"Los Periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro". Gabriel García Márquez.
Los chicos vuelven a las aulas con la nueva normalidad, con los cerebros aún están distanciados socialmente.
"Los Periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro". Gabriel García Márquez.
Maravilloso y reconfortante es el acto de escribir, de compartir con ustedes cada sábado el placer de contar cosas. Estas Peisadillas que en suerte me tocaron al tomar la posta, nacieron de un sueño, un sueño del Peiso. Él quería convertir en tinta sus pasadas Peisadillas enunciadas allá por el éter de mediados de los noventa, emitidas por la amplitud modulada de LT 10 en el programa de Guillermo Tepper. El Peiso, apenas había llegado de las Europas, con esa enérgica carga emocional mezclada con toda la vorágine que traía de la revolucionada década de los setenta y del destape español de los ochenta; un tipo inquieto que nunca se quedó en el medio de los medios; que fue incorrecto de nacimiento, irrecuperable por elección y personaje asumido por intención. Anduvo así, sin correas ni chalecos de fuerza, con la ética de un adolescente incorregible y eterno, al filo de las palabras de incontinente verborrea; su locuacidad era una catarata retórica de frases hechas, oraciones rehechas, palabras inventadas y siempre coronadas por una contundente risotada propia. Él fue su claque y su público a la vez. La incorrección de la invención, los recuerdos re-locos que tanto le gustaba desandar. Su vuelo rasante; su "loop", su caída libre hacia un mar de ideas disfrazadas de palabras fueron la marca registrada de ese loco bajito de alto vuelo creativo e intelectual. El título de esta presente Peisadilla es un acto reflejo a modo de homenaje; la bajada, la frase del inacabable Gabo -oráculo de la pluma latinoamericana y mundial- también es parte de ese reconocimiento que humildemente le hago.
Al Peiso no le gustaban los aparatos infernales. Renegaba del Whatsapp "no me gustan las guasas ni los güasap" sabía decir. No se llevaba bien con los ordenadores, palabra importada que se trajo de España; porque decía que le desordenaba la vida a los creativos y les creaba un cierto vicio autómata y de convicciones seriadas. Entonces en ese continuo y constante rechazo de las nuevas tecnologías, que ya eran viejas, vino hacia mí. Yo iba a ser su máquina de escribir, su Olivetti Lettera 32 color verde oliva; iba a ser su megáfono, el canal de distribución de su alocado ideario. Yo pasé a ser su PC (Peiso Computer). En su desordenada manera de acomodar sus cosas, pasé a ser el instrumento por el cual sus ideas terminarían materializadas en el papel del diario El Litoral. Cosa seria esto de escribir en joda. Ponéle alegría, humor, ¡humor!, pedía siempre. Siempre hago lo posible para que así sea, por el bien de nuestras achacadas humanidades.
Los cuarentones, cincuentones y sesentones nos encontramos con el desafío de aprender y aceptar las nuevas tecnologías, asimilarlas, "aggiornarnos" a una nueva manera de convivir y accionar a través de estos medios. Ubicados en la mitad de la marea, entre nuestros viejos y nuestros hijos, vemos en nuestros niños/as y adolescentes otra manera de interactuar con sus semejantes. Nuestros chicos/as "levantan" a través de Instagram, hacen citas, convalidan encuentros amorosos, previo intercambio de fotos a través de whatsapp; se gustan y se muestran a través de las redes con el desenfado propio de su edad; se bloquean si se desagradan y su popularidad está regida por la cantidad de seguidores o por la cantidad de "likes" que muestra tal o cual publicación. La instantaneidad de los recursos que ellos utilizan le quitan el factor sorpresa de la realidad que los circunda; no prenden la TV, no saben encarar fuera de la virtualidad, sus charlas se limitan a lo que miran a través de sus pantallas y festejan a los gritos las ocurrencias enviándose o compartiendo el contenido. Aislados a la fuerza por la pandemia, encontraron su vía de escape refugiándose en sus dispositivos móviles para sus momentos de ocio y lúdicos. El potencial de los teléfonos y los dispositivos inteligentes convirtieron a las nuevas tecnologías en un monstruo gigante e imparable.
Por suerte, y pasados los primeros meses de la pandemia, la nueva realidad, nuestra nueva normalidad, instó a que los países incorporaran la tecnología en la educación con la metodología de las llamadas clases virtuales. Las nuevas tecnologías, las redes sociales y las aplicaciones para reuniones fueron las vedettes del 2020 ¿qué hubiese sido de la educación formal de nuestros hijos sin las apps como Zoom, Skype, Google Meeting y un puñado más de aplicaciones similares? El desafío fue planteado, nuestros hijos pudieron acceder a nuevas plataformas e interactuar con sus profesores, alfabetizarse, ingresar a contenidos audiovisuales y establecer –reestablecer– los vínculos sociales. Claro, y salir por un rato de sus comportamientos adictivos con el uso de Tik Tok, Instagram y juegos virtuales en red.
En este presente de locura a la que nos vamos acostumbrando gracias a la llamada nueva normalidad, los padres rogamos por el comienzo de las clases presenciales. Igualmente, no se siente ese vértigo en la panza de saber que de un día a otro nuestros chicos volverán a las aulas; es como que nos fuimos desacostumbrando, como que nuestros cerebros aún están distanciados socialmente de los actos comunes como cebar un mate a un amigo o de aquellos esenciales como lo es la educación de nuestros hijos. No se ven las publicidades con mega ofertas escolares, no está instalada la locura de las compras de los útiles escolares, no se ven los uniformes en las tiendas especializadas del rubro. Es todo tan nada que asusta un poco.
Al paso que vamos, nos estamos yendo a marzo, nos estamos llevando previas un par de materias:
Introducción a la vacunación 1 y 2. La materia más difícil de cumplir, la teoría no se condice con la realidad, pero metamos ganas, pongámosle el brazo a las agujas que vamos a salir de esta.
Salud e Higiene. Uso correcto del barbijo y normas del cuidado preventivo. Es solo el práctico, que se haga costumbre que esta materia nos compete a todos, es un trabajo grupal y se necesita del esfuerzo de cada uno.
Ahora sí, como obedientes escolares a la cama y sin chistar y que la locura presente traiga consigo un futuro de cordura. Nos seguimos leyendo.
Yo pasé a ser su PC (Peiso Computer). En su desordenada manera de acomodar sus cosas, pasé a ser el instrumento por el cual sus ideas terminarían materializadas en el papel del diario El Litoral. Cosa seria esto de escribir en joda. Ponéle alegría, humor, ¡humor!, pedía siempre.
En este presente de locura a la que nos vamos acostumbrando gracias a la llamada nueva normalidad, los padres rogamos por el comienzo de las clases presenciales. Igualmente, no se siente ese vértigo en la panza de saber que de un día a otro nuestros chicos volverán a las aulas.