Abundan los nombres en común, pero no tanto los casos de algunos pocos "elegidos". Si hablamos de futbolistas que vistieron las camisetas de River y Colón, se pueden contar casi por decenas. Pero la similitud que existe entre Alex Vigo y la Chiva Di Meola es muy difícil de encontrar. Puede buscarse al revés, como pasó con Pablo Ricchetti, quien llegó muy jovencito a Colón, proveniente de River. Y aquí encontró su lugar en el mundo. Puede agregarse el caso de Omar Merlo, que con 21 años se fue de Colón a River, aunque con una participación escasísima y un paso tan repentino y fugaz como exento de oportunidades en el "millonario". Se puede agregar el de Cristian Castillo, pero su nacimiento futbolístico se había dado en Atlanta y luego de brillar en la B Nacional, llegó para triunfar en aquél subcampeonato de Pancho Ferraro que lo tuvo como una de sus principales figuras, lo cuál le posibilitó ir a River y a la selección.
Edgardo Roberto Di Meola tenía 22 años cuando el Vasco Urriolabeitia dirigía a River, a principios de 1973, luego de haber si el artífice de una gran renovación en Colón, trayendo aquella camada de jugadores de Estudiantes de La Plata que le dieron un salto de calidad deportiva a la institución. Alex Vigo va a cumplir 22 años, pero todavía con 21 se ha dado el gran gusto de pegar el zarpazo por el ojo clínico del mejor entrenador del fútbol argentino, quien lo viene siguiendo y sabe que es el jugador ideal para ocupar el lugar y la función que desea de un marcador lateral que no se dedica pura y exclusivamente a marcar, sino que aporta sorpresa y desequilibrio cuando se proyecta al ataque.
Cuando el 4 de febrero de 1973, en cancha de Atlanta, River goleó al Colón de José María Silvero por 5 a 0 en un partido amistoso que estaba contemplado en las condiciones de venta de Di Meola, pesaba y mucho sobre las espaldas de todos (dirigentes, entrenador de turno, jugadores y la hinchada), los casi 16 años sin ganar un título (llegaron a ser 18 cuando se cortó la racha en el '75). Hizo un gol la Chiva aquél día, que posiblemente no haya festejado. Atrás dejaba una niñez, adolescencia y principios de la juventud poniéndole el pecho a un Colón que bregaba por mantenerse en Primera. Era "9" la Chiva, por ese entonces. El cuerpo no lo ayudaba mucho, pero al estilo de otros delanteros similares a él, su calidad técnica, su destreza y habilidad, le daban lo suficiente para, por ejemplo, haberse constituido en el goleador histórico de Colón por mucho tiempo, hasta que lo destronó el Bichi Fuertes (otro que se puso las dos camisetas).
Tenés que leerLos números finales de la gran venta de Vigo: ¡200 millones de pesos!Hace un tiempo, el Flaco Menotti hablaba maravillas de la Chiva Di Meola. No en vano fue su primer "9" en la selección, en aquél empate ante España por la Copa Hispanidad, el 12 de octubre de 1974. Con apenas tres entrenamientos por delante y sin la posibilidad de contar con los jugadores de Independiente que disputaban la final de la Libertadores contra el San Pablo, Menotti hizo la simple: armó el equipo con jugadores de Huracán y Boca en su inmensa mayoría. Y agregó a ese morochito sin mucha pinta de "9" -físicamente hablando-, que se las ingeniaba para pasar entre grandotes duros, desafiándolos y esgrimiendo coraje y maestría para eludir patadas que no podían frenarlo.
En aquella oportunidad, el "culpable" fue el Vasco Urriolabeitia, que se había llevado la mejor imagen de la Chiva y lo veía como el jugador apto e ideal para jugar en un club con una identidad futbolística muy clara, como River. Ahora, el entrenador más ganador de la historia millonaria posó los ojos en él. Se dio en el momento justo, cuando Gallardo y D'Onofrio entendieron que había que fortalecer y renovar un plantel que no había tenido variaciones en los últimos tiempos. Y así como el Vasco vio en Di Meola, por su técnica y habilidad, a un jugador que podía sumarse a otros que desplegaban talento como el Beto Alonso, Juan José López, Carlitos López (otro nombre en común), Daniel Onega o Pinino Más, no caben dudas que Marcelo Gallardo observó en Alex Vigo la capacidad física y técnica para abrir la cancha por derecha y convertirse en un jugador capaz de desarrollar todo lo bueno que hizo -y hace- Montiel.
Si Gallardo pretendía llevarlo de a poco y prepararlo para una eventual y muy posible salida de Montiel, un jugador de selección y con un mercado propicio en el fútbol europeo, la enfermedad (mononucleosis, la misma que padeció Federer) sufrida por el oriundo de González Catán acelera los tiempos. Al pibe de Colastiné lo tira a la cancha con todo lo que supone el peso de la camiseta y la responsabilidad de darle respuesta inmediata y acorde a esa confianza que se ha ganado el hombre que ostenta con orgullo el sello de "indiscutible" en el complicado mundo millonario.
242 partidos en tres tramos
La Chiva Di Meola no ha jugado tanto como el Bambi Aráoz en Colón, pero tenía el record de goles. Aquéllos 70 gritos fueron luego pulverizados por alguien que será muy difícil -casi imposible de iguala- en el club: Esteban Oscar Fuertes, dueño de todos los records que se busquen con la camiseta sabalera.
La Chiva debutó en el '70, con 19 años. Ya venía desde el año anterior en el plantel y cuando el Vasco se lo llevó a River, había jugado 99 partidos en Colón. Los otros, hasta llegar a 242, fueron en su gran mayoría entre el 76 y el 79 y luego retornó en el 81, donde no pudo evitar el descenso con el club en el que nació como futbolista.
Jugó Alex Vigo con la camiseta de Colón. Menos de la mitad de los que necesitó la Chiva Di Meola en su momento para que River se lo lleve.