es que ese detalle que decís está bueno porque las ves vos, sabés porque andás atrás de los músicos, es muy difícil de ver. Es como un desafío sumamente noble también.
Una cosa re importante es esa: Jose trabaja conmigo porque es un amigo, con Leo y los demás porque necesito una visión externa: me siento en una computadora y trato de hacer la canción, producirla, tocarla, ver qué va a hacer la batería, el bajo. Y sinceramente uno (si bien puede tener la visión) carece a veces de todos los sentidos para como productor decir “realmente la cosa va por acá”. La mirada externa de un productor te ayuda a que todo eso conviva mejor. Es difícil a veces tomar las decisiones: hay veces que viene alguien al que vos tenés que producir, tiene una canción, la ves externamente y decís: “Tiene el estribillo mal, así”, y podés jugar un poco con eso.
Pero con cuando son tus cosas uno se pone tan crítico o analítico que muchas veces eso te juega en contra y te lleva a no terminar, a no tener resultado, o que la canción esté dos años para hacerse.
Más cuando es un proyecto que, si bien tiene nombre artístico, es solista; y dependés de pasarle las partes a los músicos, no es que van y aportan lo suyo. Entonces es un doble laburo por ahí.
Banda de uno
-Justamente: en el medio de esta historia Dicroico pasó del formato banda al de proyecto solista tuyo. ¿Qué cambió para vos a la hora de crear y de sostener el barco andando?
-No me cambió tanto, porque el disco anterior era un disco mío, era mi proyecto solista y le terminé poniendo Dicroico: no sé, nunca me gustó poner mi nombre, es una realidad. Y sentía que si los músicos tenían un nombre artístico y no el de un solista se iban a involucrar un poco más. Pasa mucho en un contexto donde es muy difícil pagarle a cuatro músicos para tocar, si encima el proyecto lleva tu nombre es más difícil. Cuando tenés un nombre artístico lográs que se sientan más parte de la banda y no un sesionista.
Pero cuando empecé a hacer el disco nuevo me lo planteé, y dije: “No, voy seguir como Dicroico, que es mi proyecto solista, mi sello”; pero la manera de trabajar literalmente es la misma: hago las canciones y se las paso a los chicos. Pero en el proceso compositivo lleva mucho más tiempo a veces que si tenés un equipo de gente que trabaje y forme parte de la banda.
Es algo que tengo que empezar a lograr, que tenga un poco más de identidad: que se entienda que es un proyecto solista. Muchas veces voy a un lugar y me dicen “¿tal por qué no toca más?”; entendí que siempre lo mostré en formato banda y que bueno, siempre me van a preguntar por los músicos que van pasando. Ahora lo estoy tratando de mostrar o comentarle a la gente que “este es mi nuevo tema”, o “mi proyecto Dicroico”, trato de ponerlo así.
-Es como Conociendo Rusia, que es Mateo Sujatovich.
-Total, es así. Lo que pasó con “Bajan”, que cantó Teco (Sergio Musante) y todo, es porque siempre quise darle protagonismo a todos. Ahí jugué más de productor de la canción, no me molestaba no cantar.
Con el tiempo te vas dando cuenta, se ve en muchos lugares, que te genera este tipo de cosas: a veces la identidad de los temas no logren que la gente sienta que son temas míos y no temas de una banda. Pero básicamente hoy es el proyecto solista de Fabricio Galoppo.
La era del single
-Están “Bajan”, “Magos” y “Vas”, estas serían el cuarto y quinto single de este álbum “Magos”. ¿Están ya en vista los singles que completarían el disco, y en ese caso cuándo verían la luz?
-Los tengo terminados pero todavía no tienen nombre oficial. Están hechas las maquetas, está terminando el proceso. Calculo que este año se terminan las que quedan. Hasta hoy en día falta estrenarse “El blues de la maquilladora” dos temas más y sale como disco. Primero iba a sacarlo como EP, pero la gente con la que hacemos algunas cositas en Buenos Aires todavía el “sacar disco” en formato completo a nivel prensa es un poco mejor. para mí es más o menos lo mismo, pero como que tiene más peso.
En realidad el concepto de obra, como lo tenemos nosotros impregnado, ya está caducando. El disco era eso: el concepto de una obra de ocho, diez, 12 temas, o en los 80 los discos dobles, que se empezaba y se terminaba. Hoy el concepto es el single: ya ninguna banda graba discos enteros, la mayoría tira sus singles. Por el consumismo que hay de la música, como primer punto: por cómo se consume. Por cómo caduca también lo que uno va presentando, mucho más rápido que antes: la gente lo escucha una, dos, tres veces y ya está, quiere otra cosa, inmediatez.
Las bandas ya no hacen más discos: tal vez muy pocas, las grandes. Si no, el formato single es el que está implementado. Lo que tiene Spotify es que te permite, después de que cargás todos los singles, largar el disco entero y mantenerte las reproducciones de lo anterior. Y por ahí para la prensa podés decir “presentamos el disco”.
Por eso los procesos de estrenar las canciones, o cómo los algoritmos te lo recomiendan: es mejor no subir un álbum sino temas de a uno.
-Después podés entrar a las playlists, el tema tiene su propia vida, y al mismo tiempo que defenderse solo, no puede estar más o menos.
-Totalmente. Por ahí lo de las playlists ya se está poniendo más comercial: uno puede pagar para entrar en dos o tres. Después vos mandás a Spotify 21 días antes del estreno, y por ahí te ponen en una lista oficial. Por eso: si pongo diez temas, no tengo diez posibilidades de comercializarlo como si lo saco de a uno.
En mi caso estreno la canción, le doy un poco de aire, y después el video, porque hice un lyric video para “Bicis en Holanda”, y la gente ya no va a YouTube como antes: hoy escucha música más que nada desde Spotify, porque en el teléfono ponés YouTube y no te permite mandar un WhatsApp; Spotify te permite seguir laburando.
A “Bajan”: nunca le puse guita, y tiene 35.000 reproducciones; hay videos de 15.000. Para mí, que estoy en Santa Fe, está bien. Ahora, los del disco nuevo ya se nota que la gente se va de YouTube: escucha, está, va a un show, pero la mayoría está escuchando por Spotify, Deezer, otras plataformas. Vamos a terminar haciendo videos para TikTok (risas).
Ficha técnica
Producción audiovisual: Sumatra Audiovisual, Fabricio Galoppo, Nómade Studio.
Jefe de producción: Conrad Senn.
Dirección y fotografía: Juan Gervasoni
Cámara: Conrad Senn.
Dirección de maquillaje: Noelia García Iturraspe (Ngi Promakeup).